LA MASACRE DE TIANQUIZOLCO, GUERRERO
Queridos amigos.
No
encontramos las palabras precisas para comunicarles una lamentable noticia: Hoy
domingo 23 de agosto de 2020 se ha consumado una enorme masacre en el poblado
de Tianquizolco, Municipio de Cuetzála, del Progreso, en el Estado de Guerrero.
Un grupo de delincuentes fuertemente armados con granadas y rifles de alto
poder tomó el pueblo y con él, la vida de varios de sus pobladores que lo
defendieron con heroísmo. El discurso político de que vivimos en un país donde
impera el Estado de derecho es una falacia. La autoridad ha abdicado de su
función primordial que es proteger a sus integrantes. Nosotros no queremos
vernos envueltos en el marasmo de la ignominiosa calma y por eso les
escribimos. Sentimos mucha impotencia, ira y dolor.
Impotencia, sí, mucha
impotencia. Porque a pesar de que este grupo de delincuentes se hizo del
pueblo, la autoridad seguirá con esa actitud pasiva que raya en la complicidad.
Ese silencio sospechoso nos da nauseas. Esa inacción no nos deja tranquilos
porque sigue escudándose en la irresponsabilidad. Hace un par de años otro
grupo armado también tomó el pueblo y mato a varios pobladores y echaron a
muchos otros, con la amenaza de matarlos en caso de que regresaran. Impotencia
por ver cómo transcurrían las horas y de la autoridad no había ninguna noticia.
¿Qué esperaba la autoridad si es que hay alguna? Tianquizolco y muchos otros
pueblos de la Sierra de Guerrero es de gente trabajadora y honesta, que
únicamente quieren vivir tranquilamente. Hoy, un puñado de cobardes les han
robado ese sueño.
Ira, si, mucha ira. Porque
los dejaron morir solos; porque, si alguna vez tuvimos respeto por las fuerzas
armadas, lo hemos perdido; porque si existía alguna confianza en la autoridad,
ya no existe. Nosotros y mucha gente más, dimos aviso desde muy temprano que el
pueblo estaba siendo atacado. Cortaron la comunicación y la energía eléctrica
para aislarlos, pero afortunadamente algunos dentro del pueblo pudieron dar
aviso a sus familiares y amigos y así estuvimos pidiendo ayuda al 911. No
sirvió de nada. Al final, a mediodía, el pueblo cayó y, con él, muchos seres
queridos.
No nos creemos el argumento
de que las fuerzas armadas no pudieron entrar. Hace un par de meses sucedió lo
mismo y el ejército llegó 6 horas después. Ahora, de ser cierto que ya ingresó
el ejército, ¿Por qué no retoma el pueblo? Actualmente sigue tomado y así
seguirá. Entonces, porque debemos creer que no hay contubernio entre los que se
dicen “buenos” y los “malos”. ¿O será que los que a nosotros nos enseñaron de
pequeños que eran los buenos, dejaron de serlo y ahora portan otro uniforme?
Lamentamos decirlo, pero parece que sí.
Dolor, si, mucho dolor. En
la refriega iban cayendo −según nos cuentan− uno a uno estos jóvenes valientes
que defendieron la dignidad de su pueblo hasta el final. Primero un niño de
apenas 14 años en una esquina; luego otro, calles más abajo; otro más cerca de
la iglesia y así sucesivamente. Perdimos a varios familiares cercanos, entre
ellos a Paulino Parra Ramírez. Él era un hombre íntegro, trabajador y
responsable; dedicado a su familia y a su pueblo. Pocas personas tan nobles
hemos conocido en nuestra vida, tanto que algunas veces creímos era inocencia.
Pero inocencia por pensar que toda la gente era como él, dispuesta siempre a
ayudar.
Desafortunadamente ya no lo
tendremos cerca ni podrá escucharnos para advertirle que no, que no tenía
razón; que también existe gente con mucho odio hacia los demás; gente dispuesta
a vender a otra por unas cuantas monedas; gente sin ningún escrúpulo para matar
a sangre fría a un padre que dejó hijos pequeños. Él, defendía la vida de sus
hijos y el futuro de su familia; ellos defendían su negocio de vender y
traficar con droga.
Ahora, sólo le pedimos a
Dios que el dolor, lo injusticia, el engaño, la corrupción, la impunidad y el
futuro de la gente de Tianquizolco no nos sean indiferentes y espero que a
nadie más. (Llegó
por Inbox a nuestra Redacción).