Compañero
Comerciante:
“El camino hacia el
infierno está empedrado con buenas intenciones”. Algo así nos está pasando,
porque nuestro sistema con la mejor de las intenciones nos hunde más y más. Con
sus respectivas variantes, toda monarquía se hace cargo en general de los
gastos de su corte; es decir, que la corona paga los gastos de príncipes,
duques, etc. Imaginemos una familia en la que el “abuelo” se hace cargo de
hijos, nueras, yernos, nietos, hermanos, etc. Y que aparentemente “trabajan”,
pero que en la realidad todo el tiempo dependen del apoyo del “pater familias”.
Creo que queda claro que llegará un punto de quiebre, puesto que no importando
cuanto tenga “el abuelo”, en algún punto no será posible continuar con ese
sistema, en el cual con la mejor de las intenciones de proteger a su familia en
el fondo sólo los vuelve dependientes y parásitos. Así nuestro sistema moderno
está llegando a un punto de quiebre puesto que nuestro gobierno tiene la carga
de los gastos de toda su infraestructura, y obviamente lo más caro es lo de
primer nivel: Presidente de la república, gabinete, diputados, senadores,
gobernadores, etc. Nuestro gobierno entre más grande, más inútil, ya que crear
más instituciones solo revuelve más, la tan enmarañada burocracia que nos
cuesta a todos. También juntos y revueltos los grupos de poder que controlan
nuestro sistema de gobierno les pasa lo mismo. Por eso sucede que aunque los
ingresos de éstos crecen continuamente, al final necesitan más, y aunque no se
crea es para gastos. “Para un vicio no habrá dinero que alcance”. Así también
para lujos, ya que siempre habrá un nivel superior con más confort, servicio,
calidad, atención, etc. Un ejemplo de lujos extremos lo podemos ver en Dubái,
donde crearon de la nada islas artificiales para proveer de servicios
turísticos a clientes muy especiales, quienes buscan algo más puesto que lo que
existe ya no les satisface. Habrá quienes lo consideren imposible y otros lo
vean ridículo, pero en la mayoría de los casos, los poderosos no hacen dinero
para guardarlo, sino para gastarlo. Y esa es la loza que tenemos que cargar.
Este sistema que con cadenas modernas nos obliga a trabajar para una “monarquía
mundial” que no importando cuanto esté ganando siempre necesitará más, porque
nunca la podremos satisfacer. Y lo triste de nuestra realidad es que la mayoría
no lo puede ver o no lo quiere ver. Preferimos pasar el tiempo distraídos o
entretenidos. Nuestra principal distracción es la crítica personal que crea más
división y nos mantiene ocupados, y de este modo pareciera imposible
organizarnos. El llamado a la reflexión es a tomarnos unos minutos al día y
abrir los ojos, ver que algo está pasando y que a nuestro sistema realmente no
le importamos, que es más fácil empeorar que mejorar. Pero qué hacer entonces:
lo primero es razonar internamente y ver un poco más allá de solo chismes,
futbol, novelas, etc. Después es darnos cuenta que vivir divididos no nos
conviene. La propuesta es a vernos de manera diferente. No se necesita
aplaudirle a nadie, ni de estar de acuerdo con todo. El principal punto es
hacer a un lado la crítica personal y no esperar que el otro cumpla con los
estándares de moral que satisfaga nuestra creencia o nuestra costumbre. No necesitamos
enamorarnos, tal vez ni caernos bien, lo que necesitamos es saber que solo
organizados podremos hacer algo para cambiar nuestra realidad. También es
necesario entender que de la noche a la mañana no vamos a corregir 30 años de
errores, y solo por dar un número. Votar no soluciona nada por el solo hecho de
votar. Cierto, pero es peor no votar, ya que si continuamos sin votar dejaremos
el destino de la mayoría en manos de unos cuantos y por consecuencia la compra
de votos sí puede definir una elección, ya que con pocos votos que se compren
se hace la diferencia suficiente que cambie la decisión del pueblo. Nadie puede
ver el futuro y saber lo que va pasar, pero lo que sí se puede calcular es que
si seguimos apáticos, sin votar, y sin organización, nuestra realidad no va
mejorar, puede empeorar, ya que nuestra élite de poder jamás va saciar su
hambre de recursos. Nunca habrá dinero que les alcance para cubrir todas sus
“necesidades”, sin importar cuanto aumenten sus ingresos, sus gastos les
seguirán muy de cerca, y con tal de no perder sus privilegios pueden repartir
dádivas y “apoyos” a todos los que les ayuden a conservar el poder.
ATENTAMENTE TU
AMIGO
ING. RAMIRO
OCAMPO RODRIGUEZ
CIUDADANO CANSADO
DE LO MISMO