Compañero Comerciante:
La economía ya cambió y no regresarán las características de antes que
hacían fuerte a nuestro sector, así como la tecnología avanza muy rápido y deja
atrás las versiones anteriores. Así nos está pasando en este nuevo esquema de
competencia económico, triste pero real. Nos estamos quedando obsoletos.
Paradójicamente, en nuestro país los consumidores nos estamos volviendo cada
vez más exigentes con nuestras demandas de servicios a pesar de estar “en
crisis”; es decir, nos quejamos mucho de la realidad, pero a pesar de que
sabemos que es más caro en el Oxxo, de todos modos vamos y compramos ahí, por
poner un ejemplo. Estamos envueltos en un juego de fantasía que nos hace creer
que necesitamos productos y servicios de tal forma que sin ellos “no podríamos
vivir”. Por ahí escuché “la mejor forma de retener a un esclavo, es que no sepa
que está preso”. Este esquema económico moderno en el que solo nos toca perder,
porque realmente no importa cuánto tengas a la mera hora los poderosos pueden
determinar que nuestra moneda se devalúa lo que se les venga en gana, y entre
“deuda externa”, inflación y otros factores de los que el pueblo no tiene
control, nos convierten en esclavos modernos, en donde cada vez tenemos que
trabajar más para realmente ganar menos. En la generación de mis abuelos lo
común era que el padre trabajara para mantener a su familia y así era en la
mayoría de los casos, el dinero alcanzaba para tener una vida digna, aunque sin
lujos pero alcanzaba. Ahora se volvió necesario que la mujer también aporte al
hogar porque simplemente con el ingreso del padre ya no alcanza, en la mayoría
de los casos. Eso no es libertad ni equidad de género ni mucho menos, es
necesidad pura, el sistema duplicó sus esclavos obligando así a trabajar
también a las mujeres para que la familia apenas tenga para lo básico. Y
como entonces le hacemos para demandar más y mejores servicios aunque más caros
si estamos en crisis. La respuesta es simple más no muy evidente, CRÉDITO. Las
cadenas modernas que nos atan a una prisión que no podemos ver y que nos hace
vivir en un mundo de fantasía que no hace creer que somos libres, el
endeudamiento “eterno”, esas son nuestras cadenas porque no solo estamos
pagando lo nuestro si no lo que se ha venido acumulando desde que se implantó
este sistema, además de que eso es lo único real que le vamos a heredar a
nuestros descendientes: ENDEUDAMIENTO. Y esa es nuestra principal desventaja
frente a nuestra competencia, los grandes consorcios tienen acceso a créditos
que realmente les permiten otorgar servicios y crédito a sus clientes de tal
suerte que nosotros quedemos fuera de mercado. Las tiendas de conveniencia y
las franquicias se están quedando casi con todo el mercado actual, y bajo las
circunstancias actuales, nuestra realidad tiene un pronóstico muy desalentador
porque es más fácil que empeoremos a que mejoremos. Algunos dirán que esto no
tiene solución; la verdad es que, eso nos quieren hacer creer y la mayoría
prefiere vivir resignado a pensar que así nos tocó vivir. La solución existe,
pero no es fácil, como todo lo bueno tiene su precio. El primer paso es
quitarnos la venda de los ojos y dejar de hacer como que no pasa nada. Después
empezar a vernos como parte de un grupo al que le conviene estar organizado, no
porque debamos estar sujetos a las decisiones de nuestros líderes o porque
tenemos que estar de acuerdo en todo y mucho menos porque nos sentimos mejores
que otros pensando que nuestro nivel es superior, simple y sencillamente,
aunque trillado, la unión hace la fuerza, y aunque esta frase ya perdió su
significado por tanto usarse, es la verdad, divididos nos van a seguir haciendo
como quieran, nuestra fragilidad aumenta con nuestra desorganización. El
llamado a la reflexión es para entender que nuestra realidad no va cambiar
porque alguien se apiade de nosotros y nos resuelva nuestros problemas. Votar
es importante si es verdad, pero lo real es que no importando quien esté al
frente le obliguemos a cumplir su encomienda, porque tampoco un mesías llegará
a salvarnos. Eso no es verdad. Es cierto que este sistema actual ya no sirve y
votar por otra opción es lo mejor que podemos hacer, pero la verdad es que si
nosotros estamos desorganizados al final el resultado seguirá siendo el mismo,
pues como bien dice otro dicho “el que no habla, Dios no lo oye”, y la
única forma de que nos hagan caso es que organizados le exijamos al gobierno
cumpla con nuestras demandas. Porque el cambio lo necesitamos nosotros, no la
clase política que está llena de privilegios, ni los grupos de poder que están
en guerra por apoderarse de los recursos tan bastos de nuestro hermoso
país.
ATENTAMENTE TU AMIGO
ING. RAMIRO OCAMPO RODRIGUEZ
CIUDADANO CANSADO DE LO MISMO