José Antonio Lavín
Reyna
El enojo, el
orgullo y la competencia son nuestros verdaderos enemigos”: Dalai Lama.
La ausencia de
valores.
No es un asunto nuevo,
pero ahora con las comunicaciones casi instantáneas desde cualquier sitio del
planeta tierra, se visualiza con mayor rigor el injusto reparto de la riqueza,
la ambición de poder, la discriminación social, la ausencia de normas (anomia)
que predominan en las sociedades, situaciones que generan choques constantes,
casi siempre por desacuerdos por la aplicación de las normas que la van a
regir e impiden una vida serena, de convivencia pacífica y de
cooperación y apoyo entre los seres humanos.
La actual crisis de
valores está produciendo la inestabilidad política y social que estamos
padeciendo en nuestra ciudad, estado y país, lo que trae como consecuencia
enfrentamientos entre individuos y grupos sociales.
En el momento
actual, la violencia se ha convertido en el ejercicio de un modo de actuar para
preponderar en una sociedad desquiciada, los grupos dedicados a la actividad
delincuencial, hacen nulos todos los esfuerzos por lograr la preponderancia de
los derechos humanos.
Pese a la aparición
de los derechos humanos en la legislación de los países como un esfuerzo por
mantener la libertad del ser humano y de dotarlo de garantías para la
protección de una serie de derechos humanos, que no deberían de suspenderse ni
restringirse por quienes detentan el poder.
Sin embargo, en la
realidad, la codicia, la ambición de poder, son metas de estos grupos
delincuenciales que ponen por encima de todo, la satisfacción de los intereses
personales de sus miembros. La violencia prepondera sobre el dialogo pacífico,
el esfuerzo honrado, la competencia leal y todos los medios lícitos que
permiten una vida pacífica y constructiva.
En otras palabras,
los derechos humanos que tutela la Constitución política, y que señala
puntualmente este documento en su artículo primero, se ha convertido en letra
muerta, han dejado de estar vigentes e inclusive en este juego por el poder,
participan las autoridades gubernamentales, debiendo ser ejemplo de rectitud
para garantizar la sana calidad de la vida humana.
El abogado y
catedrático Arnoldo Castila, señala “los ciudadanos del país vivimos una vida
de negación de valores, donde el derecho parece estar cancelado. La muerte
violenta de quienes se enfrentan a las bandas dedicadas al delito, llega a
producir terror hasta en las mismas autoridades a quienes, el temor que produce
el saber que existe la posibilidad de ser privados de la libertad fuera de la
Ley mediante los famosos “levantones”, de ser torturados o incluso privados de
la vida, disuade a los representantes de la Ley de aplicar la justicia como es
su obligación jurídica”.
Enfatiza “que es
necesario el replanteamiento de la estructura social, y esto conlleva a poner
de nueva cuenta en vigencia al derecho, aplicando la fuerza legítima del
Estado, no hacerlo implica renunciar a la Ley y al orden con sus valores
fundamentales”.
Y agrega “la
aplicación del Derecho es el único camino para evitar la anarquía en una
sociedad convulsa en la que, la muerte violenta de seres humanos se está
aceptando como una conducta cotidiana. El peligro, el temor, la sumisión a la
fuerza ilegal, se ha convertido en una forma de vivir y lo será así mientras la
autoridad legítimamente designada, no asuma el papel que la Ley le atribuye”.
Algo Más…
Pareciera que los
políticos y sus partidos olvidan la premisa fundamental que hoy prevalece en la
sociedad: un rechazo absoluto de los ciudadanos a las formas y maneras que han
utilizado el poder todos los institutos y organizaciones políticas. No parecen
haber aprendido la lección, todos los partidos políticos -y por supuesto los
políticos que de ellos emanan- gozan del más amplio rechazo y reprobación de la
sociedad. Que no se les olvide.
De acuerdo con el
estudio México: Confianza en Instituciones realizado por consulta Mitofsky a
finales del año 2017, los partidos políticos como instituciones obtuvieron una
calificación de 4.4 en una escala del 0 al 10, ocupando el último lugar de 17
instituciones evaluadas. Es decir, completamente reprobados.
El presidente de la
República ocupa el lugar 13 con una calificación de 4.9, los senadores el lugar
12 con un 5, mientras que los diputados están en el lugar 15 con una evaluación
de 4.8, todos en la parte más baja de la tabla.
Sin embargo, ni los
políticos ni sus partidos parecen darse cuenta de esa terrible realidad. Se
empeñan en seguir cavando más profundo el descrédito y desprestigio que los
puso en las actuales condiciones. Las campañas de lodo y descalificación que se
avizoran son la mejor muestra de ello.
CCCLXXVIII.- Vivimos
en una ciudad caótica. Personal de parques y jardines destruyendo la poca
vegetación. El día de ayer se dedicaron a tirar una frondosa acacia que
estorbaba la visibilidad de una tienda departamental ubicada por el Periférico
sur. Poco les importó que estaba verde, al igual en la colonia “Vicente Guerrero”
echaron abajo dos hermosos truenos porque seguramente tiraban mucha hoja. Así
que, en lugar de conservar se dedican a tirar; flaco favor a le ecología de la
ciudad. Por otro lado, Tránsito Municipal sólo se dedica a marcar y remarcar
espacios exclusivos para los taxis. Donde vaya, todos los espacios están
apartados para cajones de estacionamiento de los taxistas. La basura se
recolecta cada diez días. El director de Capami ocupa personal pagado por esa
paramunicipal en su beneficio.
Así cómo no reprobar
a los políticos. Los igualtecos callados nos vemos más bonitos.
Sabías que: El ácido
en los océanos acabaría con los arrecifes de coral en 30 años. Según estudio,
en tan solo tres décadas los arrecifes comenzarán a disolverse hasta su
desaparición.
Hasta la vista