José Antonio Lavín Reyna
“Todo mal gobierno es, a la larga, contrario al propio interés”:
Bárbara W. Tuchman.
La marcha de la locura
La periodista Bárbara W. Tuchman, es autora de varios
libros, en el titulado la Marcha de la locura -De Troya a Vietnam- 2013
Editorial RBA, aborda la omnipresencia de la insensatez y la irracionalidad de
los hombres, que es hija del poder, a grado tal que “el poder de mando
frecuentemente causa fallas del pensamiento, que la responsabilidad del poder a
menudo se desvanece conforme aumenta su ejercicio”. En su obra se refiere a la
insensatez de los hombres como la absurda renuncia de Moctezuma a su imperio en
1520 y el ataque de los japoneses a Pearl Harbor, esa insensatez y las demás,
tienen un común denominador, el empecinamiento por parte de los
gobiernos y en particular de individuos obsesionados, en políticas contrarias
al interés general, a pesar de tener la posibilidad de recurrir a otras
alternativas viables. Como historiadora puso casos de una relevancia que
prácticamente deja estupefactos a los lectores.
Los hombres nos hemos acostumbrado a observar gobiernos tiránicos,
ambiciosos, incompetentes, es recurrente que nos olvidemos de los insensatos.
Pero la práctica de esto no tiene que ver exclusivamente con gobiernos; va más
allá y alcanza tanto a organizaciones de toda índole, partidos y actores
políticos.
A lo largo de los últimos dos meses la escena nacional, en particular
la que atañe al proceso de competencia por el poder presidencial que se va a
dirimir este año, se ha podido constatar que la falta de sensatez es un común
denominador presente en las principales formaciones partidarias y sus más
relevantes actores. En la lógica de seguir una línea del pensamiento de
Maquiavelo, sin que estos asuntos tengan que ver con la moral o la
ética, es posible sólo narrar lo que tiene que ver con el ejercicio
para posicionarse en pos de la conquista o la preservación, del poder político,
en este caso un poder que no ha dejado de estar barnizado, esencialmente de un
sentido imperial que nos viene desde la época de los Austrias, que fueron amos
y señores desde los tiempos de Carlos V hasta mediados del siglo XVIII, cuando
llegó la casa borbónica.
De esta insensatez da muestras tanto el carcomido partido de Estado –el
PRI- y sus satélites–, como sus oponentes del PAN y MORENA.
El PRI, cuando la política y el poder han dejado de ser lo
que fueron, cuando ya todo mundo tiene visualizadas practicas detestables, que
se desea desaparezcan, Enrique Peña Nieto abrió un proceso sucesorio a la vieja
usanza, recurriendo hasta el último momento al tapadismo y al dedazo.
El que iba a ser –aunque conocíamos el ramillete– estaba oculto, hasta
que el ahora empequeñecido dedo índice de la cima del poder cayó sobre el
cuerpo del ungido. De suyo esto, en los tiempos que corren, es una sandez, pero
poner de candidato a un hombre que ha vivido en los dos mundos –PRI y
PAN–, aparte de no militar en el que lo postula lo coloca en un grado de
vulnerabilidad que lo convirtió en implorante pedigüeño a los celosos del
tricolor, algo que habría hecho vomitarse a Plutarco Elías Calles: “Háganme
suyo”, les dijo Meade.
En la casa azul, donde se le quema mucho incienso a Manuel Gómez Morin,
aunque en la realidad se desentiendan de su pensamiento conservador y a la vez
afecto a la democracia liberal. Es una vieja y sabida historia: el PAN se
alimenta del antipriísmo, de una contradicción que ya no es ahora lo que fue en
los años dorados del autoritarismo y, por tanto, la falta total de razón y
discurso la encontramos con varios rostros: por una parte, Anaya es aval de Meade,
para el que tiene elogios excedidos; por otra, Anaya es un cacique partidario
que nada tendría que envidiar a las prácticas del canibalismo que tanto se le
cuestionó a la izquierda.
En un juego de poder que a pocos puede engañar, piensa que los ropajes
que le presta una izquierda escandalosa y deslavada como la del PRD lo puede
catapultar a la silla presidencial. No se trata tanto de referir las famosas
mezclas entre agua y aceite, sino subrayar las emulaciones que devienen de
aquí, porque, más que discrepancias, las pugnas de intereses no se hacen
esperar y el electorado las visualiza.
Ahora vamos con MORENA, el partido se adscribe a la izquierda, en la
geometría en boga se le ubica ahí, a pesar de los claroscuros en cuanto a
agendas fundamentales, como sería el compromiso democrático, el nuevo perfil
del constitucionalismo fincado en una cada vez más compleja división de los
poderes, que rebasa su visión trinitaria, el Estado de derecho, la rendición de
cuentas, el mundo de la globalidad en el que vivimos y la obligada y nueva
visión en la defensa de los intereses nacionales.
Se dice que actúa con un pragmatismo, que no está divorciado
obligadamente de la política pero que debe de acotarse. MORENA utiliza una
táctica que en esencia busca desfondar al PRI y no se han puesto a pensar en un
par de cosas, los puristas neoliberales le reprochan que ha hecho alianzas que
restan y desfiguran: el PES y el gordillismo, por poner dos evidencias. Los más
puros pensadores de la libertad, se rasgan las vestiduras debido a que abrió
una vía regia a actores políticos que si no hicieron nada en el pasado que no
fuera traicionar a la República, nada garantiza que lo hagan en el futuro. Con
madera tan torcida no se pude hacer nada derecho.
Algo Más…
Oído al pasar, antes se escribía sobre la violencia en Estados Unidos,
idiosincrasia distinta, aunque con mismos resultados: sangre derramada a causa
de los demonios que se forman, repito, por la inacción de las autoridades y el
alcance de la violencia de los criminales. En nuestro país vecino poco se ha
hecho para modificar la ley que permite el fácil acceso a las armas. En México
poco se hace para que el combate al crimen sea una estrategia que ataque muchos
frentes. Le tienen pánico al debate de la legalización. Aunque seguro no tanto
como el de los mexicanos que viven en territorios altamente peligrosos. Y
mientras eso sucede, es la sangre de inocentes la que se derrama. Y esa tanta
sangre, esos tantos muertos, están destruyendo a una velocidad cada vez más
agobiante la médula social de este país…
CCCLXXIV.- En Iguala, nuestros mesías de la profecía le apuestan a
vender sus letras y voces a los candidatos que ya fueron derrotados en sus
aspiraciones de gobernar al municipio. Ahora, nos dicen en sus cantarinas voces
y excelsos escritos, que esos perdedoras ya aprendieron que se debe repartir
dinero a manos llenas: pollos, pavimentaciones, logradas con dinero público, le
apuestan a que sus futuros gobernados son esa masa amorfa que no logra comprar
su canasta básica, que requiere de un espacio en la calle, de una despensa,
gorras y playeras y un billete para ir a las urnas, sin que les importe el
origen del billete. Esos son los votantes, los candidatos saben que las clases
medias y altas, poco participan. Tenemos un presidente que no respetó
protocolos de seguridad. Poco le importó el temblor de 7.2; él siguió con su
pachanga. Feliz el hombre de tener en Iguala la feria más importante de México.
Vaya con el presidente.
Hasta la vista.