Capítulo VI
(LA LOCURA)
Por: Carmelo Corripio Pineda “El Búho”
El amanecer del 27 de Septiembre y el resto del día fueron minutos y
horas de locura. La investigación cruzada de las dependencias de seguridad
pública federales, estatales y municipales, para conocer las verdaderas
circunstancias del ataque, conocer a los autores intelectuales, y a los
verdaderos ejecutores del secuestro de los 43 estudiantes, o a dónde fueron
llevados o asesinados, en todo caso localizar sus cuerpos, enterrados,
quemados, regados, desaparecidos en qué lugar se encuentran y quiénes son los
responsables de la matanza. Si de verdad la urdía, como dice Anabel Hernández,
Ángel Aguirre y Enrique Peña, para desactivar la protesta neurótica de los
jóvenes estudiantes de la Normal Rural de Ayotzinapa “Raúl Isidro Burgos”,
problema que destaca en segundo lugar en el país en contra de la seguridad
nacional y de la gobernabilidad. Esa noche, el coordinador de la Policía
Ministerial de Guerrero, José Luis Vega Nájera, acudió al C4 de Iguala, ubicado
en la Avenida Álvarez, donde ocurrieron dos de los ataques contra los
normalistas. En las instalaciones había un enjambre en actividad febril,
policías, secretarias, militares, agentes, telefonistas, etc. En uso de la
tecnología actual: computadoras, celulares, videos, teléfonos fijos, cámaras de
seguridad donde se monitoreaba toda la ciudad; Vega Nájera extrajo 5 videos
grabados por 4 cámaras de seguridad, instaladas en diferentes lugares de
Iguala, que registraron todos los hechos de esa noche. Los grabó en discos
compactos, los empacó y se los llevó al cuartel seguridad pública estatal en
Iguala. Así quedó asentado en el documento de cadena de custodia integrado a la
averiguación. Vega Nájera llegó a la Policía Ministerial de Guerrero unos días
antes de los ataques a los normalistas, trabajó 15 años en la Policía Judicial
del estado de México como subcomandante, la corporación más corrupta del país.
Este individuo se desempeñó en secuestros, su especialidad, tras los hechos de
Iguala muchos mandos policiacos fueron removidos; él continúa en la fiscalía
general del estado de Guerrero.
Uno de aquellos 5 videos que se llevó era crucial; el que fue grabado
por la cámara ubicado en el Periférico Poniente, a la altura de la colonia
“Esmeralda”. Las cámaras graban 24 horas del día, pero curiosamente este video
quedó editado en un minuto y algunos segundos; el resto de las imágenes
registradas por esa cámara durante toda la noche quedaron borradas para
siempre, lo cual fue decisivo para ocultar la verdad y fabricar una versión
falsa de los hechos. El video rotulado “26-09-2014” -11-19-32 PM, personal de
la policía trasladando algunos detenidos, ha sido ocultado por el gobierno de
Guerrero y la PGR; sólo han mostrado algunos segmentos que duran segundos, la
parte que convenía a los gobiernos estatal y federal.
A las 23:19 del 26 de Septiembre, más de 13 vehículos, uno tras otros,
prolongando una línea alargada bajo la lluvia y la noche, parecía espectral
aparentemente cargados de efectivos, circulaban con dirección a Cocula o Tierra
Caliente, dejando atrás las colonias Zapata, Esmeralda, Bugambilia y Villa de
Guadalupe. Antes de esa hora había ocurrido la primera descarga en contra de
los estudiantes en donde por los menos murieron 20 alumnos de la normal, no
obstante, al contrario de lo que han dicho los gobiernos de Guerrero y federal,
contra los estudiantes no sólo actuaron patrullas de la Policía Municipal de
Iguala, sino que se trató de un amplio operativo; los vehículos de ese convoy
tienen características similares a los que participaron en la agresión a los
estudiantes en la calle de Álvarez y en el Palacio de Justicia; según
entrevistas con algunos sobrevivientes, es probable que algunos fueran
tripulados por servidores públicos.
A lo largo de la investigación se obtuvieron testimonios de testigos de
los ataques, quienes refieren que se utilizaron camionetas obscuras, con
hombres de apariencia militar, en todos los ataques.
El convoy desde luego llevaba alumnos dentro de las Pick Ups --la
custodiaban motociclistas en aparatos de poderosa reacción-- unos iban adelante
y otros atrás debidamente armados, se vieron camionetas blancas, también
tripuladas por hombres armados que dispararon en contra de los alumnos, coches
de color negro, todos ellos utilizados como medios para cumplir el operativo
metódicamente planeado, dicen los alumnos sobrevivientes.
DECLARACION DE LOS 22 POLICIAS:
Aquella noche, según la bitácora, estaban en operación 117
policías incluido el secretario de Seguridad Pública, Felipe Flores
Velázquez. La base de la Policía Municipal se encuentra en la calle Ignacio
López Rayón No. 109 colonia Centro, en un callejón donde terminan los límites
del Seguro Social; la arcaica instalación, provista de tecnología y
construcción padece de todo, incluso que se puede caer, tiene una sola puerta,
no hay acceso para vehículos. En suma, las Pick up con estructura tubular como
pasamanos usada por los policías no hay lugar para ellas, si tenían detenidos,
había que bajarlos en la calle y entrar con ellos caminando a la base de una
sola planta en forma de escuadra, cuyas oficinas miran a un patio que pudiera
dar albergue a gallinas, lugar que se puede ver desde las casas aledañas y
elevadas.
Entre las 22:30 y 23:00 horas del 26 de Septiembre, por órdenes de
Flores Velázquez los policías de turno fueron citados, según el dicho de los
policías, para concentrarse en la base. Nadie les dijo por qué o para qué. Ahí
permanecieron durante varias horas, hasta que la madrugada del 27 recibieron la
orden de ir a la base de la Policía Estatal, ubicada en la afueras de la
ciudad. El turno local que empezaba a trabajar, recibieron la misma orden de
trasladarse a la base del estado. Ahí entregaron armas, pertrechos, rifles,
cargadores, cartuchos, armas automáticas y 19 patrullas que estaban en
servicio. A 105 elementos se les hizo la prueba de rodisonato de sodio, para
comprobar si una persona había disparado su arma de fuego recientemente. Se
ignora si los demás no lo hicieron o no se presentaron, y si lo hicieron por
qué no se les practicó.
Los policías fueron formados en un patio y pasaron al frente uno a uno,
mientras encapuchados (alumnos de Ayotzinapa) iban señalando a unos y otros,
quienes reconocieron a 19 elementos como sus atacantes y la Policía reconoció
otros 3 y los incluyó, quedando detenidos un grupo de 22 policías municipales,
de los cuales 16 dieron positivo en la prueba de restos de pólvora.
Llama la atención que Alejandro Tenescalco, quien usó la Patrulla 018
igual que el Comandante Luis Francisco Martínez, que en el día 26 estuvo bajo
sus órdenes, ambos dieron positivo y continúan desempeñándose en sus cargos
protegidos ostentosamente por la fiscalía.
En las declaraciones, 10 policías detenidos reconocieron haber estado
presentes en la calle Juan N. Álvarez y en el Palacio de justicia, pero que
también estuvieron patrullas de la Policía Federal, de la Ministerial y de la
Fiscalía; pero nunca se culparon de haber disparado ni un solo tiro, ni haber
arrestado a ningún normalista, menos subirlos a las patrullas, y jamás matar a
nadie.