Noé Mondragón Norato
Ayotzinapa: movimiento extraviado
Se
percibieron fuera de cancha. Y hasta muestras de inconformidad y
rechazo recibieron en las redes sociales. De hecho, el momento y la
coyuntura no les favorecieron. Porque el ciudadano común
demandaba solidaridad y participación a favor de los damnificados
de los sismos. No actitudesviolentas ni provocadoras. Pero
los padres de familia y estudiantes de la normal rural de Ayotzinapa,
decidieron revertir las cosas. Y hasta ignorar la tragedia
colectiva. Como si se tratara de un asunto fuera de su agenda. Y
ellos estaban obligados a cumplir exclusivamente, con la suya. Hay puntos que
no pueden soslayarse en estos momentos candentes.
MOVIMIENTO SOCIAL DESORGANIZADO.- Persiste
una impresión que se ha ganado a pulso el movimiento social en Guerrero: presiona
para obtener prebendas. Así pasó con Aguas Blancas. También
con la matanza de El Charco. Y hoy, con los 43 desaparecidos de la normal de
Ayotzinapa. De ahí se abren las lecturas: 1.- La presión de
movimiento social se ha sectarizado recurrentemente.
Es decir, se convierte en lucro de unos cuantos. Por
eso se entiende que, vastos sectores sociales reprueben el vandalismo de
los normalistas de Ayotzinapa, como forma de “protestar” y hacerse visibles en
la escena pública. Y si se mira bien, la inconformidad de los estudiantes desde
septiembre del 2014 no se ha medido ni con la presentación con vida de los 43,
ni con la reparación del daño. ¿Cuál es el sentido entonces de encender otra
vez, la flama de la violencia provocando a las
autoridades a fin de generar otra represión? ¿Quién o quiénes
realmente ganan en el fomento y la creación de
este perversoescenario? 2.- Es un secreto a voces
que al interior de la normal de Ayotzinapa, confluyen desde los intereses
partidistas ligados a grupos del PRI. Hasta los extremistas
apalabrados con el PRD y otros segmentos de la izquierda
radical. Es una mezcla explosiva. Porque nunca se sabe hacia dónde se
encaminará su próxima estrategia violenta. Es decir, son hasta cierto punto,
impredecibles. 3.- No está mal que se demande justicia para
un hecho tan abominable y criminal como la desaparición de los
43 normalistas. Pero se debe hacer por la vía de la organización. Porque
el problema central es la impunidad, pese a que existen 111
detenidos por ese deplorable episodio. Los tribunales
internacionales podrían ser la opción. Demandar, -con el apoyo de
otros países- que el presidente Peña Nieto, comparezca, para que
revele dónde están los 43, no sería descabellado. Empujar una agenda en la cual
otras naciones presionen al presidente, se torna urgente. Pero acudir a la zona
militar de Iguala, a tirarles bombas molotov a los soldados, definitivamente no
se percibe como un acto que permita regresar a los 43. De hecho, se genera un
efecto contrario al de la auténtica lucha social. 4.- En
este contexto, las preguntas son obligadas: ¿Cuántos años más necesitan quienes
encabezan ese movimiento, no para demandar justicia, sino para
hacerlo rentable en términos de presiones al poder?¿Veremos en cada
aniversario de esa desaparición masiva de estudiantes –Peña Nieto ya se va-,
los mismos hechos violentos así como el secuestro y robo de
autobuses como forma de “protestar”? ¿Lo hicieron así los ex líderes de las
matanzas del 68 y del 71? ¿Qué resultados satisfactorios obtuvieron? El
movimiento social debe encauzar mejor y organizadamente, su lucha. O terminará
extraviado. Así como lo están haciendo hoy justamente, los normalistas de
Ayotzinapa.
HOJEADAS DE PÁGINAS…Como
los comerciantes de la avenida Alemán de Chilpancingo, se opusieron a la
remodelación de esa avenida, el edil tricolor de la capital, Marco Antonio
Leyva Mena, decidió cedera esa presión. Como si esa vialidad les perteneciera
a 50 establecimientos comerciales y todos los demás
ciudadanos no contaran. Aberrante. El edil volvió a
evidenciar tres carencias: de autoridad, de
liderazgo y de carácter. Porque estultamente, se sometió a
la voluntad de un muy reducido grupo de ciudadanos. Patético.