Noé Mondragón Norato
Delincuencia organizada y control de los penales
La
madrugada del viernes 3 de enero de 2014, la muerte entró
silenciosa al penal de Tuxpan, en el municipio de Iguala de la Independencia.
Cerca de las 2:00 horas, un grupo de sicarios accesó a esa cárcel. Un grupo de
custodios los enfrentó. Los estruendos de las armas de fuego vomitaron su
mensaje funesto y de terror. Del intercambio de balas, quedaron tiradoscuatro
internos y cinco de los atacantes. Todos murieron. Dos más resultaron
heridos de gravedad. La refriega inició por el control del penal que
tenía en ese entonces, Ismael Ocampo Álvarez, La Naila del
grupo delictivo La Familia Michoacana. Y el grupo Guerreros Unidos se
lo arrebató violentamente. De hecho, cuando la funeraria y familiares
trasladaban el cuerpo de La Naila hacia Cuernavaca, la noche
de ese mismo viernes, un comando armado los interceptó cerca de la comunidad dePlatanillo.
Con palabras altisonantes bajaron el ataúd, lo rociaron con gasolina y le
prendieron fuego. Tres días después de esa escaramuza, otros tres reos que
fueron trasladados del penal de Tuxpan, al de Las Cruces en
Acapulco, también fueron asesinados al interior de este último penal. Y los
mensajes por los controles de los penales en Guerrero, parecen
sacados de una película de horror e interminable. Desde luego,
producto natural de la descomposición de las instituciones. Y
de las corporaciones policiacas y de seguridad, encargadas de las
rehabilitaciones fallidas y corrompidas en las cárceles
mexicanas.
LAS CRUCES: FUERA DE CONTROL.- El penal de Las Cruces en Acapulco,
ha proyectado diversas irregularidades. Porque pese a las denuncias constantes
sobre el tráfico de armas a su interior, nada pasa. También,
sobre la disputa sangrienta por el control del penal por
parte de grupos de la delincuencia organizada. De ahí deriva la más
mortal de las noticias: ayer jueves, 28 reos fueron asesinados a
su interior. Algunos, a balazos. Otros, con arma punzocortante. Los
menos favorecidos, decapitados. Y como en la versión del zafarrancho sangriento
en Iguala, todas apuntan hacia una feroz riña por el control de ese
centro de Readaptación Social, un espacio donde las autoridades de
seguridad ya perdieron el control desde hace mucho tiempo. Sobre
todo, el secretario de Seguridad Pública, Pedro Almazán Cervantes.
Y hay dos lecturas políticas al respecto: 1.-La
masacre en Las Cruces ocurre cuando se reunirían en
Acapulco, precisamente ayer 6 de julio, el secretario de Seguridad Interna de
los Estados Unidos, John F. Kelly, con los secretarios de la Defensa y de La
Marina, Salvador Cienfuegos Zepeda y Vidal Soberón Sanz. Abordarían temas
relacionados con la delincuencia y el narcotráfico. ¿Acaso pudo tratarse de un
mensaje siniestro y de advertencia para estos
personajes? 2.- Ocurre también cuando arribaron al
puerto de Acapulco, más de 300 policías y agentes de la Fuerza Conago, cuyo
propósito es combatir el robo de automóviles. Todo lo
anterior, por gestión directa del jefe de gobierno capitalino, el perredista
Miguel Ángel Mancera Aguayo, titular de la Conago y uno de los
aspirantes a encabezar la candidatura presidencial del Frente Amplio Democrático,
para la elección de julio de 2018. ¿Es también, un mensaje
cifrado para Mancera?
HOJEDAS DE PÁGINAS…La muerte volvió a trabajar también en Chilpancingo,
la capital. La tarde de ayer se contabilizaron al menos cinco
ejecutados a balazos. Y ninguna autoridad se mueve. Ni
pasa nada…Mezquino en demasía, se comportó el secretario particular del
gobernador, César Armenta Adame, al fungir como padrino de la
generación 2014-2017 del Cbtis 134, y no obsequiarles a sus
más de 500 ahijados, ningún presente. Solo prometió
gestionar un techado para la institución. Con esas avaras prendas, aspira
a convertirse en alcalde de la capital.