Abrevando

José Antonio Lavín Reyna

“Gobernar es comunicar”: Anónimo.

La ciudadanización de la política.
Lo que no quieren entender quienes detentan el poder y los partidos políticos, es que la ciudadanía está cansada de que las mafias del gobierno y de los partidos se repartan los cargos de elección popular, como si en verdad tuvieran el apoyo de los ciudadanos.
El creer que así son las cosas es el error más grande que pueden cometer; desde luego, el sistema político mexicano ya se acabó, y ya se acabó porque empezó a tomar caminos diferentes a lo que debería ser una democracia representativa. Nuestras actuales autoridades tienen las características de una dictadura o de una monarquía,  están presentes en la mayoría de los gobiernos estatales y municipales, donde “sólo están a mi servicio, los que se agachan y cumplen mis órdenes, son los únicos que tienen la oportunidad de servirme a través de los cargos de elección popular o de dedazo”.
Este cambio inició la debacle del sistema político mexicano, porque los actores que llegaron al poder no tienen ni las mínimas ganas de trabajar; y trabajar es hacer política, la que han dejado a un lado y la han intercambiado por discursos con los que creen que pueden convencer a alguien. La verdad es que los ciudadanos se burlan de ellos, y muchos de los empresarios -los que tienen conciencia de lo que sucede- asisten a sus reuniones, pero no están de acuerdo en la manera en que se llevan las cosas.
Desde luego que hay los oportunistas o los lambiscones que siempre dirán que sí al hombre del poder, aunque en el fondo se burlen de él.
Lo lamentable de todo ello, es que en Estados y Municipios con población en grado de pobreza o bajo los límites de ella, pocos son los ciudadanos que les preocupe trabajar unidos para poder ciudadanizar la política.
Entendiendo a la ciudadanización como un concepto y estilo de vida que comprende acciones y conductas cívicas que fortalecen las organizaciones de la sociedad civil, que favorecen los procesos democráticos, que facilita y promociona los procesos de participación y transformación socio-económica. Esa transición requiere de la participación de todos ya que con información oportuna, clara y suficiente, se tendrá la posibilidad de aportar  ideas, opiniones, experiencias y sugerencias para el mejor logro de los objetivos prioritarios, los estratégicos y aquellos a largo plazo que permitan al Estado y/o Municipios  sostener acciones que se anuncian ineludibles.
En los Estados donde la pobreza es una constante, es muy difícil llegar a tener ciudadanos consientes, pese a la existencia de Leyes de Participación Ciudadana en ellas solo participan los afines a quienes nos gobiernan o que gozan de prebendas con quienes gobiernan; en realidad, los ciudadanos temen participar, por eso de la unión entre los grupos delincuenciales y muchas de las autoridades políticas y de seguridad pública, lo que hace riesgosa la participación en las labores del Estado; no puede ser que paguemos un centro como el C4 y los asesinos y demás delincuentes siempre entren y salgan de cualquier Estado como si fueran por su casa, sin que nadie haga nada para detenerlos. ¿Por qué?, porque el sistema, según informes de uno de los creadores de ese sistema, es extraordinario pero no funciona porque apagan cámaras –como por casualidad- siempre en el lugar donde se dan los problemas. ¿Si no, con esa tecnología por qué no detienen a los hampones?; si realmente funcionara toda esa tecnología, esto sería otra cosa.
Para conseguir eso se necesita que exista una contraloría ciudadana que supervise todos esos elementos y que tenga la facultad de poder hacer renunciar a aquellos funcionarios que no cumplan con su deber.
La forma más democrática de gobernar es con los ciudadanos, es tomar en cuenta para cada una de las acciones del gobierno primero a los ciudadanos, y no meter la pata como regularmente lo hacen.
Los ciudadanos quisieran tratar de utilizar los servicios públicos, que cada día son más caros pero más deficientes; la basura salta por todas las calles; el servicio de agua es pésimo; las obras publicas son en verdad de conveniencia sólo para unos pocos y todavía tenemos que aguantar discursos y reuniones en las que sólo se dilapida el dinero del erario para beneficio personal. Todo es negocio de algunos, y a los ciudadanos ni se les toma en cuenta. Los ciudadanos aún se la piensan, competir o participar en política, tiene sus bemoles y sus riesgos, deberá enfrentar a los grupos facticos y más aún, al de los no fácticos. Y gastarse su dinero, quizá sin posibilidad alguna de recuperarlo, porque los límites de gasto de campaña son, como muchas cosas en este país, una falacia.
Algo Más…
El gobierno programa sus acciones inteligentemente. Las elecciones del 2018 coinciden con el Campeonato Mundial de futbol, y probablemente la Selección de México, llegue al quinto partido. Además se estará en plena época de clausuras de ciclo escolar. Por ello, la población en edad de votar tendrá su cabeza en otro lado, quizás muy lejos de las casillas y muy cerca de la posibilidades de ver a su selección en partido de semifinales. Ver para creer, los que tienen la sartén por el mango, el cual mueven a su antojo. O sea el partido en el gobierno; saben que la mayoría de los mexicanos detesta a la clase política, por ello mismo, les importa poco si siguen ganando los mismos y no acuden a las urnas.
No soy perredista, ni de cualquier otro partido. Puedo congeniar con la persona, más no con el partido. Todos ellos, son grupos que sólo velan por sus intereses y el de sus hermanos, sobrinos, amantes, cuñados, suegros, ex esposas, etc. A ellos colocan en los puestos claves, con sueldos fuera del alcance de la mayoría de los mexicanos. Al final de cuentas es probable que los miembros de un partido tengan mayores amigos que en su propio entorno, ya que, en los partidos, todos quieren quitar al que está para ponerse ellos.
Por ejemplo, Oscar Díaz realizó obras. Muchas de ellas ya se encuentran en franco deterioro. Colocó a gente cercana a él en puestos claves y resultaron malos elementos. O sea, no es una blanca palomita, pero sería mejor que otros de su propio partido, que les importa poco apuñalar al vecino, con tal de lograr sus propósitos políticos.

CCCXXVIII.- La pregunta p’al diablo: ¿Habrá algún valiente que se atreva a denunciar al funcionario de la comuna que hizo el negocio de su vida, al comprar y revender las lámparas chinas de mala calidad que colocó personal del propio Ayuntamiento en algunos postes de la ciudad?  Sigue sin aparecer el valiente, que denuncie quien realizó el negocio de su vida. Herón Delgado lo sabe, pero lo protege. Esperemos que el ahora largo brazo de la Ley no le alcance por ser omiso en la defensa del dinero público. Hasta la vista.