Por: Moisés Ocampo Román.
Eran las 11 a.m. La gente empezaba a llegar. El salón estaba medio
vacío, o quizá medio lleno. El caso es que René Bejarano ya estaba ahí,
esperando, platicando con Ave María, la viuda de Justino Carvajal Salgado.
Bejarano se veía tranquilo, no como cuando estaba amarrando los fajos
de dinero con ligas. Ahora está delgado, viene promoviendo su tribu. Se le
acercan los periodistas y les pregunta de qué medio son, y enseguida les pide su
tarjeta, sino se la das, no hay entrevista. Así de fácil.
Sonó la voz gemela de José José “40 y 20”, “Así de fácil” y “El
Triste”. La gente estaba desesperada; ya eran casi las 12 del mediodía. El
Ballet Folklórico del Instituto Versalles estaba listo con un son veracruzano,
y vinieron más. De repente la música del bailable se confunde con una chinela
que entra con el espirituista Bernardo Cayetano, opacando un poco el bailable,
pero necio como es el hermano Cayetano, siguió avanzado hasta que alguien le dijo
muy disimuladamente, “Ahí viene Abarca”. Sólo sonrió y se subió al presídium de
honor.
Todo estaba listo; el bailable se hizo acompañar de una voz femenina y
parecía interminable, hasta que por fin terminó. Entonces empezaron Los
Chinelos, quienes sacaron a bailar a la gente queriendo poner el ambiente, pero
el ambiente ya estaba puesto: aburridos y acalorados.
Empezó el acto casi litúrgico, presentando a todos los santos. A unas
damas las sentaron al frente. Oscar Díaz Bello se veía tranquilo, sonriendo,
seguro que ésta será la buena.
Hablaron Víctor Alcaíne, el mismísimo Bernardo Cayetano en su faceta de
pastor, al grado que pidió una oración para aquellos que fueron asesinados
como: “el contador Liborio, Arturo Hernández Cardona y Justino Carvajal”. La
viuda de éste último estaba presente y sólo alzó la cara al cielo cuando tenía
que buscar hacia abajo.
Tomó el micrófono el ex diputado Oscar Díaz Bello, quien fustigó la
alza de precios de la gasolina, el gas y la luz eléctrica. También dijo que las
reformas no dieron resultados y que se buscarán “días bellos” para Iguala, y
arrancó los aplausos más fuertes; fue el más aplaudido, era su fiesta.
Al último, el “señor de las ligas” habló que tenían que unirse las
izquierdas, que todos tenían que vivir bien, que la familia tuviera un salario
muy digno. La gente se empezó a salir en ese momento, les importó un bledo lo
que dijo René Bejarano que, por cierto, siempre aprovechó su teléfono celular
para grabar todo a su alrededor.
Al salir, 13 combis urbanas de la “Génesis”. Bernardo todavía llama y
ahora en nombre de su Dios.