LECTURA POLÍTICA
Noé Mondragón Norato
Doblegar al Estado
Al
reconocer que existe “un origen misterioso” en el
bloqueo por siete horas del pasado martes, a la carretera de Petaquillas, por
parte de taxistas y transportistas de las rutas Tepechicotlán, Colotlipa y
Mochitlán; el gobernador Héctor Astudillo Flores, no solo confirmó que no
se hace trabajo de inteligencia, ni se investigan los delitos
cometidos en la entidad por parte de la administración estatal que encabeza,
sino que progresivamente, renuncia a su tarea de
brindar seguridad a los ciudadanos. Y en consecuencia, cede terreno a
la influencia y penetración de la delincuencia organizada, algunos de cuyos
miembros han logrado insertarse exitosamente en las Policías Comunitarias. Los
hechos son ilustrativos. Y demasiado tercos para esconderse.
GOBIERNO DE CABEZA.- Desde el pasado lunes 30 de enero, cuando ocho personas fueron levantadas por
hombres armados en la comunidad de Chacotla, municipio de Mochitlán, y
posteriormente seis de ellas aparecieron asesinadas, las cosas se le
complicaron al gobierno estatal. Y no solo porque el número de
emergencias 911 –recién estrenado con singular alharaca mediática- no
sirvió de nada en ese sangriento acontecimiento, sino porque la
capacidad de respuesta por parte de la Fiscalía General del Estado (FGE) fue
muy lenta. Rayando en el tortuguismo y la indolencia. En
este deprimente escenario, tuvieron que ser los policías comunitarios de la
Unión de Pueblos Organizados del Estado de Guerrero (UPOEG), quienes llegaran
primero al lugar de los sangrientos hechos. Tomándose incluso, atribuciones de
Ministerio Público que no les corresponden. Pero
que asumen con desparpajo y naturalidad, ante el notorio vacío
de autoridad. De ahí se construyó lo demás: 1.- Después
de esa masacre, la FGE como ya es su costumbre, prometió resultados. Pero
como siempre, no los dio. Y como medida de prevención y a fin
de enderezarle la plana al gobierno estatal y a la
propia FGE, un grupo de elementos del Ejército Mexicano se instaló en la
entrada de Petaquillas. Revisaban sospechosos. Hurgaban en vehículos.
Incomodaron a muchos armados que se paseaban con cierta libertad en esa comunidad,
envuelta en escándalos, agresiones y hasta crímenes, por disputas territoriales
entre policías comunitarias. Desde luego, ese hecho le metió mucho
ruido tanto a delincuentes como a las propias Policías Comunitarias y
Rurales. Por eso se entiende que éstas últimas decidieran bloquear la carretera
a esa población, como medida de presión para que los militares
abandonaran su campamento. Desquiciaron el tráfico vehicular y la paciencia de
los automovilistas. Pero eso es lo que menos les importó. Al final, lograron su
objetivo, pero con una sola condición: que los militares y la Policía del
Estado acompañen a la Policía Rural en sus rondines de vigilancia por esa
localidad. De algún modo, se impusieron al gobierno
estatal. Porque éste último ha renunciado justamente,
a su tarea de brindar seguridad pública a sus gobernados. Y hasta en ese caso, los vacíos
se están llenando. 2.- Cuando el gobernador Héctor Astudillo,
admite la existencia de “un origen sospechoso” en
el bloqueo carretero del pasado martes en Petaquillas, en realidad sembró
más dudas que certidumbres. Porque en vez de investigar y decir las
cosas con claridad, como debe corresponder a un gobernante que no
le tiembla la mano frente a la incidencia del delito, tiró sus
palabras al aire para que los ciudadanos las interpretaran a su libre
albedrío. Como si cuidara cada frase pronunciada. Fue incluso, más allá: pidiócerrar
filas ante “los retos y tiempos difíciles que vive la entidad”.
¿Cómo y de qué manera podrían cerras filas los ciudadanos con
el gobierno estatal, cuando los primeros están solos y a
merced del delito y de la propia delincuencia organizada, pues ni siquiera el
número de emergencia 911 funciona? El gobierno estatal va de
mal en peor. Está de cabeza.
HOJEADAS DE PÁGINAS…El que de plano se tiró de tapete ante el presidente
Peña Nieto y el gobernador Héctor Astudillo,además de renunciar implícitamente a
su papel como dirigente estatal del SNTE, fue Hilario Ruiz Estrada. Resulta
que, pudiendo prever el recorte federal al Bono Mensual por Tiempo Completo
para trabajadores administrativos de los Cendis ubicados en Acapulco, Tlapa,
Chilpancingo e Iguala, se guardó esa información. Cuando
su deber sindical consistía enanticiparse a la radicalización del
conflicto. Y apoyar a los administrativos para evitar ese descuento.
Esperaba que los trabajadores asumieran agachonamente –como
él lo hizo- ese atropello laboral. Con el agravante adicional
de que está dejando solos a dichos trabajadores.