Tribuna Pública
Por Francisco Javier Copeño Castro
En días pasados, leímos en una nota periodística que el dirigente del
Sindicato Independiente de Trabajadores del Estado y Municipios, Alberto Bahena
Jiménez, manifestó que se solicitaría que se homologaran salarios de los
trabajadores; nos parece una acción netamente responsable de cuidar los
derechos e intereses de los trabajadores. Sin embargo, aquí cabría una pequeña
reflexión, por considerar que el asunto no es solamente pedir, solicitar u
exigir que se cumplan nuestras peticiones, porque ese es precisamente el
problema de muchos asuntos en nuestra sociedad. Al respecto el empresario
japonés Carlos Kasuga, dice en una conferencia que el problema real es que nos
gusta pedir y exigir, pero no ofrecer algo a cambio. Y pone ejemplos; en Japón
cuando se va a sostener un diálogo con
los directivos de las empresas, los dirigentes sindicales dicen; “señores
nosotros después de hacer un análisis de nuestros errores, -no exactamente o
literalmente como lo dijo- ofrecemos ya no cometer esos errores; qué ofrece la
empresa”. Ahí está la clave, la gran mayoría de los trabajadores que integran
la burocracia, y sobre todo empleados del gobierno municipal exigen, que se les
de mejores salarios, mejores prestaciones, descansos, mayor días de pagos de
vacaciones; pero… qué ofrecen ellos. Muchos son flojos, valemadristas, llegan
tarde y todavía antes de atender a la ciudadanía en el caso de las damas,
llegan a maquillarse y a pintarse las uñas, tomarse su café y hasta después de
40 minutos empiezan a atender a la ciudadanía y de mala gana, con prepotencia,
altanería y de manera déspota. Muchas veces abusan de la confianza de sus jefes
inmediatos, porque confunden la amistad y confianza, con solapamiento de esas
prácticas caducas y nefastas a las que están acostumbrados. A los trabajadores
que están bajo la protección de un sindicato, no se les puede decir nada y a
veces hacen lo que les viene en gana, porque para eso está su sindicato que lo
defiende y protege aunque no tenga la razón. En el gobierno municipal, existen
trabajadores que no respetan los reglamentos que establecen que un trabajador
debe ser atento y mostrar disposición de trabajo en la dependencia a la que
está asignado, pero en Iguala, muchas de las veces el trabajador está donde le
conviene y su jefe inmediato no debe decirle nada porque se queja con su
sindicato y vienen con el director de área a “defender con todo” a sus
agremiados. Por eso la mediocridad en que se mueven, y claro por eso los
sindicatos les cobran una cuota para solaparlos y que sigan haciendo lo que
quieran en la más completa impunidad. Todo eso se debe terminar, estamos ante
una nueva realidad social, donde debemos estar comprometidos con el trabajo que
tenemos, la gran mayoría de trabajadores en el gobierno de cualquier nivel se
conduce de esa manera porque no existe compromiso de trabajo, puesto que llegan
a esos espacios, gracias al amiguismo, compadrazgo y recomendación de políticos
que protegen a esa bola de zánganos que lo único que buscan es que alguien les
pague por no hacer nada y todavía se dan el lujo de decir; “el gobierno hace
como que me paga y yo hago como que trabajo”. Y esas prácticas parecen ser el
común denominador en todas las sociedades. A nadie le gusta comprometerse, casi
a nadie le gusta cumplir, siempre buscamos que nos den sin ofrecer nada a
cambio. Ciertamente que todo trabajo requiere de una remuneración, porque mal
estaría un patrón que le gustara que todo se lo hicieran gratis, porque
déjennos decirles que los hay. Por eso y dada la declaración del dirigente
Alberto Bahena Jiménez de que se homologuen salarios a los trabajadores que
representa, debe ir acompañada de una serie de compromisos que deben asumir sus
agremiados para la atención de la ciudadanía, ofreciendo mejor atención, mejor
prestación de un servicio, tener la disposición de hacer las cosas como se las
piden, no faltar a sus obligaciones laborales, estar atento a lo que falte en
los lugares que han sido asignados y sobre todo, ser completamente responsables
de sus actos. De lo contrario, lo mejor es no pedir nada, si no se va a ofrecer
algo a cambio. ¡Hasta la próxima y salud!