Abrevando
José Antonio Lavín Reyna
“Aquellos que renuncian a su libertad a cambio de
seguridad, no merecen ni libertad ni seguridad”: Benjamín Franklin
Las semillas de la discordia.
Ante las decenas de protestas en todo el país por el aumento en las
gasolinas, saqueos, violencia física, confrontaciones políticas, libertades en
riesgo por debilidad institucionales, estatales y federales nos llevan a la
pregunta: ¿si el México Bronco que tanto temía despertara Jesús Reyes Heroles
lo hizo? Como presidente del PRI a mediados de los 70’s, dijo: “El respeto y la
convivencia pacífica en la Ley, son las bases para el desarrollo, las
libertades y posibilidades de progreso social. En cambio, la intolerancia
absoluta sería el camino seguro para volver al México bronco y violento. Si eso
sucediera, lo aprovecharían quienes pretenden un endurecimiento del gobierno,
exponiéndonos al fácil rompimiento del orden estatal y del orden político
nacional”.
Lo que parece incongruente es la postura de muchos sectores de la
población-Pueden desaparecer cuarenta y tres estudiantes, puede haber salarios
de miseria con los que nadie subsiste, o peor aún, puede haber sesenta millones
de mexicanos que están muriéndose de hambre- y todo eso es visto con
indiferencia por gran parte de la población. Eso puede esperar, pero el precio
de la gasolina no. Ahí están descritas nuestras prioridades como sociedad.
Lo que los mexicanos nunca entendimos fue que el petróleo nunca en
realidad perteneció y sirvió al pueblo, sino que fue de los gobiernos, del
sindicato de esa empresa, de sus directivos, funcionarios, líderes,
contratistas y de los trabajadores, que gozaron y aún lo hacen de los
privilegios sindicales, amparados en el manto de las intocables conquistas
sindicales, bueno hasta de vender o heredar su plaza y que fueron durante años
tapaderas de la corrupción.
El “gasolinazo” es quizás el mejor resumen del fin de los
“logros” del sistema político surgido de la Revolución Mexicana, la que ocurrió
entre 1910 y 1917, basados esencialmente en la corrupción, la impunidad y el
cinismo. Uno de sus próceres fundadores, Álvaro Obregón, se jactaba en señalar
que nadie resiste un cañonazo de 50 mil pesos (de entonces), advirtió quien
presumía de su “honestidad” porque él sólo tenía una mano para robar, mientras
sus amigos y enemigos tenían dos.
El cobro de las facturas de años de corrupción e impunidad inició en el
área de la que los mitos priistas afirmaban que era de todos los mexicanos: el
petróleo. Resulta que finalmente la gallina de los huevos de oro (la misma que
en los años 70 y 80 del siglo pasado se presentó como la base de la
“administración de la riqueza”) dejó de ponerlos. La empresa de “todos” los
mexicanos quebró, aunque algunos “patriotas” utilizan el eufemismo de que fue
saqueada. Sí, el saqueo (la corrupción, es decir) provocó su quiebra. Nos
volvieron a saquear (y apenas hoy la mayoría de los mexicanos quiso darse
cuenta) contra la promesa de José López Portillo, hecha en 1982, golpeando la
tribuna de la Cámara de Diputados (la más alta de la nación, dicen o decían los
cursis), autodefinido como “el último Presidente de la Revolución Mexicana” y
en realidad cabeza de uno de los gobiernos emblemáticos de la corrupción
nacional, como los demás, esa que molesta a los mexicanos cuando se recuerda
que no sólo es condición de los gobernantes y políticos, sino también de
quienes interactúan con ellos… muchos de los ciudadanos que hoy sufren la
quiebra técnica de Petróleos Mexicanos.
Son ciertos todos los datos de los expertos para explicar el llamado
gasolinazo: que la carga fiscal (soporte de los presupuestos federales
deficitarios) en los precios de los combustibles y en las actividades
empresariales de Pemex, que los subsidios a los precios, que los costos de
producción, que la falta de refinerías y tecnologías, que la importación de
gasolinas y el precio internacional del petróleo, que los costos de
distribución y los pasivos laborales (las prebendas al sindicato y, por
supuesto, también a los directivos y a los funcionarios).
No son muchos los que se han referido a la corrupción como elemento esencial de la factura que se nos cobra hoy con el gasolinazo. Pero, la corrupción y su impunidad están detrás de toda la lista del párrafo anterior.
No son muchos los que se han referido a la corrupción como elemento esencial de la factura que se nos cobra hoy con el gasolinazo. Pero, la corrupción y su impunidad están detrás de toda la lista del párrafo anterior.
Algo Más…
La apuesta del sistema para neutralizar la indignación ciudadana es la
utilizada en otros oprobios colectivos como Ayotzinapa, Nochixtlán, la compra
del voto y el despojo del petróleo con daños colaterales: infiltrar la protesta
con porros a su servicio para denostarla, dejar que se enfríe el enojo, tender
cortinas de humo o incluso “negociar” con los disidentes, simulando un cambio
para que todo siga igual.
La protesta no basta, pero sirve mucho porque concientiza al pueblo que
coincide notablemente en que la mejor opción es cambiar al régimen, promotor
del actual modelo gubernamental y causante de esta catástrofe económica; por la
única vía consecuente: la pacífica y electoral si se respeta la voluntad
ciudadana y la verdadera democracia.
En Iguala, pasaron de noche los movimientos por el gasolinazo,
para darnos cuenta de nuestra pasividad. Pongo el ejemplo de Carmen Salinas, a
quien tundieron por decir su burrada. Aquí nadie comentó que nuestro Alcalde
hasta aplaudió y felicitó a Peña Nieto por el gasolinazo. Vaya en nuestra
ciudad a pesar de la propuesta del Presidente Peña Nieto para apaciguar a
través del Acuerdo para el Fortalecimiento Económico y la Protección de la
Economía Familiar, que es, como muchas otras de sus acciones, reactiva e
improvisada, un acuerdo elaborado al vapor para cubrir la falta de cálculo al
no haber previsto la reacción en el país, no se aplica: subió el bolillo y el
pan dulce, el kilo de tortilla y de la masa, las garnachas, los atoles y menos
aplica la reducción de salarios del presidente y de sus funcionarios hasta el
segundo nivel. Mucho menos habla de reducción del personal. Por eso en Iguala,
nuestro alcalde le apuesta a la Feria y lo pasivo de sus habitantes que todo
soportan.
CCXLXXIII. Insisto: tan pronto se retiró la Policía Federal, se
incrementaron los hechos delictivos: asaltos a cuenta habientes, a casas
habitación, robo de motocicletas y autos. Y dice nuestro presidente que todo es
bonito, bello y seguro en Iguala. Usted lo cree?
Doctor Herón Delgado, el servicio de Limpia es pésimo; tarda hasta diez
días en pasar. Eso en las calles del centro. Me imagino que en las colonias y
periferia debe ser más inconstante el servicio. Un buen tesorero no es el que
no gasta. Por ello, los carros de Limpia no salen a trabajar; todos
descompuestos. Las calles obscuras, por no comprar los focos. En fin, no
siempre no gastar es la mejor opción para el pueblo.