Abrevando
José Antonio Lavín Reyna
“No importa qué tan mal estén las cosas, siempre puedes empeorarlas”:
Randy Pausch
Falta de autoridad.
Por mandato constitucional, todos los
servidores públicos de los tres niveles de gobierno están obligados a
administrar los recursos económicos que se pongan a su disposición con
eficiencia, eficacia, economía, transparencia y honradez para satisfacer los objetivos
a los que estén destinados. De igual manera, el uso de recursos públicos está
sujeto a los criterios de racionalidad, disciplina y austeridad social.
Lo anterior, implica que los titulares de las
dependencias facultadas para aprobar los proyectos de presupuestos de egresos
que corresponda a su ámbito de competencia, deben de justificar plenamente no
solo la planeación del gasto público que en su caso les autorice el Congreso,
sino además, la aplicación de los recursos autorizados no debe constituir
alguna causal de responsabilidad administrativa, y menos, tipificar actos
delictivos.
Esa situación es típica del personaje que
tiene el poder, por ejemplo en Iguala decidieron colocar un árbol metálico
envuelto con papel plástico, ese gasto lo pondrán como Inversión Pública,
cuando dicho gasto está fuera del “control de economicidad referido a la
eficiencia, eficacia y economía en la erogación de los recursos públicos”,
ahora que, si la síndica Leticia Márquez lo pago de su aguinaldo, solo
podríamos señalar mal gasto, mejor hubiera comprado cobijas para familias
necesitadas, además en noviembre celebramos el día de muertos, para erradicar
el famoso Halloween, aquí de acuerdo a ese tenor, se hubiese armado un
nacimiento, si al Vaticano, llevamos nacimientos artesanales, porque un árbol
de empresa refresquera, en fin, ese el uso del poder.
Es de lamentar que los ciudadanos sufrimos de
la falta de autoridad, no del autoritarismo, dos conceptos diferentes, respecto
a ello dice el investigador Luis García Correa que la falta de autoridad es un
problema. Veamos lo que expresa: “La falta de autoridad en la autoridad elegida
democráticamente es un problema que puede llegar a ser grave. No tener y no
aplicar de manera honesta la autoridad es nocivo para la sociedad, en especial
cuando los ciudadanos no son participativos, o cuando quien tiene autoridad y
no la ejerce está dominado por poderes perversos”.
“Los pueblos que no son honestos ni
participativos tienen autoridades deshonestas y no participativas, dictatoriales
o, al menos, refractarias a considerar y hacer todo dirigido y orientado al
bien de la comunidad.
“Se puede dar la paradoja de que una
autoridad –un político que ha sido elegido, por ejemplo– diga y haga lo que le
diga una empresa o un grupo de ellas, imponiendo la arbitrariedad de unos pocos
al conjunto de la sociedad”.
“Una cosa es tener autoridad y ejercerla
honestamente, y otra es aprovecharse o utilizar la autoridad para actuar como
dictador, con buena o mala voluntad. El efecto es el mismo: esclavizar y
beneficiarse por la corrupción, que es permitida por la falta de participación
de quien le ha delegado la autoridad: el pueblo que no participa y que, de
seguro, hará algún comentario.
“Con bastante frecuencia se acusa a los corruptos, y éstos siguen donde están. Y se vuelve a oír el comentario, la repulsa y la queja, pero sin que nadie haga nada, salvo quejarse individualmente.
“Las individualidades en la comunidad no tienen valor ni son efectivas.
“Con bastante frecuencia se acusa a los corruptos, y éstos siguen donde están. Y se vuelve a oír el comentario, la repulsa y la queja, pero sin que nadie haga nada, salvo quejarse individualmente.
“Las individualidades en la comunidad no tienen valor ni son efectivas.
“La honesta participación de la mayoría es
absolutamente necesaria y es muy efectiva.
“La falta de autoridad en la autoridad abre la puerta a los males en una sociedad.
“La falta de autoridad en la autoridad abre la puerta a los males en una sociedad.
“La falta de la honesta participación
personal y social, en las necesidades de la comunidad, es el origen de los
males de esa comunidad.
“Hace unos años, las Asociaciones de Vecinos,
Culturales, Deportivas y otras informaban a la autoridad: todos juntos buscaban
y luchaban por el mismo objetivo, lo que traía como resultado la solución del
problema.
“Hoy, ni siquiera las redes sociales son la
vía para la honesta participación que dé su aportación a la solución. No hay
mayorías.
“¿Qué se puede hacer con la falta de
autoridad en la autoridad? Crear uniones –por las vías que sean– pero crear
uniones para conseguir mayorías que, con honestidad y participación, vuelvan a
exigir, dar y aportar la solución de los problemas.
“¡La honesta unión es la solución!
“¡La honesta unión sigue siendo la solución!
“¡Sin la honesta unión de la mayoría no se
consigue la solución!
“¡La falta de autoridad en la autoridad se
soluciona con la honestidad, la participación y la unión!”
Hasta aquí el artículo de García Correa, que pone el dedo en la llaga respecto a lo que sucede en la mayoría de los municipios del país, donde no existe honestidad y menos unión de sus ciudadanos. ¿Conclusión?, que por eso estamos como estamos. ¿No cree usted?
Hasta aquí el artículo de García Correa, que pone el dedo en la llaga respecto a lo que sucede en la mayoría de los municipios del país, donde no existe honestidad y menos unión de sus ciudadanos. ¿Conclusión?, que por eso estamos como estamos. ¿No cree usted?
Algo Más…
El tema de la corrupción continúa haciendo
estragos a nuestra sociedad. Desde las imágenes virales de un político que fue
dirigente de un partido político, esposo de una diputada, y que frente a las
cámaras desmintió haberse embolsado hasta las ligas de los fajos de dólares que
había recibido de un prominente empresario que financiaba las campañas
electorales, no sólo de un partido político sinos de hasta dos o tres candidatos
que buscaban el poder público. Es decir, a pesar de tener todas las evidencias
de corrupción no pasó nada. La confianza ciudadana empezó a desmoronarse y hoy
sufrimos esas consecuencias.
La corrupción está entonces calando hondo.
Hay muchas denuncias pero no parece pasar algo que frene los excesos de los
gobernantes y el afán de enriquecimiento no tiene un freno que pare esa lacra
que carcome las finanzas públicas y hace desaparecer las esperanzas de un
México autoflagelado donde “La corrupción somos todos”. Ponemos un alto o lo
ponemos.
En conclusión, México está a pocos pasos de
desvanecer las palabras del zacatecano Ramón López Velarde. “México creo en
ti”, se va olvidando poco a poco ya que las instituciones no son ya confiables
en el imaginario de los ciudadanos. Necesitamos instituciones que dignifiquen
la política, hombres y mujeres que hagan del quehacer político una vocación de
servicio. Son muchos los estudios, las iniciativas de los universitarios y
académicos que han dado con sus trabajos un margen de opinión pública de los
deseos de una nueva generación que quiere construir un México mejor, con
rendición de cuentas y con un alto a la corrupción. Si queremos un México sin
corrupción, empecemos por nosotros mismos.
CCXLXX. En este año 2017, será un
año de austeridad. Es el momento para poner a todos los asesores con sueldos y
asistentes de síndicos y regidores en el régimen fiscal de Honorarios, para
evitar conflictos laborales posteriores.
Señor presidente de Iguala transparente su
gobierno. Haga pública la nómina municipal, los pagos destinados a comunicación
social. No espere el mes de mayo del 2017 para cumplirla con la Ley 207.
No haga berrinches. En pocos días acabarán
las posadas. Mejor proteste porque Tránsito no puede con los congestionamientos
de, entre otras, las calles Altamirano y Galeana.