Noé Mondragón Norato
Los
coqueteos políticos de Añorve
Sabe que la confrontación
sigue viva. Que los rescoldos de aquella pugna permanecen. Que los tiempos
pudieron resanar, pero no curar del todo las viejas heridas.
Que la plaza que visitó pertenece al grupo político de sus adversarios
internos. De cualquier forma, el ex edil tricolor de Acapulco y
aspirante al Senado de la república, Manuel Añorve Baños, intenta limar
asperezas con el grupo político liderado por el ex gobernador Rubén
Figueroa Alcocer. Y lo hace en una coyuntura interesante: la renovación de
la dirigencia estatal del PRI. Quiere asegurarla. Por eso se metió al
municipio de Iguala, gobernado por el figueroísta, Esteban
Albarrán Mendoza. Intenta echarse a la bolsa ese apoyo. Pero es obvio que
Esteban,no se manda solo. Está obligado a cabildear y consultar.
Porque se debe y le debe toda su carrera política, al
grupo Figueroa. Hay que ir por partes para entender los fondos de la inusual
visita de Añorve, a los dos municipios de la zona norte –Taxco e Iguala-, santuario
político del figueroísmo.
AMARRAR ADHESIONES.- Con el pretexto de asistir al
primer informe de labores legislativas de la diputada local y presidenta de la
Comisión de Gobierno, Flor Añorve Ocampo, el ex edil de Acapulco Manuel Añorve,
sostuvo una entrevista con el alcalde tricolor de Taxco, Omar Jalil Flores
Majul, un cuadro político de pura cepa figueroísta. Y luego,
aprovechó para “hacer una visita de cortesía” al edil priísta
igualteco, Esteban Albarrán Mendoza. De ahí se abre lo demás: 1.- Añorve
Baños ha mandado señales políticas que no han sido
respondidas. La más visible de ellas fue haber empujado como
dirigente municipal del PRI en Acapulco, al figueroísta Fermín
Alvarado Arroyo. El punto consistía en que el ex gobernador Rubén Figueroa, lo
evaluara como una acción política a su favor. Y se
sumara a la euforia de ver encumbrado a Fermín en esa posición. Pero no ocurrió
así. El ex mandatario defenestrado no quiso morder ese anzuelo envenenado. No
asistió a ese evento. Ni sacó la cabeza. Y se sumió en un
absoluto silencio. 2.- En la coyuntura del inminente relevo en la
dirigencia estatal tricolor, apareció el nombre de Armando Soto Díaz, delegado
federal de la Sedesol y cuadro político forjado en la escuela del gobernador
Héctor Astudillo. La filtración del
nombre puso muy nervioso al también ex secretario de Operación
Política del CEN del PRI, quien ya daba como un hecho consumado que
sería él o en su defecto, uno de sus cuadros
políticos, quien llegaría al CDE del PRI. Dos hechos lo evidenciaron
así: se apresuró a sacar su nombre de la competencia
por dicha dirigencia. Y comenzó a “visitar” algunos
alcaldes de clara pertenencia al grupo figueroísta. Entre ellos
Omar Jalil de Taxco, y Esteban Albarrán, de Iguala. Es obvio que intenta
generar los acercamientos políticos con Figueroa. Con
el fin de ejercer presiones de poder contra el gobernador Héctor Astudillo.
Pero no ha logrado sacar al ex mandatario estatal, de su
prolongado anonimato. 3.- El grupo político del ex gobernador
Figueroa, no tiene un cuadro político visible para
empujarlo a la pelea por la dirigencia estatal del PRI. Y se percibe
ciertamente, marginado políticamente por el propio gobernador
Héctor Astudillo. Sin embargo, dentro de los equilibrios y
la correlación de fuerzas internas de los grupos tricolores, ha
enviado ciertas señales de simpatía política con
el proyecto del ex alcalde de Chilpancingo, Mario Moreno Arcos, un personaje
que va en contraflujo a los proyectos de poder añorvistas. Ese
hecho explicaría en gran medida, el coqueteo político de
Manuel Añorve, con el grupo Figueroa. Es decir, buscaría quitarle a
Mario, los eventuales apoyos políticos de Figueroa. Pero
hay heridas que no cierran. Ni sanan. Los figueroístas no van
a ceder tan fácil a las pretensiones políticas de Añorve.
Porque si hay algo que le deben ha dicho personaje, es su
actual exclusión del gabinete astudillista.
HOJEADAS DE
PÁGINAS…Si
el gobernador Héctor Astudillo, ya anunció que no dialogará con
la delincuencia organizada, pero le dio al clero católico la
posibilidad de “valorar las contribuciones que sobre el tema haga”. ¿Está
abriendo entonces ese diálogo con la delincuencia organizada a través de la
Iglesia? ¿Cómo y de qué manera está blindando a su
administración y a los funcionarios de su gabinete de esta amenaza latente? Y
los municipios: ¿Qué papel juegan en esta dinámica de diálogos y anti
diálogos con los grupos delictivos?