Noé
Mondragón Norato
El ave
política de mal agüero
El gobernador Héctor
Astudillo Flores, gobierna sin oposición partidista. Lejos quedó aquel PRD
combativo y que ponía en el centro del debate, el quehacer de los gobernantes
guerrerenses. Las marchas promovidas con el fin de exigirles cumplir
eficazmente con su mandato. Se entiende la existencia de una operación política
soterrada priísta con el fin de silenciar e inmovilizar tanto al dirigente
estatal de ese partido, Celestino Cesáreo Guzmán, como a los propios alcaldes y
diputados locales perredistas. A excepción de uno: el calentano Isidro Duarte
Cabrera, quien ha demandado apoyos a su región y acciones contundentes en
materia de seguridad pública. En ese mismo carril está El Morena de López
Obrador, que también se hunde en el silencio ante los magros resultados del
actual mandatario estatal priísta. Y los demás partidos –PT, PVEM y MC- están
visiblemente cooptados por Astudillo Flores. El único reducto opositor en la
entidad, lo representa el alcalde de Acapulco, Evodio Velázquez Aguirre, quien
resistió los embates políticos recientes del inquilino de Casa Guerrero. Y lo
obligó literalmente, a sentarse a negociar. De ahí se abre lo demás.
OCHOA REZA:
CORRUPCIÓN QUE LO ALCANZA.- Si hay algo que dejó el inexperto dirigente
nacional del PRI, Enrique Ochoa Reza, en su fugaz visita a Guerrero el pasado
viernes, fueron posturas optimistas que no encajan dentro de las violentas,
sangrientas e inseguras realidades guerrerenses. Y la más visible fue una: “el
gobernador Héctor Astudillo está recuperando en diez meses de trabajo, lo que
echaron a perder los perredistas en diez años de mal gobierno”. Le dio de
varazos al panal. Por varias razones: 1.- En realidad, la visita del dirigente
nacional tricolor y la cortesía política mostrada hacia el gobernador, se leyó
como una forma de legitimar la virtual imposición del dirigente estatal del
PRI, en la figura de Armando Soto Díaz, un astudillista de cepa pura y quien en
noviembre de 2015, fue designado como delegado federal de la Secretaría de
Desarrollo Social (Sedesol) en la entidad. De esta forma, el mandatario estatal
intenta desprenderse de las influencias políticas tanto del ex gobernador y
actual senador René Juárez Cisneros y del ex alcalde de Acapulco, Manuel Añorve
Baños. Y dejaría tirado en el camino, el compromiso político con el ex edil de
Chilpancingo, Mario Moreno Arcos, quien por simples valores entendidos, es el
aspirante natural a ocuparla. 2.- Ochoa Reza sabía del impacto que despertarían
sus palabras. Por eso, cuando el senador perredista Armando Ríos Piter, twiteó
tanto a Ochoa Reza como al presidente Peña Nieto: “¿Con 1,797 homicidios
dolosos en lo que va del gobierno de @Héctor Astudillo el PRI recuperó a
Guerrero? #NoMásCorrupción”, lo que encontró como respuesta fue un ataque a
boca de jarro por parte del gobernador Astudillo: “Violencia que generaron
amigos tuyos, como Abarca. Ya se te olvidó. Cobarde”. Es decir, el estado
idóneo para el mandatario estatal, es que las cifras del horror permanezcan
ocultas. Y que todo aquel perredista que lo cuestione, encuentre como
respuesta, la intolerancia y el endosamiento político del caso Iguala, como
forma de silenciar los cuestionamientos a su gestión. Sin embargo, Astudillo
olvida amnésicamente que esa violencia de Iguala, es compartida por el
presidente Peña Nieto, quien no ha dado una respuesta convincente en relación
al paradero de los 43 normalistas desaparecidos. Y que hoy justamente, se
cumplen dos años de ese abominable hecho. 3.- Ochoa Reza, volvió a tropezar y
fuerte. Porque cuando arribó a la ciudad de México, se encontró con la sorpresa
de que se había filtrado a varios medios de comunicación, información sobre su
millonaria liquidación como Director de la Comisión Federal de Electricidad.
Por la bicoca de 1.2 millones de pesos, pese a que renunció a su puesto y solo
era objeto de una compensación simbólica. El ataque a la corrupción que ha
estado enarbolando como dirigente nacional tricolor e incluso, amenazando con
la expulsión de algunos gobernantes profundamente corruptos -como el de
Veracruz, Javier Duarte-, terminó alcanzándolo irónica y ridículamente. Así,
Ochoa Reza no solo es incongruente –producto de la escuela tricolor corrupta en
la que abrevó-, sino ave política de mal agüero. Porque en vez de ayudar, le
desató el escándalo y la polémica al gobernador Astudillo. Y alborotó por
anticipado a la gallera priísta, en la coyuntura de la renovación del CDE del
PRI.