Abrevando Por José Antonio Lavín Reyna

José Antonio Lavín Reyna
“Una devaluación es una forma de bajar el poder de compra de los habitantes de un país”: Principio Económico

PRINCIPIO DE PETER.
De 1976 a 1980 asistí a la Facultad de Contaduría y Administración de la UNAM,  soy graduado en Administración, recuerdo que en el segundo semestre, nos dejaron leer un libro llamado “El Principio de Peter” escrito por Laurence J. Peter y Raymond Hull, que señalaban: En una jerarquía, todo empleado tiende a ascender hasta su nivel de incompetencia: la nata sube hasta cortarse. 
Esta lectura siempre estuve presente a lo largo de mi vida profesional, en su columna Vivencias ciudadanas de Teodoro Lavín González retoma una parte del libro de L.J.P.  y señala: “Cuando yo era pequeño, se me enseñaba que los hombres de posición elevada sabían lo que hacían. Se me decía: “Peter, cuanto más sepas, más lejos llegarás”. Así, pues, continué estudiando hasta graduarme y luego entré en el mundo, aferrado firmemente a estas ideas y a mi nuevo título académico”.
“Durante mi primer año de enseñanza, me sorprendió descubrir que numerosos maestros, directores de escuelas, inspectores e interventores parecían ser indiferentes a sus responsabilidades profesionales e incompetentes para el cumplimiento de sus obligaciones. Por ejemplo, la preocupación principal de mi director era que todas las persianas se hallaran al mismo nivel, que hubiera silencio en las aulas y que nadie pisara ni se acercara a los rosales. Las principales preocupaciones del inspector se reducían a que ningún grupo minoritario, por fanático que fuese, resultara ofendido, y que todos los impresos oficiales fueran presentados dentro del plazo estipulado. La educación de los niños parecía estar muy alejada de la mente del administrador”.
“Al principio pensé que esto se debía a un defecto especial del sistema escolar en que yo daba clases, por lo que solicité ser destinado a otro distrito. Cumplimenté los impresos especiales, adjunté los documentos exigidos y me sometí a todos los trámites burocráticos. ¡Pocas semanas después, me fue devuelta mi solicitud con todos los documentos!
No, no había nada malo en mis credenciales; los impresos estaban correctamente cumplimentados; un sello oficial mostraba que habían sido recibidos en perfecto estado. Pero la carta que les acompañaba decía: “Los nuevos reglamentos establecen que estos impresos no pueden ser aceptados por el Departamento de Educación a menos que hayan sido certificados en el servicio de Correos para garantizar su entrega. Le ruego que vuelva a cursar la documentación al Departamento, cuidando esta vez de hacerlo por correo certificado”.
“Empecé a sospechar que el sistema escolar local no poseía el monopolio de la incompetencia”.
“Al pasar la vista en derredor, advertí que en todas las organizaciones había gran número de personas que no sabían desempeñar sus cometidos”.
“Un fenómeno universal: La incompetencia ocupacional se halla presente en todas partes. ¿Se ha dado usted cuenta? Probablemente, todos nos hemos dado cuenta.
Vemos políticos indecisos que se las dan de resueltos estadistas, y a la “fuente autorizada” que atribuye su falta de información a “imponderables de la situación”. Es ilimitado el número de funcionarios públicos que son indolentes e insolentes; el de jefes militares cuya enardecida retórica queda desmentida por su apocado comportamiento, y el de gobernadores cuyo innato servilismo les impide gobernar realmente. En nuestra sofisticación, nos encogemos virtualmente de hombros ante el clérigo inmoral, el juez corrompido, el abogado incoherente, el escritor que no sabe escribir y el profesor de inglés que no sabe pronunciar. En las universidades vemos anuncios redactados por administradores cuyos propios escritos administrativos resultan lamentablemente confusos, así como escuchamos lecciones dadas con voz que es un puro zumbido por inaudibles e incomprensibles profesores”.
“Viendo incompetencia en todos los niveles de todas las jerarquías: políticas, legales, educacionales e industriales, formulé la hipótesis de que la causa radicaba en alguna característica intrínseca de las reglas que regían la colocación de los empleados. Así comenzó mi reflexivo estudio de las formas en que los empleados ascienden a lo largo de una jerarquía y de lo que les sucede después del ascenso”.
Para mis datos científicos, fueron recogidos centenares de casos. He aquí un ejemplo típico:
Sección Gobierno
J. S. Cortés era encargado de la conservación y el mantenimiento en el departamento de obras públicas de Buenavilla. Los funcionarios municipales le tenían en gran estima. Todos alababan su perenne afabilidad.  “Me agrada Cortés -decía el superintendente de obras-. Tiene buen juicio, y siempre se muestra atento y afable.”
“Este comportamiento resultaba adecuado para el puesto que ocupaba Cortés: no era de su incumbencia hacer política, así que no tenía por qué manifestarse en desacuerdo con sus superiores”.
Termina señalando que este es sólo un caso de incompetencia en la manera de seleccionar al personal que acompaña a una autoridad electa por el voto popular, ejemplificado en el libro “El Principio de Peter”. “como podemos ver, los ciudadanos no podemos seguir dejando que las autoridades designen a quien se les da la gana y algo deberemos hacer para que no nos pase lo que nos ocurre cotidianamente, porque les guste o no en el gobierno actual, es muy evidente que ya llegaron a su nivel de total incompetencia. ¿No cree usted?”
Este principio se asocia a todos los niveles de gobierno, donde los que son seleccionados alcanzan pronto su nivel de incompetencia, perjudicando con ello a la población en general, a la incompetencia debemos agregar la deshonestidad del seleccionado, por eso estamos como estamos.
Algo Más…
Es muy probable que en Iguala una minoría de quienes escribimos en un medio de comunicación dediquemos más tiempo a difundir y comentar las malas noticias que las buenas. Después de todo, como dice un viejo dicho: para los periodistas, las malas noticias son buenas noticias. A nivel nacional es al revés, la mayoría escribe las notas tristes.
Sin embargo, por más que en los medios se difundan las malas noticias, no es lógico que entre la población en general no haya más conciencia de lo bueno que ha logrado el gobierno federal, considerando el gasto multimillonario que éste ha realizado para promoverse.
Si vemos, oímos y leemos los distintos medios de comunicación, gran parte de ellos sí cuentan lo bueno porque están atiborrados de mensajes emitidos por el gobierno. El problema es que dichos mensajes son aburridos y carentes de creatividad; no atraen la atención de la mayor parte del público. Son, en pocas palabras, mensajes ineficaces que se pierden en el vacío.
Es lo que le pasa al gobierno de Esteban Albarrán: su gasto excesivo en publicidad no ha servido de nada, cuando pretende que  arreglar una olla de drenaje y poner focos en la calle, cual obligación de autoridad, quiere que se la compremos como obra pública. Vaya, hasta Gama pide clemencia por él, puesto que sabe que su gris papel, lo aleja de la presidencia.

CCCXL.- Los días siguen transcurriendo y nuestra autoridad municipal sigue en su terquedad de no cumplir con las obligaciones que la Ley 207 del Estado le obliga. Tiene que dar conocer en el  portal de transparencia del municipio. Entre otra información, la nómina completa de sueldos y salarios que paga, seguramente por las irregularidades de la misma.  Por cierto, se dice, se rumora, que un comunicador de la radio ya se prepara para lanzar su candidatura independiente a la alcaldía de Iguala. Al tiempo.