LECTURA POLÍTICA Por Noé Mondragón Norato

LECTURA POLÍTICA
Noé Mondragón Norato

Congreso local: ponerle el cascabel a los gatos

La ley es clara: hasta no cumplir un año en la función, no se puede promover la destitución de los alcaldes. Quizá por esa razón, varios ediles con marcada incompetencia y apatía en sus tareas, ven lejana la posibilidad de que el Congreso local promueva las respectivas revocaciones de mandato en su contra. Pero hay algunos que de plano, ya rebasaron con creces la capacidad de asombro de los ciudadanos. Hay que ubicarlos.
EDILES EN LA CUERDA FLOJA.- Hay cuando menos cuatro ediles que se niegan a dar el ancho en lo referente a la entrega de resultados. Y que por esa razón, podrían encontrarse con sorpresas desagradables para después de septiembre. 1.- El edil priísta de la capital, Marco Antonio Leyva Mena, apelaba a los apoyos políticos de su padrino mágico Manuel Añorve Baños, para continuar sentado y riéndose de la ciudadanía chilpancingueña que ha demandado reiteradamente y hasta el cansancio, la dotación de servicios públicos. Porque toda la capital está convertida en un páramo. En una ciudad abandonada. En corrillos políticos se decía que Leyva Mena no temía políticamente, al gobernador Héctor Astudillo. Pero los resultados adversos de la pasada elección del 5 de junio, lo hicieron reaccionar tibiamente. Y comenzó a repavimentar el Paso a Desnivel que era ya, un asco de vialidad. Se entiende su cambio de comportamiento. Porque Añorve se cayó del pedestal en que estaba. Y Astudillo podría actuar contra la visible incapacidad de Leyva Mena, para gobernar dicho municipio, que nunca ha sido ganado por partido político
opositor al PRI. Pero que hoy ronda esa posibilidad. Leyva Mena lo sabe. Y por eso quiere vender hasta las áreas verdes en las colonias. Hasta retener ilegalmente el salario de varios regidores que se oponen a esa medida. El edil capitalino cava así, su tumba política. 2.- Otro que hace cómo que gobierna, es el edil perredista de Acapulco, Evodio Velázquez Aguirre. Porque el delito en ese municipio está desatado. Los servicios públicos son muy deficientes. Y la autoridad está dormida para actuar en ambos casos. Su más reciente crisis deriva del desafío de los taxistas para armarse con el fin de enfrentar a la delincuencia organizada ante la ausencia de gobierno. Y si al asumir como alcalde en septiembre pasado, se le proyectaba como potencial aspirante al Senado de la república por el PRD, o en su defecto, reelegirse para la alcaldía; sus hechos revelan que ya está muy lejos de alcanzarlas. Y en el hipotético caso de que llegara a cualquiera de las dos, sería para perderlas en las urnas. 3.- El edil priísta de Taxco, Omar Jalil Flores Majul, se metió de lleno al ojo de huracán. No ha entregado resultados convincentes e igual tiene abandonado a ese “Pueblo Mágico”. Y carga con el peso político de dos acciones delictivas que lo comprimen contra el suelo: el asesinato a mansalva del periodista Francisco Pacheco Beltrán, ocurrido el lunes 25 de abril pasado. Y la aparición de su nombre en una manta dejada por grupos delictivos la mañana del pasado miércoles, en la cual se le asocia con uno de ellos. Flores Majul, no garantiza la libertad de prensa en su municipio. Y ha guardado silencio sobre su hipotético involucramiento con un grupo criminal. ¿Lo investiga la Fiscalía estatal y la PGR? ¿O se hacen las omisas? ¿Habrá revocación de mandato en su contra? 4.- El edil tricolor de Iguala, Esteban Albarrán Mendoza, tampoco da una. La delincuencia organizada lo tiene contra la pared. Y su

policía municipal no actúa ni se ve por ningún lado ante el incremento sangriento y grotesco de los delitos. La entrada principal por Chilpancingo, está despedazada. También muchas calles del centro de Iguala. Esteban declina salir a enfrentar ese clima descompuesto que está obligado a frenar como autoridad, y hace cómo que no ve ni oye. Se apoltrona en la comodidad de su cargo y olvida que es autoridad. Y eso se llama indolencia y complicidad de soslayo. Como los ediles anteriores, Esteban Albarrán está en la ruta inevitable de la deflagración política. Al Congreso local le toca ponerle, el cascabel a los gatos.