LECTURA POLÍTICA
Noé Mondragón Norato
Astudillo: un gobernador de Beltrones
En política, algunas amistades permanecen. Marcan una circunstancia. No
se agotan ni se pierden con facilidad. Se tornan hasta cierto punto,
estratégicas. Por eso se entienden y explican muchos mensajes y señales
enviados desde el poder. Entre ellos, resaltan dos recientes: el del ex dirigente
nacional del PRI, Manlio Fabio Beltrones Rivera, “recomendando” al ex candidato
presidencial y dueño del partido político Morena, Andrés Manuel López Obrador,
en el sentido de que “podría ser más competitivo”. Y el silencio político
prolongado del gobernador Héctor Astudillo, en relación a la dimisión del
sonorense del CEN de ese partido. Hay que ir por partes para descifrarlos.
ASTUDILLO: ¿DEBILITADO?- Tras la pérdida sufrida por el PRI, de 7
gobiernos estatales de los 12 en disputa durante la pasada elección del 5 de
junio, en Guerrero el gobernador tricolor, Héctor Astudillo, estaría acusando
cierta debilidad política. Hay pistas muy visibles que así lo indicarían: 1.-
Cuando arribó como candidato a gobernador por el PRI, Astudillo Flores fue
empujado por un acuerdo político interno, en el que Manlio Fabio Beltrones
Rivera, jugó un papel fundamental. El ex dirigente nacional de ese partido,
operó la candidatura de Astudillo a favor de su grupo político, como una forma
de sumar un gobierno estatal a sus alforjas. Desde luego, con la mira puesta en
la sucesión presidencial priísta de julio de 2018. Pero hoy Manlio Fabio está
fuera del PRI nacional. Se entiende que de las derrotas del PRI en 7
gubernaturas, el presidente Peña Nieto salió
ganando. Porque se sacudió en la figura del sonorense, a uno de los más
peligrosos aspirantes tricolores a la candidatura presidencial para 2018. Pero
sobre todo, ajeno al grupo político presidencial. 2.- En la integración del CEN
del PRI, Manlio Fabio designó como Consejeros nacionales de ese partido, a los
gobernadores de Campeche, Rafael Alejandro Moreno Cárdenas; de Guerrero, Héctor
Astudillo Flores; de San Luis Potosí Juan Manuel Carreras López y de Sonora,
Claudia Pavlovich Arellano. Es decir, a todos los que pertenecen a su grupo
político. Y también al candidato perdedor de la pasada elección del 5 de junio
por el gobierno de Veracruz, Héctor Yunes Landa, al ganador por Hidalgo, Omar
Fayad Meneses, y al que se quedó en el camino en Oaxaca, Eviel Pérez Magaña.
Pero con el arribo de Carolina Monroy –prima de Peña Nieto y sustituta temporal
de Manlio Fabio en el CEN del PRI-, todos ellos tendrán un muy reducido margen
de maniobra. 3.- Son más de cinco visitas las que el secretario de Gobernación,
Miguel Ángel Osorio Chong, ha realizado a Guerrero. Pero no han servido de
nada. Es decir, el clima de inseguridad y violencia no cesan. Dicho escenario ha
desgastado sistemáticamente al gobernador guerrerense. Y se entiende: Osorio
finge los apoyos de la Federación hacia Héctor Astudillo, pero al final lo ha
dejado solo. Porque éste último es un activo político de Manlio Fabio
Beltrones, quien era hasta antes del 5 de junio, el principal adversario
político de Osorio Chong, en la carrera por la candidatura presidencial
tricolor. Sin la sombra política de Beltrones, arropándolo, Astudillo se tornó
políticamente más vulnerable. De ahí se entiende también, el guiño político de
Beltrones hacia AMLO. Como tratando de anticipar divisiones al interior
del PRI, si él se queda al garete. Sin cargo alguno. Así, como está.
4.- En la coyuntura previa a la elección del 5 de junio, reapareció el grupo
aguirrista. Por un lado, Jorge Salgado Leyva, ex secretario de Finanzas del ex
gobernador Ángel Aguirre Rivero, entrevistándose con el gobernador Héctor
Astudillo. Y por el otro, Ángel Aguirre Herrera, hijo del ex mandatario estatal
defenestrado, anunciando su regreso a la política local. Pese al desconcierto
que causó, la razón del regreso político aguirrista es simple: el gobernador
Astudillo necesita de los favores políticos de Aguirre Rivero, para acercarlo
más con Peña Nieto, en función de la estrecha amistad del ex mandatario
perredista, con el presidente del país. Con ello, Astudillo Flores se estaba
anticipando en realidad, al escenario de desastre tricolor de la pasada
elección del 5 de junio. Sabe que su carta fuerte en el PRI nacional se
difuminó, cual estrella fugaz. Y ahora tiene que tender alianzas con quien sea.
Hasta con Aguirre, a quien tanto criticó sus nepotismos. El gobernador acusa
debilidad política.