Abrevando Por José Antonio Lavín Reyna

Abrevando
José Antonio Lavín Reyna
“Trincheras de ideas valen más que trincheras de piedra”: José Martí.

¿Por qué no participamos los ciudadanos?
Existen diversos analistas que señalan que las ciudades son el reflejo de sus habitantes, porque representa  la suma de sus esfuerzos, de su capacidad de organización, de sus costumbres, de la forma en que sus miembros perciben su entorno y de cómo interactúan entre sí para juntos construir lo que conocemos como sociedad.
Este colectivo, la sociedad, es también el resultado de la suma de nuestros errores y de nuestros aciertos, es la sumatoria de lo que somos y cómo somos, es por ello que nuestra ciudad es el reflejo de lo que los habitantes de cada ciudad son.
Cuestión que se observa en la mayoría de los países con gobierno que no toleran la corrupción, mucho menos la impunidad, ejemplos la reconstrucción de las ciudades devastadas en Europa y Japón, renacieron de sus cenizas y se les observa pujantes y ejemplares.
¿Por qué entonces hemos dejado como sociedad que nuestra ciudad u otras muchas de nuestro país refleje lo que no somos?, ¿o lo refleja?, no, no es que nuestra ciudad sea atractiva o no, no se trata de ello, se trata de una ciudad con grandes rezagos en los mínimos estándares de calidad de vida en comunidad, veamos: Rezago en un 50% de pavimentos, una ciudad con prácticamente un sistema pluvial inexistente, con carencia de áreas verdes, ya no hablemos del déficit en servicios públicos: recolección de basura, alumbrado público, parques y jardines destruidos, también existe déficit de espacios públicos de calidad que permitan encausar a la juventud al deporte o a la práctica de actividades recreativas sin estar expuestos al vandalismos, al grafiti que afea hasta el alma de los que aquí vivimos, una ciudad con un sistema de transporte público caro y de ínfima calidad, una ciudad donde un gobierno irresponsable igual que realiza obras a su conveniencia, solapadas por un corruptor sistema del reparto de los recursos: el famoso Coplademunin. Nuestras autoridades que viven de las mochadas por obra ejecutada, por agentes de tránsito y reglamentos corruptos, principalmente que cohechan a los ciudadanos y no pasa nada, de esta manera condenan a los habitantes de cualquier ciudad del municipio al eterno problema de la falta de recursos y con ello que los rezagos sigan acumulándose día con día.
La piedra angular de un buen gobierno debe fundamentarse en la participación ciudadana, ésta es inherente al ejercicio democrático de un país y es per se, una actividad de servicio a la colectividad, supervisada, vigilada y acompañada en conjunto por la sociedad.
Si bien es cierto que los gobiernos en nuestra ciudad son los responsables de la situación actual, también lo es que los ciudadanos hemos sido omisos al no vigilar y pedir rendición de cuentas a las autoridades. La apatía que los igualtecos, que bien podrían ser  taxqueños, cuernavaquenses, laguenses, etc.,  en edad de votar durante las elecciones, permiten con su apatía, en cierta medida las formas de gobernar de quienes son elegidos por una minoría, es decir, ellos interpretan el abstencionismo como una venia para hacer lo que les dé la gana. Los gobernantes asumen pues que si la gente deja de votar, es porque no le interesa quién gobierne y por ende, mucho menos le interesará como lo haga. Voy más allá, me atrevo a decir que para el partido en el poder, el abstencionismo de entrada es ya en sí misma, una victoria garantizada.
La falta de participación ciudadana, se manifiesta en buena parte de los municipios del país y en el caso de nuestro municipio, en la poca participación de los ciudadanos en el pago del gravamen denominado impuesto predial, el más importante que paga la comunidad y buena parte del presupuesto de egresos propios de cada municipio proviene de esa fuente, lamentablemente años tras año, el índice de morosidad se incrementa, por ello es impensable un incremento en el mismo, ya que seguramente ocasionaría sería un incremento de la morosidad.
El impuesto predial es una aportación básica para el financiamiento de la obra pública pero esta no se da y para hacerla ha sido necesario recurrir al expediente de los recursos federales y estatales, de hecho en Iguala, el 80% de su gasto público proviene de transferencias de recursos de la federación. Quizá si los ciudadanos viesen que los políticos presidentes renunciaran a las corruptelas podrían participar pagando su impuesto predial.
Muchas de las obras que se realizan se encuentran infladas artificialmente en sus costos y este manoteo ilícito de recursos es lo que ocasiona que cualquier presupuesto resulte siempre insuficiente y los créditos sean una opción fácil para disponer de dinero en efectivo, así la obra que se proyecte esté mal realizada o sencillamente no sea necesaria. Todos los políticos saben que para poder engordar su cartera deben realizar obra pública porque ese es el expediente que oculta con más facilidad todos los desvíos. Luego entonces la honestidad de origen es el principal elementos para poder fomentar una economía sana. Entre los gobiernos como entre los individuos la rectitud de conducta es la clave del éxito de cualquier obra que merezca el recuerdo.
Una sana administración financiera del municipio debería darse en el sentido de ajustar a la baja el gasto corriente, reduciendo la enorme plantilla de empleados inútiles y haraganes que actualmente están incrustados en la nómina municipal.
El secreto de unas finanzas sanas reside principalmente en el gastar y no tanto en el ganar. Ganes lo que ganes, ingreses lo que ingreses si gastas inmisericordemente más de lo que ingresas, irremediablemente nunca se tendrá la capacidad para ir disminuyendo el atraso de cualquier municipio. Aquí, la honestidad es lo principal porque la conducta delictiva acaba con toda la riqueza de un pueblo sea poca o sea mucha.
CCXCXXXV.-  Vaya que horror, que pena, que asco, como poder decirlo “que poca maye”, es inconcebible que nos salgan con que tenemos guardadas las facturas, de veras, ahí están, no me robe nada, encontramos destrozada las instalaciones, puras escusas, dijeran los jóvenes en la calle: una verdadera jalada, la cual la disfrazan con otra tontería, todo fue en aras de reconstruir el tejido social. ¿Cuál, cuál, el tejido social nunca se ha roto.  Todo una enorme mentira.

Que le vamos hacer, de verdad que somos como decía Refugio “Cuco” Román, vivimos en “agacholandia”. Ni para donde hacerse, mejor nos callamos, vivimos con miedo y temor, en estos cuatro meses y medio, la cuenta de personas asesinadas se encuentra cerca del centenar. Se  puede decir que del dicho “Transparencia y Desarrollo”, al hecho, hay bastante trecho.