LECTURA POLÍTICA
Noé Mondragón Norato
Astudillo: cambiar con los mismos
No todos los nombramientos hechos por el gobernador priísta, Héctor Astudillo Flores, llevan el sello de la competencia y la eficacia. Al contrario: muchos de ellos están sensiblemente tocados por las irregularidades en su desempeño. Son cuadros que ayudaron al PRI justamente, a perder la elección de febrero de 2005. Hasta los nepotismos que tanto se criticó de la administración del ex gobernador Ángel Aguirre, tuvieron cancha abierta. Pero como el mandatario estatal arrastra con una serie de compromisos políticos ineludibles, se vio obligado a ubicarlos en esas áreas. Aunque eso entrañe, su propio desgaste político muy temprano. La radiografía es elocuente.
¿CAMBIAR CON LOS MISMOS?- El sentido común se impone: si Astudillo pretende llevar un gobierno “con orden y paz” como lo establecía en su principal slogan propagandístico y electoral, ¿acaso podrá lograrlo con los mismos personajes del pasado que contribuyeron a su primera derrota electoral por el gobierno del Estado? Se lee así: 1.- A fines de febrero de 2005, al ex secretario de Fomento Turístico, el priísta y dos veces contendiente perdedor por la alcaldía de Acapulco –en las elecciones locales de 1999 y 2002-, Ernesto Rodríguez Escalona, pactó su permanencia en el primer gobierno de la alternancia perredista, encabezado por Carlos Zeferino Torreblanca Galindo. Lo hizo en una conversación que pretendió pasar desapercibida, pero que fue ubicada en un yate, en plena bahía acapulqueña. “De Ernesto Rodríguez Escalona se conocieron los encuentros con Zeferino Torreblanca Galindo, en un yate aquí en Acapulco, y nos preocupa mucho ese silencio en la campaña, después de que nosotros estuvimos con él cuando fue candidato ayudándole, nos preocupa que eso sea una traición silenciosa. Ese hecho no solo preocupa, sino que es una irritación de todo el priismo en el estado,” sostuvo en su momento, Héctor Astudillo. Y Rodríguez Escalona fue ratificado en esa misma secretaría. Hoy, Astudillo ya es gobernador. Se le olvidó el desaguisado con Rodríguez Escalona. Dicen que hay una razón que lo justifica: la fuerte inversión monetaria hecha por el empresario acapulqueño, a la campaña del priísta. Por eso, Astudillo decidió olvidar sus rencores del pasado. Y lo designó por tercera vez, -fungió como tal en los periodos de René Juárez y Zeferino Torreblanca- como secretario de Fomento Turístico. El punto es que si Rodríguez Escalona no aportó nada significativo como titular de esa dependencia en sus dos enmiendas anteriores, ¿quién garantiza que esta vez sí lo hará? 2.- El gobernador priísta pagó en parte, sus compromisos políticos con el ex gobernador René Juárez Cisneros y con el diputado federal y actual secretario de Operación Política del CEN del PRI, Manuel Añorve Baños. Aunque lo hiciera en forma nepótica. Porque designó a René Juárez Albarrán, –hijo del ex mandatario Juárez Cisneros- como representante del gobierno estatal en la Ciudad de México. Y Manuel Añorve Aguayo, -el vástago de Añorve Baños-, como subsecretario de Desarrollo Social de la entidad. El mensaje es deprimente. Porque se entiende que el PRI no ha dejado de ser el club de amigos tradicional. En el cual se siguen privilegiando los lazos de sangre y no las capacidades probadas. El gobernador entrante estaba obligado en ese sentido, a incluir dentro de su gabinete a personajes de la sociedad civil que de verdad le ayudaran a generar la ansiada gobernabilidad. No rémoras que de algún modo, ya lo están afectando. Es entendible que el gobernador Astudillo, debe pagar sus compromisos políticos con quienes lo ayudaron a llegar. Por elemental regla del poder. Pero si les abre toda la cancha y se convierte progresivamente, en rehén de sus caprichos, son los mismos que pueden fermentar su caída. Así como ocurrió en la elección de febrero de 2005.
HOJEADAS DE PÁGINAS…Desesperada y aturdida por sus propias contradicciones, la presidenta de la Comisión de Gobierno del Congreso local, Flor Añorve Ocampo, anunció la implementación de sendas denuncias penales contra los presumibles estudiantes de Ayotzinapa, que destrozaron algunas ventanas del Congreso local, el pasado 27 de octubre después de la toma de protesta de Héctor Astudillo, como gobernador. Y como ya había anunciado que no lo permitiría, le quiso dar congruencia a sus palabras. A pesar de amenazar a los rijosos y vándalos, con los ojos vendados.