Columna: Falcotitlán: LENNON

Falcotitlán: LENNON

Hugo Falcón Páez

 

Hace falta un John Lennon

 

Hablar de John Winston Lennon, sería escribir un tratado académico contemporáneo, del artífice revolucionario. El músico, el cantante, el autor de notas y melodías que superaron incluso las de Elvis Presley, Bob Dylan, Elton John y Mick Jagger. Ayer precisamente se celebró su cumpleaños, no está físicamente pero vive en nuestra inspiración. Lennon tendría 75 años de edad. El beatle, hijo de Julia y Alfred, quien cimbró a Paul, George y Ringo, a Cynthia y a Yoko Ono. A Julian y Sean. Quien enamoró al mundo, a los espíritus sensibles, a las conciencias aventureras y a los genios idealistas que crean arte para lograr un hermoso mundo de paz. Sin embargo, tenía 40 años de edad cuando en Nueva York, un diciembre de 1980 fue asesinado por Martin Chapman. Qué podemos decir, la maldad es para este lugar el alter ego de los hombres y mujeres, sólo pocos persisten con bondad y amor. El amor. Un efecto químico-biológico; una causa, el humano.

Imagina, Dios, Sueño número nueve, Juegos mentales, Mujer, Madre, Amor, sólo algunas frases, algunas canciones. Así para abrirse camino a historias que nutren nuestra existencia en todos los campos, verter arte, ciencia, cultura y tecnología, para dar vida a la civilización, a individuos que nos dan y nos quitan. En fin, el amor es parte medular de Dios, parte sustancial de las religiones. Incluso la limitada concepción del amor, no obstante, abarca una gran cantidad de sentimientos diferentes, desde el deseo pasional y de intimidad del amor romántico, hasta la proximidad emocional asexual del amor familiar y el amor platónico,[] y hasta la profunda unidad de la devoción del amor religioso.[ En este último terreno, trasciende el sentimiento y pasa a ser la manifestación de un estado del alma o de la conciencia identificada en algunas religiones como Dios mismo. El amor en sus diversas formas actúa como importante facilitador de las relaciones interpersonales y, debido a su importancia psicológica central, es uno de los temas más frecuentes en las artes creativas. El amor, ¿qué es?, eso es, sólo la pregunta me pone a temblar, los axiomas están en millones de libros, ilustrándonos el amor personal, el incondicional, el filial, fraternal, amistoso, romántico, confluente, sexual, platónico, hacia los animales y plantas, a deidades, a lo inanimado, al Universo. Y todo queda al descubierto, sin velos, el amor es todo lo que llena un vacío, el amor no tiene retórica, no tiene herramientas, no tiene barras matemáticas ni números, ni ecuaciones para poder entenderlo o comprenderlo, la sapiencia se ha encargado de hurgar demasiado en esa palabra, amor.

Para Erich Fromm el amor es un arte y, como tal, una acción voluntaria que se emprende y se aprende, no una pasión que se impone contra la voluntad de quien lo vive. El amor es, así, decisión, elección y actitud. Desde su punto de vista, la mayoría de la gente cae en el error de que no hay nada que aprender sobre el amor, motivados, entre otras cosas, por considerar que el principal objetivo es ser amado y no amar, de modo que llegan a valorar aspectos superficiales como el éxito, el poder o el atractivo que causan confusión durante la etapa inicial del pretendido enamoramiento pero que dejan de ser influyentes cuando las personas dejan de ser desconocidas y se pierde la magia del misterio inicial. Y así Sigmund Freud, ve en el amor exclusivamente la expresión —o una sublimación— del instinto sexual, en el lugar de reconocer que el deseo sexual es una manifestación de la necesidad de amor y de unión. O en palabras de Carl Gustav Jung, “sólo por el espíritu el hombre es capaz de superar su naturaleza y amar a una sola mujer”. O Alfred Adler, quien señala que el hombre sólo puede hallar la salud y el equilibrio en el amor a sus semejantes. Friedrich Nietzsche, decía que lo que se hace por amor acontece siempre más allá del bien y del mal. Martin Heidegger se cuestionó, “¿por qué es el amor más allá de toda medida de otras posibilidades humanas tan ricas y una carga tan dulce para el que ha sido golpeado por ella? Porque podemos cambiar nosotros mismos en lo que amamos, y sin embargo seguir siendo nosotros mismos. A continuación, nos gustaría dar las gracias al amado, pero no encuentro nada que lo haría de manera adecuada. No podemos sino estar agradecidos a nosotros mismos. El amor se transforma en gratitud, la fidelidad a nosotros mismos y en una fe incondicional en el otro. Así, el amor expande constantemente su secreto más íntimo”. Todos los aludidos educan a través de lo que es el amor, según su mente. Ya lo escribió Paracelso. “Quien no conoce nada, no ama nada. Quien no puede hacer nada, no comprende nada. Quien nada comprende, nada vale. Pero quien comprende también ama, observa, ve… Cuanto mayor es el conocimiento inherente a una cosa, más grande es el amor… Quien cree que todas las frutas maduran al mismo tiempo que las frutillas, nada sabe acerca de las uvas”.

Y así hurgando en el tiempo, en mi sentido que es tan común, logro ser ignorante como autor, como artista, como un escritor que ama sin ser el que es que cavilan, un misterio que en la noche se revela, un enigma que a cada beso se siente una persona, este texto lo redacto con mi más sensible humor, por el ánimo de seguir en esta Tierra. Para mis dos hijas, que ellas son el Universo, el infinito, la inmortalidad; para mí, la dedicación más profunda, la que jamás estará disuelta. Con amor, así soy yo. El amor no tiene lenguaje, no tiene fronteras, no tiene amo. Por ello recuerdo, “el amor es real, el amor es sentimiento, el amor es querer, ser amado”. Así como lo bueno que se va, hace falta un John Lennon.

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