Columna: Abrevando

ABREVANDO

José Antonio Lavín Reyna

 

El poder y su soledad.

 

Generalmente la mayoría de las autoridades, se han acostumbrado a mentirnos deliberadamente con respecto a la situación real que guardan las condiciones reales del país, hasta en el caso de la situación de las elecciones,  más que por un optimismo insano, por querer creer que las cosas son al tamaño de su deseo y tal vez por eso el famoso escritor y dramaturgo mexicano Juan Ruiz de Alarcón nos dijo: “En boca del que mentir acostumbra, es la verdad sospechosa”

En cuanto al tema que cabecea esta columna, la tomo de mi primo hermano Teodoro Lavín León, catedrático de la UAEM y expresidente del IEEM: “La gente siempre se ha preguntado acerca de la ‘soledad del poder’, de la que frecuentemente han hablado y hablan los gobernantes. Supone que se trata de una soledad física, de la falta de compañía -pero no es así-. La compañía física le sobra a un gobernante”, dice Rodrigo Borja en la Enciclopedia de la Política.

Todos los lambiscones que pululan alrededor de los hombres del poder tratan de estar muy cerca del que lo detenta y, estén o no de acuerdo con lo que dice, se rasgan la vestiduras para decirle que sí, que están de acuerdo, que él es el más inteligente y que nadie antes en la historia de la humanidad ha logrado lo que él; el problema es que se lo crea y el ego humano es muy propenso a la adulación, y se da el famoso fenómeno que todos de manera coloquial decimos “ya se subió al ladrillo o ya se mareó”; pero hay ocasiones cuando el espíritu está más alerta, que lo acatarran con tanta miel, y es entonces cuando sólo el gobernante que a pesar de que se acostumbró a la adulación en algún momento lo llegan a saturar. Entonces es que, de tanto en tanto y a veces con mucha frecuencia “busca espacios de individualidad y de retiro, alejado de la gente y de las estridencias del poder, para reencontrarse a sí mismo. Huye por momentos de la aturdidora parafernalia del gobierno para rescatar su equilibrio emocional”, agrega la Enciclopedia de la Política.
Esto es verdaderamente importante, porque el rescatar el equilibrio emocional lo mantiene con los pies en la tierra; pero también existe la probabilidad de que, por el contrario, se maree de tal manera que vea enemigos en todas y cada una de las acciones de aquellos que no comulgan con él; por ello, el perder la firmeza del piso es un mal muy común, que ha hecho que extraordinarios hombres y mujeres se conviertan en títeres de su propia egolatría.

La “soledad del poder” tiene muchas facetas, desde querer hacer de sus necesidades personales y familiares situación de Estado, hasta fenómenos tan importantes como lo es “el trance desolador que con frecuencia precede a la toma de decisiones trascendentales de gobierno, cuyos efectos resultan generalmente duros para la sociedad -y muchas veces más duros para los ciudadanos que la forman-“, dice la Enciclopedia de la Política.

“El gobernante sabe que está solo en esa responsabilidad. Puede tener muchos o pocos asesores, puede escuchar pocas o muchas opiniones, pero al final son él y su conciencia, envueltos en la más absoluta soledad, los únicos que han de asumir la responsabilidad de la resolución tomada. A todo gobernante le halaga la sensación de ser popular, de gozar de popularidad, pero a veces la popularidad es incompatible con la toma de ciertas decisiones y, en ese trance, un gobernante responsable debe sacrificar aquélla en aras de ésta.”, continúa la Enciclopedia de la Política.

Desde luego, eso sucede cuando el gobernante es responsable y piensa primero en sus gobernados y no en él mismo, la realidad nos enfrenta a una verdad que vivimos todos los días, que es que el gobernante normalmente piensa más en él que en su pueblo y en su futuro, que en el de sus gobernados; es por ellos que el adentrarse en el poder hace que los individuos cambien y muchas veces se trasformen, y no precisamente para bien.

La famosa frase “¿Quieres conocer a un hombre?, dale poder” es contundente, es cuando el hombre o la mujer ejercen el poder sacan sus mejores cualidades y defectos.
Siempre están rodeados de los famosos asesores que “permanecen en la penumbra. Carecen de visibilidad pública. Dan su opinión y se marchan. El gobernante es el único responsable de sus aciertos y sus errores. Es quien debe afrontar las consecuencias. Por acompañado que esté físicamente —y la compañía de los gobernantes es usualmente nutrida—, las hondas cavilaciones y preocupaciones que preceden a la toma de una decisión fundamental lo recluyen en la más absoluta soledad espiritual. Sabe bien que no podrá compartir con nadie esa responsabilidad.

El poder siempre ha llamado la atención, prueba de ello es que se han hecho grandes obras de teatro, libros extraordinarios como los de Luis Spota y muchísimos más que han tratado sobre el poder y sus consecuencias; y hemos visto crecer y hundirse en su propio ego a muchos.
El poder es peligroso, pues saca lo bueno y lo malo de los gobernantes; por eso repetimos que si quieres conocer a un hombre, dale poder. ¿No cree usted?”

Algo Más…

Nadie sabe cuál es el empeño de los partidos políticos, candidatos y funcionarios públicos en pulverizar el aprecio colectivo por la política, en contagiar al ciudadano del asco de lo que es nuestra política, al constatar, permanentemente, que el nivel de corrupción, opacidad e injusticia es un asunto que abarca, transversalmente, a todas las instituciones públicas y que está presente en todos los tramos de control político. Nadie supo, entonces, cuál es el incentivo para ir a votar el próximo 7 de junio, más allá del deber ciudadano previsto en la Constitución y, sobre todo, por una resistencia colectiva de aceptar que no existen fórmulas ni personas que realmente puedan hacer un México más justo, honesto y democrático. Nadie sabe y nadie supo que esto es lo que significa nuestra política.

Así las cosas: en un régimen partidocrático como el nuestro, en el que la representación política es solo una ‘ficción jurídica’, el sufragio popular se convierte en un acto inmoral y perverso; inmoral, porque atenta en contra de la buena fe de los electores; y perverso, porque los candidatos saben, de antemano, que su labor legislativa estará supeditada a las consignas de sus dirigentes partidistas.

CCXXXVI.- En nuestro entorno,  lástima leer las declaraciones del alcalde sustituto por ordenes del Congreso, acerca de la obra pública, su desconocimiento de lo que es una obra lo lleva a descalificar de antemano a quien señala los errores, sin comprobar la calidad de las mismas, por eso se dice que la lluvia, esa bendita lluvia, descobija todo lo mal hecho.  En fin, que se puede esperar de alguien que no fue elegido en las urnas y está ahí, solo por sus relaciones personales, amén de que no puede abrir una obra, si no acude a inaugurarla, vaya como si pavimentar una calle, fuera lo más importante del ejercicio del poder, cuando es una obligación, pero en fin, la obra pública en este país es la que permite el enriquecimiento de los funcionarios, puesto que son obras de oropel y como la joyería de fantasía, solo para salir del paso.