“Los 9 del Vasconcelos”

“Los 9 del Vasconcelos”

Por: Carmelo Corripio Pineda “El Búho”

 

El “Centro de Estudios de Bachillerato José Vasconcelos 5/3” imparte la enseñanza de bachilleratos de pedagogía e informática, ubicado en prolongación Santos Degollado en la Col. Jardines del Sur. En su honor bautizaron sus calles con el nombre de Gladiolas, Claveles, Gardenias, Jazmines, etc. Hace poco junto a colonias contiguas era un largo llano de cultivos de distintas especies, con una sugerencia de un amplio jardín perfumado, la dirección de la escuela desemboca en la Avenida Caritino Maldonado, donde está ubicada la “Bodeguita Aurrerá”, a un costado hay una estación de combis y taxis. De ahí nueve jóvenes, siete hombres y dos mujeres menores de 15 años, del primer año de instrucción, fueron levantados a las 12:45 p.m., después de caminar unos metros de risas y ocurrencias que brotan incontenibles de esa fuente de la juventud de sueños y esperanzas. El grupo de los nueve fueron introducidos con violencias y amenazas en un vehículo, uno los golpeaba y otro los amenazaba con su arma de alto poder. La maniobra fue en segundos y presenciada por mucha gente, que muda de terror huyeron a sus casas sin querer informar. Una sociedad amedrentada con miedo, convertida en seres viles, patéticamente miserables, despojados de su dignidad y honor, porque individualmente y desarmados somos carne de cañón, sin capacidad para organizarnos. Una sociedad que no quiere enfrentar riesgos ni afrontar peligros; una sociedad acorralada, enterada de que hay infiltrados, que muchos taxistas son halcones, pseudo maestros incendiarios, anarquistas homicidas, guerrilleros secuestradores, partidos políticos unidos al crimen y una gran cantidad de asociados de los tres poderes, en persecución abierta contra la sociedad, comprobado, porque ocurrir a ellos en ayuda se convierten en inquisidores de tus derechos y soplones de nuestros enemigos. El levantón duró 5 horas; se los llevaron a uno de los cerros que rodean la comunidad de El Naranjo, ascendieron por una brecha y al llegar a la parte más alta se ubicaron en un escondite inaccesible. Los bajaron a culatazos, los amenazaron de muerte con las armas apuntándoles con todos los prolegómenos de una ejecución: “armas al hombro, apunten, disparen”, pero no lo hicieron. Los nueve enloquecidos por la presencia de la muerte, amordazados y amarrados se retorcían convulsos con la energía de la desesperación, a los que emitían movimientos y quejidos los golpeaban despiadadamente. A una chica la desnudaron totalmente y la violaron repetidamente frente a todos los demás. Las violaciones repetidas aterrorizaron a todos, especialmente a su compañerita, o sea la que seguía, que se negaba a que la desnudaran, cuando lo lograron y a su merced, sin la mordaza, se les hincó y les dijo “que mejor le dieran un tiro en la cabeza”. Esa desgarradora petición provocó un efecto inaudito, un milagro que sólo “Dios” puede hacer. Petrificados los desquiciados criminales la miraban sin pronunciar palabra: sólo el jefe le dijo: “vístete”. El sería el primero, el malvado se subió los pantalones que yacían sobre sus pies; se sabe que en lo más alto de las montañas el viento sopla más fuerte y es frío. Eso ocurrió, un frío extremo se apoderó del improvisado cuartel o centro de operaciones de ese grupo, el jefe gritó:

-Regresemos a estos cabrones. Bajemos despacio porque viene otro grupo. ¡Boca negra!  Pon café, polvo y mujeres de las nuestras para combatir el frío.

-¿Cuántas jefe?- preguntó Boca Negra.

-Una para cada uno y las rolamos.

De regreso se cruzaron con otro vehículo que transportaba alumnos de la Prepa 10, identificados por su uniforme. Los jefes se bajaron de sus camionetas y apartados conversaban, seguramente de sus éxitos y peligros. Los nueve del Vasconcelos, un poco aliviados, permanecían recargados unos con otros, con ojos cerrados, implorando y sumamente fatigados.

Los soltaron a las 5 de la tarde en un lugar desconocidos para ellos, pero accesible a la ciudad. Los delincuentes los amenazaron que si decían algo que regresarían por ellos para matarlos, que los tenían localizados por sus credenciales y celulares. Preguntando llegaron a su hogar con un trauma emocional que no se sabe cómo influirá en su vida futura; todos reciben asistencia psicológica para restablecerlos a la normalidad.

Hay dos clases de denuncia: la de oficio por delitos de homicidio y secuestro, como ocurrió con los “nueve del Vasconcelos”, delitos que pueden ser investigados por las autoridades competentes tan sólo con una llamada telefónica o información en cualquier medio: radio, televisión o prensa. En este caso la principal fuente de información es el “Centro de Estudios de Bachillerato José Vasconcelos 5/3”, donde estudian los jóvenes levantados el día 28 de Noviembre de este año 2014, a las 12:45 p.m., aun lado de la bodeguita “Aurrerá”.

La otra denuncia por la comisión de un delito es por querella de parte; es decir, el agraviado, el que sufrió el acto delictivo, tiene que apersonarse ante el ministerio público y por escrito o verbalmente denunciar el acto, de robo, fraude, etc. En el presente caso no hay excusa, si por temor la familia de los agraviados, o los agraviados mismos no presentan su denuncia, con solo los datos de esta columna, es suficiente para que se abra una averiguación contra este nuevo género de delito, “Secuestro Express”, en el que violan, golpean, amenazan y traumatizan a personas, familias y sociedad.