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José Antonio Lavín Reyna

No es el fascismo, pero se le parece

 

Lo que está ocurriendo en el país, nos está llevando a otros senderos, a otros caminos ya recorridos en nuestro propio país y el resto del mundo, por ello, dentro de las pocas lecturas que realizo me llevo a toparme con la columna publicada por el  columnista Víctor Orosco, quien en referencia al decálogo del presidente Peña Nierto, escribió lo siguiente:

“Circula en la red un cartel en el cual se enumeran once pasos o etapas hacia el fascismo. Con procedencia de algún país de habla inglesa, el documento enuncia varios rasgos de los sistemas totalitarios. Es usual que se tienda a asociar medidas o políticas autoritarias con el fascismo, pues este régimen es para todo mundo el extremo en los modos de dominación que sofocan al individuo, a sus libertades y soportan las peores lacras para las colectividades.

Sin arribarse a la estadolatría y a la adoración al caudillo,  propios del nazismo, se producen aproximaciones, imitaciones y actitudes en los gobiernos, como el mexicano, que nos deben hacer reflexionar hasta dónde nos acercamos a un punto sin retorno en el camino de cancelación de libertades e instalación permanente de la impunidad de los altos círculos dirigentes. De otra manera dicha, a la inexistencia de lo que se ha llamado estado de Derecho.

La primera trampa del fascismo y de sus imitadores, es invocar o inventar una amenaza. Hitler urdió el peligro judío, los macartistas norteamericanos de los años cincuentas vieron comunistas hasta en la sopa, George W Bush fantaseó con la historia de las armas secretas para invadir Irak. En 1968 se fabricó la tesis de la “máquina infernal” como causal de las movilizaciones estudiantiles. Ahora, diferentes voceros del gobierno repiten y amplifican la patraña de que las protestas por el asesinato de los estudiantes normalistas se deben a una conspiración, de ocultos enemigos de la nación. Ya tienen o están construyendo su amenaza.

Otra señal del autoritarismo es la existencia de prisiones secretas, distintas a los reclusorios normados por la ley. Las famosas ¨casas de seguridad¨ en México, son usadas tanto por los delincuentes como por la policía. Allí van a parar secuestrados y detenidos con el objeto de borrar sus rastros. Es común el vía crucis de los parientes o deudos caminando de una dependencia a otra buscando a sus familiares sin que nadie les dé razón.

De igual manera, la formación de grupos o fuerzas paramilitares. En el pasado se conocieron en México organizaciones como los ¨dorados¨,  los llamados ¨halcones¨, que ejecutaron trabajos sucios de represión contra los obreros y los estudiantes. Pueden ser guardias blancas contratadas por caciques, porros en las escuelas, golpeadores, sicarios del crimen organizado. Después de cometida la agresión o el crimen, habrá forma de hacer aparecer los hechos como “enfrentamientos” entre los inconformes.

En el caso de los normalistas de Ayotzinapa, no ha faltado quien difunda la insidiosa versión de que varios estudiantes eran miembros de algún grupo delincuencial. Con ello, justificarían el ataque a los camiones, la desaparición y el asesinato.

Otra práctica común es la vigilancia de los ciudadanos. Se interfieren comunicaciones privadas, se envían escuchas u “orejas” a cualquier sitio, se tejen redes de informantes. De manera similar, se infiltran grupos opositores por agentes que cumplen tareas de información o de provocación. La novedad de los últimos años son los encapuchados, dispuestos para cualquier cosa: agreden a personas, destrozan bienes privados y públicos, buscan a toda costa propiciar la violencia para desprestigiar las movilizaciones pacíficas y  justificar la represión.

La detención arbitraria de ciudadanos, que desaparecen de un día para otro. Se les amedrenta o se les asesina. En el parlamento italiano, Mussolini le respondía con todo cinismo a las denuncias de Antonio Gramsci que “por ahora” cogían a demócratas y comunistas, les daban una lección, los fichaban y los soltaban. El método se está recuperando. Con ciertos individuos la persecución es específica. Se les convierte en objetivos particulares, en atención a su activismo social o por la influencia de sus opiniones. Periodistas, líderes sociales, dirigentes de organizaciones diversas, son acosados y muertos en el peor de los eventos. Las víctimas se cuentan por decenas, si no es que por cientos. Entre ellas están dirigentes de comunidades indígenas, campesinas, ecologistas, reporteros, líderes sindicales.

Las restricciones a la prensa se producen  en primer término con los ataques físicos y  amenazas a los reporteros y comunicadores. Sin embargo, la  medida más socorrida es la compra de silencio o de halagos. Gracias a la corrupción los funcionarios se enriquecen y gracias a ella también ocultan sus fechorías. Vieja como los gobiernos, la corrupción se exacerba entre más son aquellos autoritarios o tiránicos. Sus oficiales tienen camino libre para meter las manos en las cajas públicas, puesto que están en condiciones de torcer la ley a su antojo, o de poner a los jueces a su servicio.

Ya lo decía Preciosa, aquella pícara gitanilla recreada por Miguel de Cervantes, quien le aconsejaba a un funcionario del Rey: “Coheche...que de los oficios tendrá dineros para pagar las condenaciones de las residencias y para pretender otros cargos”. Tendrán también medios de comunicación, diputados y senadores que hablen por ellos...o que nada digan, si de ocultar delitos se trata. ¿Sabremos algún día todos los trafiques en torno a la afamada Casa Blanca? Por lo pronto, la protagonista del penoso affaire ha sido mutada por arte y gracia de los estrategas del  PRI en el ejemplo de la mujer independiente y exitosa. Y a sus críticos, en retrasados antifeministas.

Los detentadores del poder se auto erigen en las encarnaciones de la nación. Pretenden volver cualquier crítica a sus personas o actuación, en un ataque a las instituciones y en última instancia a la patria. Hace unas semanas el presidente de la república tronaba contra los “desestabilizadores” que atentaban contra el “proyecto de nación”. Una vez fijado este punto, se prohiben las críticas, se sancionan opiniones, se transforma al funcionario gobernante en una especie de santón o tótem intocable. Y a sus adversarios en traidores o desleales a la patria.

Bajo distintos pretextos, se limitan o cancelan libertades. Ejemplo de estas acciones es la reforma constitucional pasada por la Cámara de Diputados la cual entrega facultades al ejecutivo federal y al de las entidades federativas para constreñir el derecho a expresarse y manifestarse. La ambigüedad del texto aprobado, que lo subordina a un universal “derecho a la movilidad” cuyas fronteras van a determinarse en una ley secundaria, deja aquella garantía ciudadana en manos de quienes se han mostrado como sus peores enemigos, los congresos locales y los gobernadores de los estados. Ambos operan casi invariablemente a favor de las reaccionarias élites económicas y políticas de la región. Permitir que éstos regulen el ejercicio de las libertades, es “poner la iglesia en manos de Lutero”.

Sobre este tema, es de gran relevancia el pronunciamiento de la Universidad Autónoma del Estado de México, que en un comunicado señaló: “A la Universidad le parecen muy preocupantes e inaceptables estos desplantes autoritarios. En los últimos dos meses, a raíz de la masacre de los estudiantes de Ayotzinapa, hemos sido testigos de las manifestaciones más importantes de la sociedad civil en décadas. Por tal motivo, sostenemos que la aprobación “al vapor” de esta reforma constitucional es algo muy delicado para la vida pública en México y que por lo tanto debe ser debatida a profundidad”.

Este panorama no caracteriza a un régimen fascista ciertamente. Pero si dibuja rasgos de uno que se le asemeja y sigue sus huellas. No importa con cual color o bandera se presenten este tipo de regímenes. Son nefastos para las sociedades y debemos a toda costa evitar que se entronicen”. Como usted amable lector sin duda comprenderá, nos estamos acercando a pasos agigantados a oprobioso régimen totalitario, favorito del priismo.

Algo Más…

Nada nuevo vinieron Peña Nieto y Osorio Chong a decirnos, salvo que militariza el Estado, el cual ya apretó tuercas, deshaciendo de un gobernador que se negaba a irse, pero con el lastre de corrupción que traía, fácilmente escurrió el bulto, escabulléndose y dejando un estado lastrado y golpeado.

Iguala, no necesita pavimentaciones, requiere inversiones en infraestructura, ya no más escuelas, hay y bastantes, requerimos la creación de un polo de desarrollo, ello requiere agua potable, caminos accesibles y no caros, gritémosle al presidente Peña, queremos una vía directa y moderna a Toluca, son 180 kms, nos uniría al resto del país progresista, le costaría menos que el tren rápido del DF a Toluca, requerimos que nos reduja el costo de la caseta de cobro, por 55 kms. Pagamos $ 65 pesos. Esto ya es un fastidio, llevamos desde la década de los años 60 del siglo XX pagando. Ya basta. No se requieren más cuarteles. En Iguala hay dos: un cuartel de la Policía del Estado y pasó lo que paso, la violencia no se erradicará mientras siga la pobreza. Gritémosle Sr. Presidente NO TENEMOS FUENTES DE EMPLEO. Eso queremos, eso necesitamos, no obras para enriquecer a las autoridades estatales y municipales, esas ya no. Queremos que ya no se cobre piso, que de verdad se aplique el estado de Derecho sin violar las libertades. De verdad estamos asustados, tenemos miedo, todo sigue IGUAL, todo. Por último Sr, Presidente Peña, toque a la clase política recorte sueldos y prestaciones a todos ellos y prohíba que  promocionen su imagen personal con cantidades millonarias del erario público.

CCX.- El grito debe seguir: fuera todos los del Cabildo. Son culpables por omisión, todos, que no se hagan, incluyendo al Secretario Municipal, una auténtica fichita. Que se investigue a algunos ediles y al secretario municipal por su enriquecimiento súbito, descarado.

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