De la Agenda

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Crónica de una traición

Pablo Morrugares Parraguirre

 

Era ya el día martes 30 de septiembre del 2014. Las 2:30 de la madrugada, cuando del correo personal del Diputado Federal Sebastián Alfonso de la Rosa Peléez –delarosapelaez@hotmail.com> salió un archivo dirigido al aún Presidente Municipal de Iguala, José Luis Abarca jl_abarca@hotmail.com, con el único asunto: Solicitud de licencia. Ese correo fue enviado también al correo personal de la esposa del alcalde, María de los Ángeles Pineda de Abarca mariapinedadeabarca@hotmail.com>. Ahí, el Diputado Federal y líder de la Corriente Nueva Izquierda o también llamada Coduc, le mandaba con fundamentos el escrito de licencia que José Luis Abarca tendría que entregar ese mismo día al Cabildo. También tenía el mensaje que el alcalde tendría que leer al presentar su solicitud de licencia. El mensaje del remitente causó molestia entre Abarca y su esposa, quienes fueron los primeros en recibir ese correo y leerlo. Ya todo estaba decidido. Abarca abandonaría la alcaldía, ante tanta presión política por los hechos acontecidos que escenificaron los policías preventivos municipales y el Grupo de los Guerreros Unidos. Quizá el lunes 29 fue la última vez que el alcalde José Luis Abarca se habría reunido con el Diputado Federal Sebastián Alfonso de la Rosa y su líder Nacional Jesús Zambrano en el Comité Ejecutivo Nacional, donde seguramente se decidió que Abarca Velázquez solicitara licencia al cargo. Este correo llegó a las 9: 10 de la mañana del día martes 30, al email oficial de la Presidencia Municipal de Iguala. En el texto se le pedía al secretario particular que lo tuviera impreso, únicamente para que al llegar Abarca a Iguala lo firmara y lo presentará al Cabildo. El origen de ese correo fue enviado desde una computadora y posteriormente el alcalde José Luis Abarca lo reenvió a su esposa a través de su IPhone. Fue hasta cerca de las 2: 30 de la tarde cuando el alcalde José Luis Abarca llegó de urgencia al Palacio, firmó la licencia y la presentó al Cabildo, cuyos miembros ya lo esperaban. Desde ahí, se vio la traición que sus líderes nacionales le hicieron a Abarca, quien sin ninguna acusación formal en su contra, aceleró la solicitud de licencia por órdenes de sus jerarcas perredistas. Ese martes, al terminar la lectura, Abarca salió por la puerta trasera de la Sala de Cabildo; bajó con su esposa y ambos con el rostro desencajado abordaron su camioneta color blanca y se retiraron del Palacio Municipal. Desde ese día nadie sabía nada de ellos. Sólo la gente que aprovechando su ausencia se ha dedicado a hablar mal de ellos. Basándose la mayoría en los “dimes y diretes”…