Artículo

“Creciente fértil”

Por: Carmelo Corripio Pineda “El Búho”

                                                                            

El calor taciturno del verano, hacía que los días del calendario se deshojaran lentos uno tras otro, malhumorado salía de su guarida, la televisión anuncia el descubrimiento del mítico elixir de la vida, una composición química regenerativa que estimula el núcleo celular, modificando el ADN de su cerebro; esas patrañas las había leído de tiempo atrás, prácticas inmemoriales, investigada por sabios emperadores, alquimistas y charlatanes, en la búsqueda incesante de curar el envejecimiento. Hoy le puso atención y le dio importancia al mensaje porque estaba enamorado de una chica infinitamente menor que él; la distancia de edades era categórica -no era posible, pensaba-. La naturaleza no puede ser burlada, el costo será enorme y el desenlace rápido, es probable que lo pague con mi vida -pero estaba decidido, no retrocederé, se decía-. No pudo evitar recordar la composición irreverente de Dylan Thomas, el último maldito, cuando se refería a la vejez:

“No entres dócilmente a esa buena noche,

La vejez debería arder y enfurecerse, al concluir el día,

Enfurecerse, enfurecerse contra la muerte, de la luz,

Recordemos que los amantes se pierden,

Pero el amor no se perderá,

Por eso la muerte nunca tendrá dominio sobre uno”.

Se dice que terminada la poesía que es muy larga se tomó 18 vasos de whisky, los contó y dijo: “Es todo un record”, y cayó muerto.

Nostálgico por la evocación del gales se dirigió al salón de frutas, en ese inmenso centro comercial la conoció: su memoria gravo el episodio con una fidelidad como si el encuentro se hubiera repetido varias veces en distintas eras y lugares, desde que la vio de espaldas la reconoció, una súbita contracción de su piel, se le enchino y se estremeció ligeramente al leve contacto con su presencia, entre el gentío se colocó frente a ella y cogió una bolsa de plástico para seleccionar su fruta, la boca de la bolsa tenía que frotarla para abrirla, no lo lograba porque estaba hipnotizado viéndola solo a ella, a esta joven desconocida; ella se percató de su turbación y se abrió paso hacia él, suavemente le quito la bolsa entre las manos, la froto y la abrió, ambos contemplándose azorados, el tiempo transcurría____ no se sabe cuánto___ ¿De dónde eres? Pregunto él, y al mismo tiempo pregunto ella ¿Eres tú? Como si el dialogo estuviera en otra época, y se rieron nerviosos porque las preguntas eran ilógicas, por fin regresaron a la realidad.

-¿Eres de aquí? Pregunto él

- ¡No, soy del Creciente Fértil!

-Me suena pero no lo conozco.

-Tu eres Sen, hace diez mil años cultivamos la tierra, cosechábamos trigo, cerca del lago Van, lo que es hoy Irán.

El viejo escritor, atento y sumergido, empezaba a recordar las largas caminatas que hacía con ella, desde las tierras altas donde vivían hasta el valle, cerca del lago donde sembraban___ pensó, que no lo intuía sino que lo había vivido___ estaba fascinado viéndola, con una mirada profunda recorriendo el tiempo hasta llegar al punto donde vivieron juntos; en especial aquella temporada del otoño, la estación sin nombre, en que se deshojan los árboles, dejando rastros amarillos y rojizos barridos por el viento; estupefacto reflexionaba como se habían enlazado para estar presentes en esta probable realidad; Ahí estaban uno frente al otro, ella le dijo: “Te conocí joven, envejecimos juntos, te enterré, me jalaste y morí poco tiempo después, no tuvimos hijos, nos pertenecíamos uno al otro, nuestra relación circulo por la aldea y se hizo leyenda”. Dos aves despertaban a la gente con sus trinos y jugaban hasta terminar el día, y así siempre; “vivimos en el Creciente Fértil, aquellas lejanas fechas se relevaban más claras, el lugar era conocido por la fertilidad de sus tierras”, era media luna, nacía desde Jerico, iba trepando por el antiplano y bajaba hasta llegar hasta Grand Dareh Tepe, una llanura inundada durante las crecidas- Sin lluvia durante la época de cosecha- ¿Cómo lograste que nos encontráramos aquí?

-¡No lo sé! – contesto- Pero había una impaciencia en mi corazón, llevo una vida normal, estudio una profesión, vivo bien hasta con abundancia, en el fondo siempre estoy triste, en espera de algo, mis padres y hermanos me quieren, soy la consentida; impaciente navego en el internet o investigo sobre lo desconocido, sobre lo que no es definido,  hasta que te encuentro, lo que buscaba y no sabía; últimamente he soñado con el “Creciente Fértil”, se me revelan sucesos desconectados, las selvas que conocí, las trampas a los animales, cubierta con pieles y semi desnuda, planicies cultivables, centros de intercambio de objetos domésticos y animales, despierto asombrada pero sin miedo, en el sueño aquella vida es bella, trabajamos poco, el resto danzamos y tocamos instrumentos que se utilizan hasta la fecha, luego me pregunto cómo sería vivir en esos remotos tiempos; la semana pasada soñé contigo todos los días, y el sueño me revelaba como mi cuerpo se había quedado en aquella época, y mi esencia se fundía con la naturaleza, y está en sus mil formas me trasportaba a través del tiempo, hasta esta realidad- se calló, se aproximó hasta tocarlo, y lo abrazo, el contesto con fuerza, fue novedoso por el lugar público y la curiosidad de la gente, la invito a comer para continuar con el hecho milagroso, nadie lo creería, ni ellos mismos; la pregunta era ¿Cómo se enlazaron a través del tiempo? ¿De cuantas partes está formada una vida? ¿Cómo se ensamblan estas partes, unas con las otras? ¿Por qué el cuerpo desaparece al morir? ¿Las otras partes siguen viviendo? ¿Somos eternos como Dios?