LECTURA POLÍTICA

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Zancadillas y golpes bajos en el PRI

Noé Mondragón Norato

 

En el PRI las cosas se comienzan a calentar. Y las zancadillas políticas también. En el escenario aparecen perfilados cuatro aspirantes para la candidatura a gobernador, pero dos ya bailaron: Héctor Astudillo Flores y Manuel Añorve Baños. Descartada de antemano, aparece la secretaria de Turismo, Claudia Ruiz Salinas, quien proyecta varios lastres de los que no podrá desprenderse con facilidad ante la eventualidad de que fuera nominada por los grupos priístas del centro. Y desde luego, por el dedo de Peña Nieto. Por eso mismo, la contienda parece reducirse a dos actores en concreto: el edil de la capital, Mario Moreno Arcos. Y el dirigente estatal del PRI, Cuauhtémoc Salgado Romero. Basta con ubicar su movilidad para detectar que la disputa entre ambos ha crecido notablemente en las últimas semanas.

EMPUJONES Y ZANCADILLAS.- Hay ciertos simbolismos políticos que no pueden pasarse por alto en la actual coyuntura de alta efervescencia por la candidatura a gobernador en el PRI: 1.- Antes de rendir su segundo informe de labores, el edil capitalino acudió a la ciudad de México, con el fin de invitar a su informe al dirigente nacional del PRI, César Camacho Quiroz. Pero curiosamente, unos días después de ese encuentro, el dirigente estatal tricolor Cuauhtémoc Salgado, también visitó a dicho personaje. Trasciende que en ese encuentro, Salgado Romero le habría advertido al dirigente nacional priísta, sobre lo inconveniente que resultaría su presencia en el informe de Mario Moreno. Dicen que argumentó con una lectura: ya estaría cargando sus preferencias políticas. Por eso se entiende la ausencia de Camacho Quiroz, en el informe del alcalde capitalino. Fue de algún modo, una visible zancadilla política por parte de Salgado Romero. 2.- Al informe de Mario Moreno, no asistió el diputado federal y también aspirante a gobernador por segunda ocasión, Manuel Añorve Baños. Se entiende que declinó estar presente en dicho evento por los celos políticos naturales derivados de la propia competencia por la candidatura. Tampoco lo hizo el propio dirigente estatal, Cuauhtémoc Salgado. Ni el senador tricolor, René Juárez Cisneros. Sí asistieron por el contrario, el diputado local Héctor Astudillo y el ex gobernador Rubén Figueroa Alcocer. Y el mensaje cifrado se lee con claridad: de la dupla formada por Añorve-Astudillo, solo uno de ellos asistió para guardar las formas. Y por el otro lado, el grupo Figueroa decide no enviar a ese informe a Salgado Romero y a René Juárez, pero sí asiste el jefe de grupo, Rubén Figueroa. Como si quisiera refrendar que Mario tiene sus apoyos, pero a medias. Posteriormente, éste último personaje -Figueroa- asumiría que apoyará a quien quede como candidato del PRI a gobernador. Una retórica muy común en la cultura política de ese partido. Pero sobre todo, una atractiva forma de esquivar compromisos y cuestionamientos. Y apostarle a la duda como divisa de quien no pierde nada. 3.- Los grupos priístas del centro decidieron tampoco enviar a ningún representante federal al informe de Moreno Arcos. Pero en los hechos, han apuntalado políticamente al edil priísta de varias formas. Desde la instalación del Mando Único en materia de seguridad pública –aunque sus resultados dejen mucho que desear-, pasando por los apoyos para la construcción de viviendas destinadas a los damnificados por la tormenta tropical Manuel. Hasta la pavimentación con gruesas capas de concreto hidráulico, del tramo de la Autopista del Sol, que atraviesa por toda la ciudad capital. Ese tipo de fortalezas mantienen hasta cierto punto, desconcertados a los grupos locales del poder tricolor. Porque de enviar un representante federal al informe de Mario Moreno, el mensaje se leería totalmente cargado por anticipado hacia el alcalde de Chilpancingo. Sobre todo si a los apoyos materiales, se sumaran abiertamente los políticos. Los demás aspirantes comenzarían a darle de pedradas al panal, a fin de revertir dichos escenarios. Se entiende que por esa razón, el gobierno federal del presidente Peña Nieto, no quiso adelantar el reloj político. Optó por reservarse ciertos gestos y actitudes. Presencias y simbolismos cuyas lecturas pondrían nerviosos a grupos y personajes del poder tricolor. Dejando en suspenso aun, la definición del candidato a gobernador por el PRI. Lo que sí es cierto es que la pugna política en ese partido, ya alcanzó niveles muy altos. Y faltan otros de mayor colisión.

HOJEADAS DE PÁGINAS…Menos revoltoso y un poco más cauto, el dirigente estatal del PRD, Carlos Reyes Torres, hizo un llamado a las tribus a “darle la vuelta a la hoja” en alusión a la elección interna perredista del pasado 7 de septiembre. Pero lo que realmente intenta el dirigente local del partido del sol azteca, es curarse en salud. Porque evalúa de antemano que su eventual relevo en la dirigencia estatal, podría ventilar parte de sus irregularidades. Y lo que Reyes Torres quiere, es desactivar los escenarios políticos negativos en su contra. Así tenga que ir en desacuerdo con su jefe político, David Jiménez Rumbo.

 

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