Opinión

Abrevando

Violencia: ¿quién es el agresor?

José Antonio Lavín Reyna

 

En nuestra comunidad la violencia intrafamiliar es considerada preponderantemente como una conducta que se da contra las mujeres, porque son las que más denuncian estos hechos y así se ha distorsionado una realidad que en su mentira deja de lado a la mayoría de los miembros de la célula social fundamental como el marido, los niños y los adultos mayores de ambos géneros, presentando a los maridos como los irredentos agresores universales cuando en la realidad las mujeres han remontado los niveles de violencia en muchos casos.

La nación mexicana, y muchos de sus estados, se ha preocupado únicamente por proporcionar a las mujeres los más variados medios de protección que van desde los legislativos traducidos en leyes y convenios internacionales hasta la creación de casas de protección y ayuda a la mujer victimizada y la creación de una fiscalía especializada de defensa de la mujer que cuenta con uno de los más altos presupuestos y personal bien entrenado para estos casos.

Sin embargo, al lado de considerar como excesivamente peligrosa la protección de las mujeres en contra de la violencia, no debemos olvidar que en los últimos tiempos la violencia familiar en contra de los varones ha repuntado vertiginosamente, al grado que algunos tratadistas la consideran equiparable porcentualmente a la que sufren las damas y ya no digamos la ejercida contra niños, minusválidos y adultos mayores, que raras veces se denuncia por muchas razones, entre las que se destaca el silencio de las víctimas y la ausencia de medios para acusar a las victimarias. Tal vez ha llegado el momento de considerar a las mujeres como redomadas agresoras en un tiempo en que el silencio de los inocentes las encubre.

La violencia en su modalidad de explotación económica es una especie que nadie condena pero hace algún tiempo en un medio considerado de alta educación preguntamos a un grupo de mujeres qué les dolería más, si dos cachetadones guajoloteros o que les despojaran de su sueldo. Lo sorprendente fue que el cien por ciento de las féminas, trabajadoras todas, contestaron que preferían las dos cachetadas a que les quitaran su dinero.

Pero eso no es todo, una pareja se forma teniendo como epicentro el amor sexuado que no deja de “ser un sueño concebido por una persona que muy raras veces logra contagiar a la otra”, pues bien la violencia en su versión aprovechamiento del enamorado toma una de sus modalidades más dolorosas con la negativa del afecto y así tenemos que son muchísimo más frecuentes las huelgas de piernas cerradas que las de mangueras caídas, aunque ambas ocasionen fuertes dolores espirituales al contrario.

Esa es una violencia emocional que no se aprecia socialmente, pero que si se siente y mucho, y no se denuncia ni siquiera se comenta, pero se sufre íntimamente.

Aún más, en su modalidad de mal uso y despilfarro de los recursos económicos que el varón mayoritariamente lleva a la familia, tenemos ciertos restaurantes que ofrecen bufets preponderantemente vegetarianos, aderezados con abundantes barriles de café, que diariamente congregan a miles y miles de amas de casa que se reúnen a criticar a sus maridos y donde las más exitosas se ufanan de las grandes cantidades de dinero que extraen de las carteras de sus cónyuges para su exclusivo beneficio personal, despilfarrando esos recursos que originalmente se debieran destinar para la atención de las necesidades de toda la célula social fundamental. Esto sucede entre las 9 y 12 horas, mientras sus maridos se encuentran trabajando para ganar esos dineros.

No es extraño que muchos padres cincuenteados (aquellos que tienen fijadas pensiones del 50 % o más, de todos sus ingresos ordinarios y extraordinarios) se quejen porque la mayor parte de las pensiones alimenticias las utilizan esas madres en vanidoso beneficio propio y poco o casi nada, en los niños en cuyo nombre se establecieron. Y si el padre se queja, lo mínimo que puede esperar de nuestra sociedad es que lo tachen de che tacaño cuentachiles.

Luego entonces, es tiempo de que seriamente comencemos a pensar que la violencia intrafamiliar la sufren todos los miembros del núcleo familiar y no únicamente las mujeres. Por eso varios autores sostienen: “La violencia filio-parental o violencia de los hijos a los padres, es el conjunto de conductas reiteradas de agresiones físicas, verbales o no verbales (gestos amenazadores, ruptura de objetos apreciados) dirigida a los padres o a los adultos que ocupan su lugar […] Se incluyen, entonces, las amenazas y los insultos, ya sean realizados a través de gestos o verbalizaciones, las agresiones físicas de cualquier tipo, o la ruptura consciente de objetos apreciados por el agredido. Además, la violencia puede ir dirigida contra los padres o aquellas figuras parentales que les sustituyan: tutores, educadores, etc.”.

Falta decir muchas cosas más, pero en estas condiciones ¿Quién es el agresor? ¿Quién el agredido? ¡Ah verdad! ¡La violencia es mala en cualquier modalidad, venga de quien venga y victimice a quien sea!

Algo Más…

De acuerdo con datos estadísticos, detalló, sólo 16% de los municipios cuenta con información clara y completa sobre sus trámites y servicios, y en 50% la información es limitada o inexistente.

Y con base en los informes de la Auditoría Superior de la Federación (ASF), la gestión de los fondos federales operados por los municipios presenta problemas, insuficiencias e irregularidades recurrentes.

Con dificultades financieras, los municipios realizan transferencias de recursos a otras cuentas y, en el mejor de los casos, en que se devuelve posteriormente, retrasan el ejercicio de los recursos; en el peor de los casos, no se devuelven.

“La falta de documentación comprobatoria es un problema estructural. Otros problemas registrados son conceptos de obra que se paga pero no se ejecuta, obras de mala calidad, pagos en exceso en la adquisición, así como irregularidades de la adjudicación de contratos, entre otros”, refirió.

Por ello, es urgente que una reforma a las Leyes que privilegie la rendición de cuentas y se instituya para todas las instancias de gobierno, particularmente en lo que toca al manejo de recursos económicos.

Por cierto en Iguala, todos los bacheos, con cemento, las zapatas para los postes del alumbrado público en el anillo periférico, se están haciendo con bultos que tienen una clara leyenda con letras rojas: PROHIBIDA SU VENTA. Si es así, por qué el Ayuntamiento en sus reportes lo incluye como si hubiera realizado su compra; es por ello, urgente en aras de transparentar la rendición de cuentas, que se vigilen esta y otras acciones.

CLXXXI.- Por cierto, muy enojados se encuentran el Segundo Síndico, Mario Castrejón Mota, que cuando estaba lejos del poder era un eterno crítico, y el encargado de la Dirección de Tránsito Municipal, con este su servidor. Han ordenado, por atreverme a señalar las irregularidades que cometen algunos agentes de vialidad, que se me persiga y vigile; es decir, que estén atentos para cuando cometa una infracción de vialidad, para aplicarme todo el peso de la Ley. Vaya mi Síndico, como cambian los tiempos. Afortunadamente sólo le quedan 16 meses en el poder, el cual ha ejercido para su beneficio personal. Acabando deberá Usted y toda su familia incluida en la nómina municipal, seguir su vida como simple mortal.

 

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