Opinión

Tribuna Pública

Francisco Javier Copeño Castro

 

Para empezar en esta ocasión, vale decir que agradecemos el convivio que tuvo a bien ofrecer el conocido abogado Nemesio Álvarez García el día viernes último pasado en conocido restaurante de Tuxpan, con motivo de conmemorar el Día de la Libertad de Expresión y donde se dieron cita varios comunicadores para deleitarse con los platillos típicos de dicho paradisiaco lugar. Y aunque a decir verdad no existe nada que celebrar por los últimos acontecimientos de agresión a los periodistas, también es cierto que algunos personajes de la vida política tienen la voluntad de ofrecer en la medida de sus posibilidades un convivio para conmemorar dicha fecha. La libertad de expresión se ha visto truncada en muchas ocasiones precisamente por las diversas circunstancias en que vivimos, sabedores de que debemos tener cuidado de cómo manejar la información que se posee, cualquier distracción de lo que se escribe, es sinónimo de merecer alguna agresión o insulto como mínimo, y solo por decir y escribir la verdad o lo que declaran terceras personas y que los comunicadores solamente sirven de enlace para darlas a conocer. En el convivio ofrecido por el “abogado de los bigotes”, tuvimos la oportunidad de saludar a varios amigos periodistas y otros tantos amigos que están trabajando al lado del proyecto del “abogado de los pobres”, como le llaman al licenciado Nemesio Álvarez, como lo es el joven y siempre entusiasta abogado también y coordinador general del equipo Francisco Escalera Fonseca. Gracias por el convivio ofrecido y les deseamos suerte en sus proyectos. Por cierto, en dicho restaurant un compañero periodista pidió a un mesero que le trajera una botana de mango, y este amigo le dijo que no había… ¡Caray! Estábamos en Tuxpan, “capital del mango” y ¿NO HABÍA? En fin, lo cierto es que al hablar con quién manda en ese lugar, no solamente hicieron llegar una botana el periodista que la había pedido, sino que llevaron para todos. Excelente… ¿No qué no había? La propina se la llevó otro, que por cierto al final también salió igual que el primero. Pero quien no se midió en atención y amabilidad fue el amigo Jaime, propietario del restaurante “El Arbolito”, hombre sencillo y quien compartió el pan y la sal con quienes seguimos el convivio que terminó en dicho lugar. Honor  quien honor merece y el amigo Jaime vaya que se esmeró en la atención y todos salimos agradecidos por dicha distinción. Ahora ya sabemos a dónde acudir y ser bien atendidos. ¡Hasta la próxima y salud!