Opinión

SIN   MIRAMIENTO

Gerardo Lagunas  Pineda

 

Tras cumplir 50 años la novela de la poetisa poblana y que viviera en Iguala, Elena Garro, cuando nuestra ciudad quizá vivió sus momentos de esplendor, justo es tomar mi pluma para recordar lo que viví parte de los años sesentas hasta gracias a Dios, la actualidad, y que quienes se identificaron con  mi persona, es decir, de nuestra camada, seguro estoy que volverán los recuerdos que nunca olvidaremos hasta nuestra muerte. Empiezo pues diciendo que la Iguala de los años sesentas se caracterizaba por el don de gentes; es decir, todo igualteco o casi todos nos conocíamos, y desde que amanecía empezaba la algarabía cuando tanto hombres, mujeres, niños, niñas, salíamos a barrer la parte que nos correspondía de calle y la cortesía del saludo era un motivo para sentirnos orgullosos del lugar donde nos había tocado vivir. Quienes tenían el poder adquisitivo tenían su radio donde escuchábamos desde temprano en la RCN el programa cubano “La Tremenda Corte con Tres Patines”. Sin duda un programa que hasta en la actualidad  lo pasan en otras radiodifusoras y no pierde vigencia. Después venía el programa musical del flaco de oro, Agustín Lara, que ni lo terminábamos de escuchar porque teníamos que salir raudos y veloces a la escuela que, habrá que decir, en ese entonces la sentíamos lejos, ya que yo viví toda mi infancia y juventud en el barrio de Las Cañitas, en la calle Berriozábal, ya casi pegado al río San Juan y que ahora se le conoce como el barrio de El Cacho. Desde allí hasta la calle de Alarcón la sentíamos lejos y que es donde se encuentra la Escuela “Andrés Figueroa”. Mencioné a mi barrio que nunca se me olvidará, ni quienes allí vivieron y que como dice la canción de Pablo Milanés, de la cual al escucharla mi recuerdo está para el barrio donde yo jugué, donde crecí, donde lloré, donde tuve mi primera novia, donde yo peleé. Se llama Cuanto gané cuanto perdí. “Donde estarán, los amigos de ayer, la novia fiel que siempre dije amar, donde estará mi casa y su lugar, la calle de correr, mi carro de jugar”. Aquí tengo en mi mente a señores como don José ‘’Coleto’’ Ramos, su esposa doña Angelita Bello; don Santos Velázquez y su esposa que toda vive doña Lila. Ellos vendían precisamente maíz en la calle de ‘’Los Jarros’’ que así se le conocía a la calle Alarcón, en honor del dramaturgo taxqueño Juan Ruiz de Alarcón, y a ellos se les conocía como los ‘’maiceros’’. A don José Castillo y su esposa doña Naty. El era quien ponía las películas en el cine Independencia. Por cierto, don Pepe, como lo conocíamos, lo teníamos como rico, ya que tenía la comodidad de tener radio y teléfono, aspecto que no todos teníamos el acceso a ese tipo de artículos. Recuerdo que su teléfono siempre estuvo al servicio de quien así lo necesitara. Así también, por las tardes nos íbamos a escuchar el cuento que la XEKF pasaba a las siete en punto. Allí también vivió doña Margarita, que se conocía como ‘’La Diabla’’, la cual era toda una devota católica y se congregaba en la Iglesia del Sagrado Corazón. Su aspecto era mal encarada, pero cuando uno la escuchaba, no era tanto lo que se decía de ella. Una de sus hijas se llama o se llamaba doña Elvira y por esos años era la modista número uno de Iguala, que la sociedad pudiente igualteca hacía “cola” para que ella les confeccionara un vestido. Era un lujo y orgullo decir que la prenda era confeccionada por doña Elvira. Otro señor que nunca se olvidará su nombre, don Gabriel Calderón, y los compañeros periodistas de la vieja guardia y que todavía quedan como don Raúl Velasco, Paco Cervantes, Alfonso Beltrán, Rodolfo ‘’Chino’’ Soto, entre ellos que lo conocieron; él vivió en mi barrio, siendo editor del Periódico El Independiente y creo El Trópico. Aunque usted no lo crea pero tenía sus propios talleres donde se imprimía el periódico. Su esposa doña Rosa, que hacía unas gelatinas y cremeles dignas del paladar más exigente. Con decirles que cuando fallecía mi abuelito, para que controlaran mi llanto y mi deseo de ir al panteón a su entierro, me tuvieron que comprar 2 gelatinas de ella y sólo así tuve que guardar la compostura….Esta historia apenas empieza y, si no les gusta, como dice Brozo…Hay se ven!