Opinión

ABREVANDO

José Antonio Lavín Reyna

 

Vacíos de Poder.

 

Se sigue sirviendo con la cuchara  grande la partidocracia. Lo hacen con la reforma política, lo harán con la reforma energética: entregar los recursos de la Nación, sean petróleo o dinero para aumentar su poder económico y político. Podrán seguir con su pacto, pero las calles no pactan. La inconformidad con el Gobierno de Peña Nieto bulle otra vez  en las carreteras, los campos y las plazas de este país.

Porque las cúpulas políticas, que hablan a nombre de quienes no representan, rehúyen el pacto más básico, el que debería ser la piedra angular de un gran acuerdo nacional: el pacto para reconocer y hacer efectivo el verdadero valor de la fuerza de trabajo. El que reivindique el salario de los trabajadores urbanos y el precio de sus productos a los hombres y mujeres del campo.

Las protestas de los maiceros cunden en Chihuahua, Campeche, Nayarit,  Jalisco,  Michoacán, Chiapas… En este último, la semana pasada fueron gaseados y golpeados los productores de maíz que se manifestaban en dos puntos carreteros desde el 19 de noviembre.     

Es la misma canción de la protesta rural en todo el país. Los campesinos piden que se acabe con la única ley que no se puede reformar y que se les aplica con todo rigor: la ley de San Garabato: comprar caro y vender barato. El precio de su grano se precipita arrastrado por los precios internacionales: de 5 mil pesos la tonelada hace dos años, a cuatro mil 300 el año pasado y ahora, a tan sólo poco más de tres mil. Por el contrario, el precio de los fertilizantes, de los agroquímicos, de los combustibles, de los alimentos que adquieren de fuera sigue aumentando. En los últimos tres años los precios del maíz, sorgo y frijol se han reducido en un 60 por ciento, en tanto el de  los insumos se ha incrementado en la misma proporción.

Así, de poco servirá el aumento arrancado por la lucha de los productores chiapanecos al lograr que con varias partidas se les pague a tres mil 700 pesos la tonelada. Porque ni aun así no se les cubren sus costos de producción y siguen por la pendiente de la quiebra. Ellos mismos apuntan que con estos precios “ni los muy productivos agricultores del noreste son viables”.

Los personeros de los diferentes gobiernos argumentan que todo se debe al descenso del precio del maíz en los mercados internacionales, a la excelente cosecha del grano en la Unión Americana, luego de un año de sequía; a la también buena cosecha en México. Así son las leyes del mercado, dicen. Sin embargo, esas poderosas e ineluctables leyes del mercado no se aplican parejo. Porque, si bien,  van dos años que el maíz se paga más barato a los productores, la tortilla y la harina de maíz se siguen encareciendo para los consumidores.

¿Por qué? porque el reformismo convenenciero de Peña Nieto no toca lo más mínimo la política agroalimentaria y de comercio internacional, cuya inercia la hace ver como si estuviéramos en el vigésimo quinto año del gobierno de Salinas o en el séptimo de Calderón. Peor de lo mismo: sigue vigente el decreto expedido por Calderón en 2008, en el contexto de la crisis alimentaria, para que se importen alimentos básicos sin cuotas ni aranceles, provenientes  de cualquier país, así México no tenga tratado de Libre Comercio con él.  A cinco años de pasada la emergencia, un puñado de empresas oligopólicas y oligopsómicas siguen importando maíz blanco y amarillo de donde se les pega la gana y de donde pueden obtener más ganancias: de los Estados Unidos de Brasil, de Sudáfrica…Si Irán o Corea del Norte lo tuvieran, de ahí lo traerían porque lucro mata ideología.

Lógicamente, el maíz importado por empresas como Gruma, Bachoco o Bimbo,  constituye una reserva en manos privadas y empuja hacia abajo el precio que se paga a los productores. Cuando estos quieren vender su grano de calidad, blanco, nativo, los importadores e industriales  sacan sus existencias, adquiridas a bajos precios internacionales y derrumban el precio del maíz producido en México.

Pero, de nuevo, esto no significa de ninguna manera una baja de precio para el consumidor de harina de maíz o de tortilla.

Vacíos de poder por todos lados por parte del gobierno: en la fijación de precios, en el control de las importaciones,  en la compra del grano para regular el mercado,  falta de control de  la especulación y omisión de constituir una reserva de alimentos básicos  y de calidad para el pueblo.

Como señala magistralmente Edgardo Buscaglia, eso vacíos de Estado, ese desdén por fortalecer a los grupos sociales, en este caso de productores, esas graves fallas regulatorias, propician el desarrollo de una clase parasitaria, de ese puñado de empresas plutócratas que controlan el mercado de granos básicos, que no han sido capaces de alimentar adecuadamente a la población, que impiden el desarrollo de un sólido sistema alimentario nacional y contribuyen a la grave crisis de seguridad humana que sufrimos ya por décadas. Seguir por ese camino es no alimentar más que las violencias.

Algo Más…

Nuestro alcalde con el poder que le otorga la Constitución y algo más, va a cambiar el cemento a la calle de Guerrero sin consensuar con los dueños y arrendatarios de los locales que existen a lo largo de dicha Avenida, importándole poco que les va a partir el queso al abrir la totalidad de la calle, lo que sin duda alguna ocasionará la baja, de las de por sí, escasas ventas. Pero eso al presidente poco le importa, él quiere embolsarse el diezmo de dicha obra gestionada vaya a saber porqué diputado, ahora todos se  adjudican las obras. Sería importante que el alcalde no actúe de manera cerrada. Está actuando igual que los diputados y senadores priistas y panistas en sus respectivas Cámaras, atropellando las voces discordantes respecto a las reformas energética y política, luego se quejan los perredistas, si ellos donde son gobierno actúan igual.

Sr. Presidente, parece que le vale un soberano sorbete que no llegue el agua a cientos de casas de ciudadanos de su municipio, que las calles en un 70% estén obscuras, que los agentes de Tránsito no regulan el tráfico, roban, atracan, que si cae un detenido por manejar ebrio le cobren $1,500 y no le den recibo. A él y su séquito de barberos no les importa eso. Ellos, a lo que vienen, a hacer negocios, proteger a los cuates, y darle chamba a la familia.

L.-Por cierto, es un secreto a voces que la Sra. Ángeles de Abarca, será en el año 2014 la que dirija el Club de Tobi. Perdón, de amigos que conforman el mal llamado Patronato que realiza la mayor generadora de ingresos del municipio, la llamada Feria a la Bandera. Vaya.

 

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