SIN MIRAMIENTO
Gerardo Lagunas Pineda
Sin lugar a dudas la reubicación del comercio informal, llámese semi fijos o ambulantes, tanto del primer cuadro de la ciudad como de las principales arterias, es todo un acierto por parte de la autoridad municipal. Y lo decimos por lo siguiente: En el atrio de la Iglesia San Francisco de Asís, donde hace muchos ayeres se establecían los llamados oreros, fue un torito muy bravo para que todos ellos se fueran a lo que es hoy el centro joyero de Reforma. Sí, fue un hándicap el haberlos invitado a salirse de ese lugar. Ahora serán los tantos y tantos vendedores de ropa, de comida, de chucherías y párele de contar, quienes a través de sus líderes habrán de mostrarse rejegos a la hora de hacerles ver que la cosa va en serio en beneficio de obtener una mejor imagen de ciudad. No hace mucho escuchaba a una persona que tiene puesto de ropa en el atrio que decía que tenía necesidad de vender y de estar en ese sitio. Hasta cierto punto le doy la razón y en donde no estoy de acuerdo es que venda sus productos haciéndole desleal competencia a comerciantes establecidos del primer cuadro que pagan renta, agua, luz, impuestos a Hacienda, pago a empleadas y es allí donde precisamente por eso muchos de ellos se declaran en bancarrota y optan por cerrar por ya no ser negociable, valga la redundancia, su negocio. Mientras que los comerciantes arriba mencionados, si acaso pagan su permiso de 600 pesos al año y nada más. Con lo que respecta al área del Monumento las cosas son de igual o peor situación por lo siguiente: Allí hay vendedores pa´aventar pa’rriba y empezando por la mañana los que venden globos, dulces y que Reglamentos no se ha dado cuenta que quienes venden dulces en sus carritos también venden cigarros a menores de edad, llámese estudiantes de diferentes planteles y que está prohibido. Así también se venden raspados, tortas, pizzas, gelatinas, gordas de frijol, tamales, atoles, cacachuates, frutas de temporada como mangos, nanches y fritangas tales como chicharrones, papas y otros. Yéndonos por la tarde, allí entran con un gran número de expendedoras de elotes, esquites, y sin faltar los populares y violentos payasos en su vocabulario, que sin tener un ápice de educación y respeto, les valga un cacahuate que allí se den cita padres con sus pequeños y que hasta se les llena la bocota -de los payasos- al decir majadería y media. Nadie les ha hecho ver que están en un lugar público con gente de diferentes niveles y que por donde quiera verse están mal al hacer ese tipo de ‘’shows’’ que lejos de llamar la atención en dicha actuación, lo que pretenden es vender sus figuras de globos y captar las cooperaciones de quienes les gusta ‘’el trabajo’’ por ellos realizado. Allí en el mismo Monumento no podían faltar las mujeres que se dedican a la profesión más antigua del mundo, donde hasta antes de la llegada del Comandante Felipe Flores era todo un centro de prostitución, donde se dejaban ver hasta 10 y 15 mujeres peleándose el amor de los integrantes del “Club de los pájaros caídos”, entiéndase personas de la tercera edad que desean seguir demostrando su virilidad, y que con grandes trabajos, con la vigilancia que ha implementado Flores Velázquez, ya no existen sexo-servidoras sentadas en el primer cuadro por la vigilancia referida. Llegando al área del Zócalo, allí también las cosas son igual o peor que los lugares antes referidos y los vendedores semifijos y ambulantes son en gran cantidad y la imagen que al menos da al traste son los llamados brincolines, que allí siguen sin que la autoridad les ponga el alto. Ahora se dice que la cosa va en serio y que tanto el primer cuadro como las calles principales quedarán libres de eso que, hay que decirlo, nos muestra no como una verdadera ciudad de más de 200 mil habitantes, sino de un pueblo rico en desfiles y que los igualtecos les encanta. Si es así como dicen, reconoceremos el trabajo de José Luis Abarca Velázquez y que dejará huella, porque nunca antes la autoridad municipal en turno había tomado al toro por los cuernos. Bien por Abarca Velázquez y estamos seguros que los que queremos a Iguala, verla ya como una verdadera ciudad, se lo agradeceremos… Lo dijimos en esta misma columna cuando el ‘’preciso’’ municipal determinaba por vez primera que en punto de las 9 de la mañana se cerraran las puertas del Palacio Municipal y se empezaran los honores, que las costumbres se hacen leyes y que los trabajadores impuntuales seguirían con esa tónica y allí se vio el pasado lunes que lo volvieron hacer: llegaron tarde. Y es que hemos visto que muchos de ellos ya se acostumbraron a llegar pasadas las nueve de la mañana, y los jefes de ellos? Suponemos que llegan más tarde, porque de no ser así estarían puntuales y con la puerta abierta. Unos dicen que está mal la determinación, pero si lo vemos con optimismo, diremos que es tan solo el primer lunes de cada mes. Se imaginan que fuera diario tal procedimiento? A ver quién gana….Hasta la próxima!