Artículo

 De Frente

La Granja

 

Por: Miguel Ángel Mata Mata

(Segunda y última parte)

 

LA VERSIÓN TROPICALIZADA

 

 En Guerrero Zeferino Torreblanca Galindo ganó la presidencia municipal de Acapulco tras denunciar “la impresionante corrupción” de Rogelio de la O, Manuel Añorve, Ángel Aguirre, René Juárez y una larga lista de priístas inmorales, amorales, sucios, huecos, fatuos, mapaches a los que habría que seguir la pista pues “pueden volver al poder”. Le ayudó, en el tiempo en que fueron aliados, el ex secretario general del ayuntamiento en el periodo de René Juárez, el conspicuo y humilde abogado Alberto López Rosas.

Y los sacaron a patadas del poder. Los priístas se fueron por nueve años del mando del ayuntamiento de Acapulco. Pero, al paso del tiempo y como en la Rebelión en La Granja, los nuevos inquilinos del Palacio Municipal del Parque Papagayo comenzaron a vestirse como priístas, a caminar como priístas, a parecer priístas y ejecutar los usos y costumbres de los que alguna vez expulsaron. El viejo adagio sentencia: “si camina como pato, nada como pato, grazna como pato, no te engañes, sí es pato.”

¿Recuerdan el nombre del funcionario municipal del gobierno del Z al que apodaban el “Chavo del Ocho”, pues no pedía el diez sino el ocho por ciento de comisión por entregar permisos de construcción? Fue el primer claro ejemplo orweliano de la metamorfosis del perredismo al viejo priísmo.

Luego Alberto López Rosas como alcalde. Ahí se hizo más que evidente la transformación. Es la metamorfosis que vemos objetivamente cuando el renacuajo nada, como rana salta y como sapo se hincha.

La inclusión de ex priístas a su administración fue evidente. La autorización de licencias de construcción en la zona de humedales. La entrañable amistad con los socios de la Cámara Nacional de la Vivienda, encabezada por el ex dirigente del Frente Juvenil Revolucionario del PRI, pasó de subjetiva a objetiva cuando se entregaron los permisos de construcción. Todos felices y contentos en la granja.

Con Félix Salgado fue el frenesí.  Las viejas denuncias de corrupción de la Comisión de Agua Potable de Acapulco se olvidaron al ritmo de incrementar la nómina en miles con amigas del señor presidente. CAPAMA dejó de ser “la caja chica” de la corrupción para transformarse en la agencia de colocaciones de quien fue periodista, actor, cantante y motociclista.

La relación con el narco comenzó en ese trienio. ¿Recuerdan La Garita y la acusación de que funcionarios de Salgado se robaron maletas repletas con un millón de dólares propiedad de los malos, durante la balacera? Luego los descabezados y el miedo colectivo.

Los siete mandamientos de ésta granja tropicalizada se parecían, en tan solo nueve años, a los de La Rebelión en La Granja de Orwell. Los camaradas perredistas convivían en usos y costumbres con los viejos enemigos priístas. Hasta socios se hicieron de ellos. “Es que todos somos corruptos, camaradas, nomás que unos somos más corruptos que otros”, pareciera la justificación de los nueve años de “gobiernos democráticos”.

 EL CERDO MAYOR

Como en Rebelión en la Granja de Orwell, fueron los cerdos los que tomaron el poder. Soltaron a sus perros para perseguir a los disidentes. Recibieron a representantes de sus antiguos enemigos. Se vistieron con los ropajes de la corrupción priísta que denunciaron y establecieron relaciones con ellos.

La tragedia de las tormentas Manuel e Ingrid destapó esa trama Orweliana. Zeferino, Felix y López Rosas fueron los tres cerditos que sacaron a los humanos de La Granja. Ellos son Napoleón y Snowball. Torreblanca y Salgado fueron expulsados de la  granja con la alianza de “izquierda y priístas” alentada por Alberto López Rosas. Él es el “Napoleón” orweliano. El ganó a pulso su jerarquía al expulsar del poder a Snowball, encarnado en Zeferino y Félix.

 EL CHIQUERO

Las lluvias anuales cayeron sobre Guerrero. Hubo daños en todos lados. Muchos muertos en el Sur. En Acapulco la corrupción de los gobiernos de La Granja fue puesta ante los ojos del mundo: por presiones de la corrupción se permitió construir en zonas que se inundan cada que llueve. Las consecuencias de esas acciones fueron contundentes: más de diez mil casas perdidas por los meteoros.

 Cuando llueve en los humedales hay lodo. Como en los chiqueros. Eso quedó: mucho lodo y estiércol que fue lanzado por unos y otros.

“Yo no fui”, dijo con cara de llanto y ante reporteros Alberto López Rosas. Acusó a Zeferino Torreblanca Galindo de la aprobación del cambio de uso de suelo en las zonas inundadas. “Yo solo cumplí con la ley. De no entregar licencias me hubiese obligado el tribunal”, acusó al lanzar la primera bola de estiércol en contra de su compañero de partido.

La campaña de excremento fue respaldada por los hermanos de López Rosas. Cual los perros de Napoleón persiguieron, ofendieron, insultaron, amedrentaron a quienes en medios de comunicación cuestionaron la veracidad de los dichos de quien ha convertido en costumbre llorar cuando se siente acorralado y reprimir soberbiamente cuando tiene poder. Poco faltó para que enviase a los quince policías armados que le cuidan en vehículos blindados, a convencer con argumentos sus dichos. ¿Intimidación?

Zeferino Torreblanca Galindo se defendió. Desde la ciudad de México, en los medios preferidos por quienes se dicen limpios, castos, pulcros y democráticos, acusó: “fue Alberto López Rosas.” Acusó al gobernador de Guerrero ser el primer violador de las leyes en aquella zona. Denunció que el edificio del Teletón fue construido en una zona no apta. Reconoció que por presiones se entregaron licencias de construcción. Lanzó, igual que López Rosas, estiércol. Mucho estiércol.

 La Rebelión en La Granja, escrita a mediados del siglo pasado, por George Orwell, ha sido tropicalizada.  Se reedita en Guerrero.

 TRASCENDIÓ

QUE al igual que pasó con Willy Reyes, ex presidente municipal encontrado culpable de homicidio y  a quien no se le ejecuta la respectiva orden de  aprehensión por órdenes de “un muy buen amigo suyo”, el caso de las investigaciones para encontrar a quienes otorgaron licencias de construcción en zonas inundables dará un vuelco. Se rasuró la lista de ex presidentes municipales a investigar. Éstas se centrarán en Félix Salgado Macedonio y Zeferino Torreblanca.

¿Y los demás? Como dicen el adagio popular: más vale (buenos) amigos que dinero o el adagio juarista: “a los amigos justicia y gracia; a los enemigos la justicia a secas”. ¿Quién es el gran hermano que puede detener investigaciones en contra de sus amigos?