OPINIÓN

7 Días sin dormir

Por: Carmelo Corripio Pineda “El Búho”

 

Vengo de regreso. Visité a Sergio, está gravemente enfermo. Recorrí 1680 Kms. El trayecto fue triste, sus síntomas reiteradas vislumbran el final. Rico y poderoso, rodeado de amor familiar, asistido por lo mejor en su salud, con toda clase de métodos alternos y con la aplicación de las técnicas más novedosas, no ha sido posible vencer sus males, aparentemente inofensivos por la ausencia de dolor y lo silencioso de su enfermedad; una especie de indefinida anorexia y su síndrome sustantivo de inapetencia, sin querer cooperar para su alivio, rechaza todo ofrecimiento de alimento y no admite transfusión intravenosa para vivir. Sin ánimo para hablar, por la profunda depresión en la que ha caído, con una pérdida extrema de peso y de masa muscular, los especialistas del “Centro Médico de Houston” lo condenaron a muerte con el siguiente reporte: “Se le han ordenado todos los análisis  relacionados con sus síntomas; los laboratorios informan que no se detectó ningún mal; todos los estudios son de salud, el sistema muscular, el óseo, el nervioso, incluso el nutricional y neuronal en los que trabajamos están funcionando correctamente. El estómago se activa con la concurrencia de ácidos que envían los demás órganos, en espera de alimentos para efectuar el proceso digestivo; no hay acides tumor, mal formación o presencias patológicas; el cerebro interactúa con todos sus circuitos y neurotransmisores químicos, produce suficiente serotonina el poderoso lubricante que dispara los mensajes a todo el organismo ordenando su funcionamiento, no se encontró ninguna enfermedad neurodegenerativa --dijo el director del Centro Médico de Houston--”.

Estamos ante la presencia de una nueva enfermedad, tan desconcertante por lo inesperado. Es desconcertante porque no sabemos qué enfermedad es, no conocemos su procedencia. Se parece a una anorexia pero no lo es, por que sus componentes son distintos, pareciera un suceso degenerativo del cerebro, pero su estudio reporta un volumen eléctrico normal; el diagnóstico final de este centro:  --y esto es una hipótesis-- es que la enfermedad está dentro de la voluntad, la ha invadido y está a punto de matarla. Esta enfermedad de la voluntad se ha disfrazado o camuflado como mal orgánico para engañar al investigador o al doctor, pero no es orgánica, es como una ficción, como una nueva enfermedad propia de la ilusión o fantástica sin localizarse y malignamente paraliza todo lo demás hasta destruirlo. La enfermedad al apoderarse de la voluntad y obtenerla totalmente, la independiza del resto del cuerpo, sin vinculo alguno con todo el organismo, se desprende y desde afuera emite sus ordenes patógenas empezando por la inapetencia donde al faltar los alimentos se carece de nutrientes no hay sustancias para que se realicen las funciones orgánicas y caes en una especie de inmovilización, no hay acción hay una omisión total del trabajo celular; --finalmente continuó el expositor-- sin alimentos el cuerpo puede vivir varias semanas, pero resulta que el paciente lleva 7 días sin dormir y el diagnóstico mundial refiere que el cuerpo sólo soporta 10 días sin descansar en un sueño profundo; por lo que les advertimos que el señor Sergio Ramírez al llevar 7 días sin conciliar el sueño médicamente su final está muy próximo, terminó diciendo Demian Hugles, investigador del referido centro médico y cuya reunión por su larga duración se convirtió en una de las torturas más graves que he sufrido en mi vida.

De regreso nunca pude olvidar que Sergio Ramírez, mi entrañable amigo, fijó su mirada en mi en un intento de reconocerme cuando le pronuncié ideas comunes que habíamos vivido como experiencias agradables en nuestra vida. Le recordé para animar nuestro encuentro las diversiones que nos producía la música, el agua y el paisaje, cuando las vacaciones las utilizábamos en sencillas aventuras turísticas que hicimos constantemente alrededor del mundo y que muchas dejaron en nuestro ánimo la ilusión de repetirlas porque en ellas habíamos encontrado esperanzas de mejorarlas, una vez que alcanzáramos nuestras condiciones de poder económico que mucho nos hacían falta, pero a hoy recuerdo que no era necesario el dinero. La vida nos había dado los momentos que solo nuestra juventud podía experimentar, reflexiones tristes y con la convicción que era la última vez, la última oportunidad de que Sergio escuchara mi voz.