Opinión

PATADAS BAJO LA MESA

Moisés Ocampo Román

 

En los últimos días he estado recibiendo amenazas, por un lado y, por el otro, “ya bájale a tu crítica”… Algunos de buena fe, otros a los pies del Presidente Abarca. Quiero decirles a todos ellos que no conozco el miedo, y menos en dejar la crítica como la hago yo. Es mi vida, mi trabajo periodístico, y si muero a consecuencias de ello, hasta la muerte me va a saber. Quedarán algunas viudas. A ellas en verdad les digo que las amé con locura. No fui fiel, lo acepto, pero no fui prosaico ni promiscuo, sólo un sobresaliente del sexo ¡por Dios! En serio, pregúnteles a todas ellas. Dejé dicho que en mi liturgia van a decir unas palabras de recuerdo a mi memoria cuatro ilustres personajes: Gregorio Dante Cervantes Maldonado, José Antonio Lavín Reyna, Samuel Porras Adán y mi hermana María Esther Ocampo Román. La misa y el entierro será amenizada por la banda de chile frito de Cocula  que iniciarán con la de “Te vas Ángel mío” y terminarán con “Siempre estás diciendo que te vas, que te vas…” de Raphael. En mi funeral servirán whisky de 18, panecillos de Benoni y agua de Maracuyá. En la Iglesia el profesor Edmundo Santana Cuevas con sus muchachas harán los coros. La misa será oficiada por Norberto Rivera Carrera (en serio, tengo una sobrina que prácticamente trabaja para él, desde Los Pinos va a pedir que Beto venga).

Sin embargo, mis precauciones las he tomado. Digo, no voy a culpar a nadie, pero he dejado instrucciones exactas de lo que harán después de mi muerte, contra quien y contra quienes se irán tras ellos. Lo único que siento en el alma es no haber dejado a alguien que siguiera mi legado. Claro que dejé escuela, porque nunca escatimé en enseñar lo que sabía, y mucho menos en invitar a muchas personas que ahora destacan en el medio. También mi fortuna, que es pequeña, se la voy a dejar a Francisca I, la mujer más buena que hay en Iguala.

Y por todo lo demás, pido una plegaria para que a partir de mi muerte a Iguala le vaya bien. Amén.