opinión

PATADAS BAJO LA MESA

Moisés Ocampo Román

 

Alguna vez mi amigo Humberto Castro me decía: “guarda tus cartuchos para una guerra en tu vejez”. Lógicamente no me siento ni soy viejo, pero he quedado mal, mi virilidad no me ha funcionado. Claro, me imaginé que era porque andaba con una jovencita de esas que huelen a rosas de piel tostada, piernas torneadas, cintura de guitarrón y unos senos hermosos, ¡grandiosa juventud! Llevo dos días sin nada de sexo. Estoy preocupado, y eso me ha distraído de mis quehaceres periodísticos. Mi revista se ha atrasado, ya es una revista católica, porque sólo Dios sabe cuándo va a salir.

Les decía que el Presidente Abarca ha perdido chispa en sus ojos desde que murió su carnal Justino. Ya no hay quien haga el trabajo sucio. Al síndico Mario Castrejón no lo va a poder manipular, y al otro, pues nadie le va a creer, usa la política de su ex patrón: prometer y no cumplir, y llevársela “de a muertito”. Los problemas que se han suscitado alrededor del Presidente ni su programa de radio de cabecera han logrado sofocar. Arturo Hernández Cardona ya le tomó la medida, y va hacer muy difícil quitárselo de encima. ¿Nadie le ha aconsejado al Presidente Abarca? ¿No tiene asesores de peso? Aquí se debe de empezar con un diálogo abierto, con mesas de trabajo incansables, y así llegar a acuerdos. Y la otra es la fuerza pública. Si agotaste la primera, la segunda es viable y está dentro del marco de la ley. Claro, con sus lógicas consecuencias. Como las que tuve yo por ser un delincuente sexual desde temprana edad y ahora soy de inyaculación tardada, que tardada ni que ocho cuartos, no hay poder de las pastillas azules para hacerlo, y ya probé todo lo que hay para eso y nada. Con una y con otra, y nada. ¡Dios mío! Mejor que maten a un regidor, pero que mi gallardía eréctil regrese.

Ahora que el Presidente vive en su oficina de la presidencia municipal, no sería raro encontrarlo en short, con sandalias y su toalla al hombro. Su bunker se ha convertido en su casa. Su abnegada y peleonera esposa le lleva la comida a su escritorio, en ese escritorio en donde Raúl Tovar conoció a su “madraedora” y, ahí, precisamente ahí, conoció el amor verdadero convertido en sexo salvaje (como la canción de Camilo Sesto). Ese escritorio que dio cuenta de la rapiña de los Tovar, ahí se sentenció la vida política de este pueblo agachado. Desde ahí se toman las decisiones secundarias, porque las importantes se deciden desde las oficinas del D.I.F. Municipal. Ahí se toman las medidas pertinentes de este municipio. Amén.