Opinión

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El Malandrín de Nueva Iguala

 

Guillermo Mejía Pita

 

En la presente administración municipal de Iguala el Cabildo está integrado por novatos en su mayoría. Esto ha sido favorable para que “en tierra de ciegos, un tuerto sea el Rey”.

De esta manera, el control de las sesiones de cabildo, sin que se den cuenta la mayoría de sus integrantes, salvo uno, la regidora Esther Orea Vargas, que ya tuvo la misma encomienda en administración anterior, están manipuladas por el mañoso Secretario general del gobierno, Humberto Villalobos Domínguez.

Y aunque los regidores Nicolás Guerrero, Marina Hernández y Sofía Mendoza se contrapunteen con el propio Presidente municipal y sus compañeros de Ayuntamiento, algunos de ellos “descerebrados” como el regidor Valentín Amador, no podrán avanzar en sus pretensiones, porque el Villalobos ”con piel de oveja” está bien amaestrado.

La novatez de los integrantes del Ayuntamiento igualteco ha sido bien aprovechado por el insidioso Secretario general de gobierno municipal, para hacer y deshacer a su gusto las sesiones de cabildo, que en nada le ayuda para resolver los problemas al Alcalde Abarca.

Las pugnas que se han generado al interior del Cabildo, son consecuencia de las artimañas utilizadas por Humberto Villalobos, para manipular a su antojo los acuerdos o desacuerdos de los puntos propuestos en cada reunión, lo que significa un retroceso para el progreso del municipio.

Con un poco de sentido común y responsabilidad, los integrantes del Ayuntamiento están en su derecho y obligación de exigir al Presidente municipal la destitución inmediata del Secretario general de gobierno por nefasto, pues de lo contrario, mientras la manzana podrida no sea erradicada, los problemas edilicios van a continuar durante los tres años de administración.

Coloquialmente se dice que, “no hay peor ciego, que el que no quiere ver”; así, tanto el alcalde como síndicos y regidores pagarán su novatez, siendo rehenes de uno de los funcionarios más corruptos que tuvo el gobierno municipal del ex alcalde, Antonio Jaimes Herrera y del Secretario de Salud en Guerrero, Lázaro Mazón Alonso, quien afortunadamente se dio cuenta a tiempo del malandrín que tenía como colaborador.

Posiblemente algunos no lo sepan, pero el Secretario general del gobierno municipal es un asiduo adorador del “Dios Baco”, quien nublado por los humos del alcohol es presa fácil de la domesticación para cometer todo tipo de tropelías, que van en detrimento de la función pública, pero específicamente en contra del bienestar de Iguala.