Opinión

ABREVANDO

José Antonio Lavín Reyna

La crisis de la imprudencia

 

De un tiempo a la fecha una incertidumbre recorre los círculos político-financieros de la República Mexicana: la quiebra del Estado en sus tres esferas: municipal, estatal y federal. El grado de endeudamiento público alcanzado por la federación, una veintena de estados y unas dos docenas de municipios es alarmante. Tal vez el estado de Jalisco y el municipio de Acapulco sean los más emblemáticos pero de ninguna manera los únicos y es que la mayoría de los políticos de nuestro país entienden la función pública como una patente de corso que deben compartir con todos sus familiares y amigos y así, alegremente sobresaturaron sus nóminas de personal absolutamente innecesario y los gastos corrientes de sus administraciones llegaron a niveles insostenibles al grado que para realizar cualquier obra de beneficio comunitario se vieron precisados a contratar créditos de la banca a plazos medianos y cortos y a tasas de interés demasiado elevadas, lo que ha hecho que el estiramiento de la liga llegue al punto de rompimiento.

Algunos gobiernos municipales han devenido en cesación de pagos y muchos otros están a punto de hacerlo y sin embargo, son muchos más los que están gestionando ante la banca nacional empréstitos chicos y medianos para atender al pago de sus necesidades más urgentes como pago a proveedores y sueldos de empleados. En el gobierno federal las cosas no pintan de mejor manera, su deuda pública interna es mucho más grave que la externa y eso ya es mucho decir.

La economía popular no se encuentra en su mejor momento y se avizora un alza de impuestos que puede ahuyentar las inversiones y disminuir el producto interno bruto enfilando al país a una grave recesión derivada de la bancarrota de las finanzas públicas. Total, por virtud de la torpeza y la inconsciencia en el manejo de las finanzas públicas de los tres niveles de gobierno se nos avecina una crisis económica similar a la de los países europeos, tanto en sus efectos como en sus causas. El derroche.

Pero esta bancarrota no es culpa únicamente de los políticos, total ellos piden y piden prestado y si existe quienes les crean y confíen en su solvencia bienvenidos sean, pero una suspensión de pagos por parte de los deudores gubernamentales traerá aparejada una quiebra de las entidades bancarias con quienes tienen contratada su deuda.

Ocurrió una vez que un ciudadano tenía un gran adeudo con un prestamista el cual se vencía al día siguiente. Su acreedor vivía exactamente enfrente de su casa y desde hacía algunas noches el deudor no podía dormir, preocupado por el vencimiento de la deuda. La noche anterior al día en que debía pagar no conciliaba el sueño a altas horas y su mujer le espeta para que ya se duerma:

-- Es que no puedo pagar.

-- Pues dile que no le vas a pagar y acuéstate.

El hombre abrió su ventana y llamando a su vecino éste le responde.

¿Qué necesitas?

– Te quiero decir que la deuda que tengo contigo y que se vence mañana no te la voy a poder pagar. Acto seguido el deudor se durmió suficientemente y, por el contrario, fue su acreedor el que pasó la noche en vela.

Así las cosas, entre los individuos como entre las naciones sucede lo mismo. Quienes deben estar más preocupados por la quiebra gubernamental deben ser los bancos acreedores donde sus gerencias fueron tan imprudentes y le prestaron a esos gobiernos desaseados e irresponsables, cantidades fabulosas de dinero a sabiendas de que sus ingresos impositivos no daban para poderles pagar y tan sólo con el aliciente especulativo de las altas tasas de interés pactadas. Es de esperarse que muchos bancos cambien de gerentes a corto plazo pero no que la situación se componga. La crisis gubernamental se va a trasladar con más daño a la banca privada y tal vez los lleve a la quiebra a menos de que desde ahora realicen reestructuraciones a largo plazo y a tasas de interés muy reducidas casi llegando al cero o de plano al cero. Muy a la manera de una bancarrota donde los pesos se pagan con centavos, con la desventaja que el gobierno es inembargable por definición.

De otra manera sus carteras vencidas aumentarán exponencialmente porque ya lo dijo muy claro el Secretario de Hacienda Luis Videgaray: la federación no rescatará a los gobiernos locales quebrados cualesquiera que haya sido la causa de su quiebra.

Eso que sirva de lección a políticos y a banqueros, aunque otra enésima crisis se nos venga encima, pues para que un problema se soluciones es necesario que haga crisis y ésta será de pronóstico reservado. Con devaluación, con cesantía de empleos burocráticos, con alzas de impuestos injustificadas y suicidios. Es la consecuencia de la imprudencia de acreedores y deudores.

Algo Más…

En Iguala, la crisis, la austeridad, es cosa de boca. Aún se deben montos por adeudo aguinaldos a regidores, adeudos de energía eléctrica de los pozos de agua, despidió a empleados, pero la pareja presidencial se gastó más dinero al rendir un informe de 100 días, el cual por cierto no está contemplado en  ninguna reglamentación. En otras palabras, culto a la personalidad, mandaron hacer 300 pegotes al estilo Tovar, donde le agradecemos la transformación de Iguala, cuál???: calles obscuras, colonias sin agua, sin recolección de basura, patrullas policiacas destruidas, basurero en llamas, río con aguas apestosas. Ante ello, la transformación, fue que salió la familia de Tovar y entraron 21 de ellos, directos, nada de tercerías. En eso sí tiene razón.

Además, como se indica líneas arriba, para salir de la crisis, en Iguala se sacaron de la manga nuevos derechos para los negocios: Permiso de Protección Civil, Uso del suelo del Local y la Licencia comercial. Así que ahora, cualquier changarro debe apoquinar ($) mínimo $ 900 por negocio. La pregunta es: Y las organizaciones de comerciantes dónde están, ausentes, perdidas. Ahí se ve la mano del primo hermano: Rafael Salgado Velázquez, el cual por cierto, es dual: por la mañana cobra en Taxco y por la tarde en el Ayuntamiento, ya que este es su tercer periodo al frente de la oficina de Licencias Comerciales.

Así lo quisimos; por eso votamos. No nos quejemos; ahora o la bebemos o la derramamos. Ante ello, qué regidores podrán defendernos.

III.- Hasta cuándo José Luis Abarca dejará a sus parientes directos gozar de usufructuar buenos sueldos y hasta otras chambas.

Lea: www.igualalaneta.com.