Opinión

Efekto X

“El Virrey de Nueva  Iguala”

Guillermo Mejía Pita

 

El desempeño de la función pública no puede, de ninguna manera,  compararse con la administración privada.

Todo gobierno municipal, estatal y federal debe preciarse del tacto político y sensibilidad social con la comunidad y sus trabajadores. Por el contrario, el asunto empresarial debe apegarse a la estricta norma de la Ley Federal del Trabajo. Nada que ver una cosa con la otra.

No obstante, el gobierno municipal de Iguala se ha caracterizado por su desempeño elitista, de parte del Alcalde José Luis Abarca, quien “muy poco voltea pa’bajo”. En tanto que el resto de la comuna, entre los que se encuentran síndicos y regidores de todos los partidos políticos, sufren la consabida metamorfosis de la política, identificándose como comparsas “del jefe”.

Han pasado casi seis meses del inicio de esta nueva administración municipal, y hasta la fecha no se sabe, nada en concreto, del proyecto de gobierno para el desarrollo del municipio, que tanto se vociferó en el proceso electoral.

Tal parece que, una vez más, los igualtecos se equivocaron al elegir a sus nuevas autoridades, de los cuales, todos, prometieron la luna y las estrellas, con tal de llegar a “chupar” del erario público, que los mantenga como viles sanguijuelas, cuando menos los próximos tres años.

No hay ni a quién irle. Sean del PRD, del PRI, del PAN o del Partido Verde, salvo alguna muy contada excepción, están plenamente identificados por el pueblo como sátrapas que se han olvidado de quienes confiaron en ellos como sus representantes populares.

Desde que iniciaron hasta la fecha, todos se la han pasado quejándose que no hay dinero, con el pretexto de que la anterior administración, presidida por Raúl Tovar, saqueó las finanzas en un promedio de 120 millones de pesos. ¿Y…?.

Su responsabilidad social y política es con el pueblo. El saqueo que pudo haber ocurrido es asunto del pasado, y no pueden seguir quejándose de la falta de recursos para cumplir con su compromiso.

Lamentablemente, estos cargos de elección popular son irrenunciables, pero eso no impide que el pueblo obligue tanto al elitista presidente municipal, como a sus “damas y damos de compañía”, léase síndicos y regidores, a que cumplan con su encomienda.

Por cierto, recuerdo la frase célebre de Napoleón Bonaparte: “La Inteligencia se mide de la cabeza hacia arriba; no de los pies a la cabeza”. Le falló su apreciación con José Luis Abarca, “Virrey de horca y cuchillo de la Nueva Iguala”