Opinión

“LOS CELOS DENOTAN LA TRAGEDIA”

Por: Carmelo Corripio Pineda “El Buho”

 

OSCAR PISTORIUS, el atleta biónico, pudo vencer todos los obstáculos y reglamentos olímpicos participando en los últimos juegos en Londres. El velocista alcanzó la celebridad por competir con los mejores corredores del mundo, con las cuchillas de fibra de carbono adaptadas como extremidades inferiores que había perdido por la polio en la etapa de su gestación. Pistorius pasó a semifinales en su prueba favorita de los 400 metros planos, compitiendo contra atletas sin discapacidad. Poco antes ganó los cien, los doscientos, los cuatrocientos metros paraolímpicos en Pekín, colgándose las tres medallas de oro. Su naturaleza psicótica lo introdujo en conflictos constantes, en sus relaciones afectivas y en sus fijaciones; sus reacciones violentas rompían sus uniones amorosas, tenía obsesión sobre la inseguridad, sus habitaciones tenían armas, pistolas, rifles, bats, puñales, etc.

            REEVA STEENKAMP, como estudiante era una chica amigable, diligente, muy popular, respetada. Su físico enaltecía sus valores interiores: rubia, piel tersa amarfilada, ojos azul verde, el tono se reflejaba por las influencias externas, expuesta a la vegetación sus ojos brillaban intensamente verdes, como el agua marina en el fondo,  azules cuando el espacio era el cielo. No era una estrella global como Pistorius, pero Reeva era una celebridad sudafricana de 30 años en el Cenit, en el apogeo de su vida, abogada, por si sola se abrían posibilidades diversas de éxitos.  El jueves 14 de febrero, día del amor y la amistad, saltó a las ocho columnas en los diarios más importantes del mundo, desgraciadamente la noticia decía que había muerto a manos de su novio que le había disparado en 4 ocasiones. Tres pegaron en la cabeza y uno en la mano, seguramente la que metió por instinto para cubrirse de la agresión.

            La foto de la A.P. reporta una imagen de una pareja sumergida en el amor: ella con su resplandeciente belleza, mirando profundamente algo que quería leer lo que estaba sintiendo, con una sonrisa inacabada expresión dulce de su naturaleza femenina. El, mirándola fijamente con ojos agradecidos y suplicantes era fácil entender que su sentimientos en su torbellino eran de arrobamiento y amor. Sentimientos muy distantes al desencadenamiento violento de la madrugada del 13 de febrero, vísperas de la fecha en que los corazones se unen.

            Hace muchos años, Agustín Lara, preso de los celos escaló las gradas de su mansión persiguiendo a María Félix con su Loguer, disparándole sin dar en el blanco hasta vaciar toda la carga, profiriéndole las más abominables injurias. La diva logró salvar la vida huyendo aterrorizada de aquel refugio del amor, regalo del poeta  a su musa en su noche de bodas, y que seguramente en su lecho nupcial nacieron las ideas más bellas del amor, contenidas apenas en algunos renglones de la canción “MARIA BONITA”.

            Nelson Ned, el cantante brasileño de  poco  más de un metro de estatura,  dotado de un extraño sentimiento, una vocación natural para cantar, exaltaba la grandeza de la mujer; las arrullaba con una cadencia gutural que hacía que su pronunciación fuera singular y muy atractiva para las características caprichosas de las mujeres, pues este artista baleó en su domicilio a su pareja;  una belleza que según el era “su inspiración”. Los que la conocimos por la prensa y videos que se exhibieron profusamente, nos enamoramos de ella sin excepción, como una pantera brillosa se movía al caminar,  ondulante,  sugerente de promesas que solo la  imaginación puede alcanzar. Esta dama resultó herida, internada hasta su restablecimiento, el trauma seguramente debe persistir  y resultar inexplicable a ella, el cambio repentino de ser musa a víctima de los celos.

            En estos tres casos: Oscar Pistorius, Agustín Lara y Nelson Ned, las razones de violencia fueron los celos, “pero cuáles fueron el origen de esos celos”. Se observa que en cada uno de ellos tienen y tenían limitaciones físicas muy marcadas Oscar sin sus extremidades inferiores, Nelson Ned con su pequeña estatura, Agustín Lara con su vejez prematura y fealdad. Sus dones geniales los convirtieron en figuras globales  con abrumadores ingresos, sus dones personales eran suficiente para enamorarse de ellos, fortalecidos por su riqueza. Frente a sus dones personales, frente a sus cualidades excepcionales, frente a sus aptitudes, la naturaleza les opuso enfrente una composición celular nerviosa, su ADN conflictivo, eruptivo y violento y ambas esencias concurrían para fraguar la inspiración; es decir, tanto su estructura genética, que formaba sus cualidades. Están los millones de células que crean su sistema nervioso, una parte de este sistema es eruptivo y violento y, al concurrir, tanto la estructura genética como el conjunto celular nervioso en el mismo crisol es cuando se da la creación, pero también cuando surge la irreflexión, cuando te conviertes en irracional,  aparece la violencia que va en dirección de destruir todo lo que se ama.