Opinión 3

ABREVANDO

José Antonio Lavín Reyna

 

Una grave complicidad

Es necesario que las autoridades municipales hicieran el anuncio de que a través de la Dirección de Regulación Comercial Municipal, van a iniciar una serie de inspecciones a las diferentes casas de compra-venta de pedacería de oro, así como los yunques y chatarreras que existen en nuestra ciudad, a fin de evitar que sean el cauce por el cual se da destino económico a un sin número de robos hormigas que sufren los transeúntes en sus artículos de oro, en sus vehículos -incluidas las baterías- y metales robados en sus casas, las cuales deberían  implementarse de manera rutinaria, no para recibir cohecho, sino para supervisar esta actividad y de esta manera incidir en la baja de los delitos relacionados con estas actividades.

Respecto a los yunques y chatarreras, es de todo conocidos que nuestra ciudad se encuentra convertida en La Meca de los amantes de lo ajeno con grandes perjuicios para toda la comunidad, pues el desvalijamiento del equipamiento urbano ha proliferado de una forma descarada con la comercialización de tapas de alcantarillas, postes de alumbrado público, medidores de agua y todo tipo de artefactos que nos son de gran utilidad. También están los cables de energía eléctrica y tubería de cobre que es el producto de la lapidación que el crimen desorganizado ha emprendido contra nuestra comunidad, aprovechándose de que muchas familias dejan sus casas solas porque tienen que salir a trabajar y estudiar, los integrantes de la familia.

Al desvalijamiento urbano, se le agregan la interminable cadena de robos a las personas en cuanto a sus accesorios elaborados en oro, ya que diariamente decenas de personas son víctimas del robo de sus artículos personales, y esta cadena, nunca se detendrá mientras entre nosotros existan quienes les compren el producto de sus fechorías y se presente a la vez, ante la comunidad, como unos comerciantes honestos. Probablemente este eslabón en la cadena de robos que parece ser inconmensurable podría de alguna manera detenerse si se aplicara como norma obligatoria el  registro de sus vendedores, de esta manera a través de la aplicación de un formulario, podría incidir en la disminución de delitos y lo más seguro es que varios de estos negocios cerrarían sus puertas, debido al origen ilícito de las mercancías adquiridas. Lógicamente se necesitaría la presencia de inspectores honrados ¿Para qué? Para evitar que con una corta cantidad de dinero se les ponga en paz a los inspectores. Recordemos, son humanos: ¿Para qué cerrarse esta fuente privilegiada de ingresos? Con un ajuste en los precios iníciales y finales se presupuesta la mordida gubernamental y todo sigue funcionando alegremente. Y esto debe de evitarse.

Ya es tiempo que nuestra sociedad y especialmente nuestras autoridades, dejen de considerar al ladrón como un criminal pero a los artículos robados como un objeto sagrado y ya no digamos a los compradores de artículos despojados quienes ocupan actualmente en nuestra comunidad un sitial relevante cuando únicamente son compradores de chueco y como tales deben ser combatidos. Es cierto que existe el riesgo de que muchos negocios que aparentemente operan en la legalidad desaparezcan si se les impide comprar cosas robadas. Las casas de empeño son ejemplo de esta doble careta con que operan aquí esos mercaderes aunque en el fondo a los rateros y a los compradores de cosas robadas debe considerárseles gente de la misma ralea y como tales deben ser reprimidos por los agentes de la ley.

Lógico es que deberán tener derecho a una defensa y que se estipulen multas por acciones incorrectas, pero multas que hagan desistir de continuar con ese tipo de negocios. Cualquier cómplice de los ladrones, incluso el que lo es por receptación debe ser reprimido duramente y su local comercial debe ser clausurado de inmediato. No hacerlo es participar en el juego del robo y en las utilidades de lo robado, y  en ese preciso escenario ésta colocada la Dirección de Regulación Comercial del municipio, como un palero de las bandas del crimen desorganizado que comienzan con los raterillos y terminan con los negocios compradores de lo robado al no poner límites y normas. Probablemente esté equivocado y las autoridades de Reglamentos no se encuentren embarradas en el disimulo y la protección a esas cadenas de comerciantes de artículos robados, no, pero hasta ahora esa es la imagen que proyectan ante la comunidad; ¿Cómo tan blanditos? ¿Y de a gratis? ¿Quién se los cree?

Deben cerrarse todos estos negocios compradores de mercaderías hurtadas. Los yonques, los compradores de metales y algunas casas de empeño son los que ciertamente alientan a los ladrones y eso no se debe seguir permitiendo. Si no existe quien compre, no habrá quien venda.

Algo Más…

Debemos tener presente que el recién nombrado director de Regulación Comercial, Rafael Salgado Velázquez, ocupa por tercera ocasión el puesto. Antes por la amistad con Lázaro Mazón y ahora por la relación de consanguinidad familiar con el primer edil; es decir, ya conoce el manejo correcto e incorrecto de dicha dependencia. Generalmente se ha visto sobrepasado por sus problemas particulares, nunca ha obtenido buenos resultados. Esperemos no se convierta en el hermano incómodo.

Se espera que meta en cintura las cantinas de la antes tranquila calle de Aldama, ahora convertida en un hervidero de antros que inundan con su estridente música la tranquilidad de las familias de los que ahí habitan. También llegaron los rateros de partes automotrices y del carro completo, los pleitos entre beodos impertinentes y con poder. Este tipo de actividades debe de regularse, al igual que la prostitución del primer cuadro y del anillo periférico, del cual siempre ha obtenido magníficas ganancias, al autorizar el funcionamiento fuera del horario establecido y oficializando la presencia de suripantas.

Vaya paquete y no se ve cómo el funcionario pueda arreglar lo que él mismo propició. Pero en fin, es el hermano, nepotismo puro; ya el cuñado se hace dueño de la Feria. Vaya inicio de gobierno.

Lo esperamos en www.igualalaneta.com., visite nuestra página.