Columna

Séptimo Sello

Agustín Mazón Barrera

   

Tal vez muchos de nosotros no nos hemos percatado aún que este año será sumamente difícil en cuestión alimentaria, sobre todo por la prolongada sequía que se dejó sentir en los Estados Unidos, uno de los principales proveedores y exportador de granos básicos.

Y todos sabemos que cuando a los norteamericanos les ocurre algo, en nuestro país hay repercusiones y hasta pareciera que México es el que sufre las desgracias naturales en carne propia.

Ya el secretario de Desarrollo Social de la federación, Heriberto Félix Guerra esbozó una advertencia, cuando menciona que en el país diariamente se desperdician 30 mil toneladas de alimentos.

Y no es una información halagüeña, que digamos.

Aunque a muchos les pasará desapercibida, pero es necesario puntualizar que no tiramos literalmente los alimentos a la basura directamente, se desperdician porque no consumimos todo lo que compramos y dejamos que se echen a perder o se quedan más de la mitad de los platillos como desperdicio; en fin hay tantas maneras de tirar estos alimentos que no es necesario enumerarlos.

Por eso de ahí la propuesta del funcionario federal de crear bancos de alimentos en el país, para poder ayudar a familias de escasos recursos, en especial aquellas que habitan en comunidades indígenas, en zonas apartadas de la sierra.

De esa manera explicó que con este esquema se podría beneficiar alrededor de 7 millones de familias y funcionaría a manera de eslabón que comienza en el campo, con la cosecha de las frutas y verduras; la autorización de los productores en nuevos campos; el traslado de los productos a los centros de acopio de los bancos de alimentos y, de ahí, a los lugares donde se encuentran las familias que necesitan esos productos.

A esto se pudiera agregar que estos mismos bancos alimentarios también permitirían apoyar a gente de la ciudad que se encuentre en condiciones de pobreza extrema.

Pues resultaría ilógico que tan solo se apoyara a las comunidades, mientras en las ciudades se estuvieran muriendo de hambre.

Y es que el destino nos puede alcanzar. Cierto, no hay que ser alarmistas, pero ante la situación es necesario tomar las providencias necesarias, no esperar hasta que enfrentemos los problemas de desabasto, cuando los productos se encarezcan y aunque haya circulante no se podrán adquirir alimentos.

Ojalá y esto no llegue a suceder y que las lluvias abundantes de esta temporada en México permita lograr buenas cosechas y que no padezcamos la escasez de productos provenientes del campo.

Otro de gallegos.

Se encuentran Curro y Manolo, pero éste último llevaba un pingüino y Venancio le pregunta:


- Oye, Manolo, ¿pero qué haces con ese pingüino?
- Pues na, que me lo he encontrao, y no sé qué hacer con él.
- Si serás tonto Manolo, ¿por qué no lo has llevao al zoológico?
- Hombre, pues qué buena idea. Hoy mismo lo llevo p'al zoológico.
Al día siguiente se vuelven a encontrar, pero Manolo sigue con el pingüino, por lo que Venancio, extrañado, le pregunta:


- ¿Qué ha pasao contigo Manolo, no habéis dicho que llevarías el pingüino al zoológico?
- Hombre pues lo he llevao, y nos hemos divertido tanto que hoy nos vamos p´al circo.

Por sus obras los reconocerán.

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