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Buho“Ayotzinapa: El Polvorín”

Carmelo Corripio Pineda “El Buho”

 

Es una lástima que un modelo educativo surgido de la Revolución Mexicana haya llegado a tal descomposición. Las normales rurales del país de hecho han dejado de ser desde hace mucho tiempo los centros formadores de maestros rurales por excelencia. Los postulados pedagógicos de los prestigiados maestros mexicanos como GREGORIO TORRES QUINTERO, RAFAEL RAMIREZ y MOISES SAENZ, han dejado de ser la guía ética y profesional del estudiante normalista rural. Los lamentables y trágicos actos de protesta que llevaron a cabo el año pasado los estudiantes de Ayotzinapa en la capital del estado son un ejemplo de ello y sintetiza la degradación a la que han llegado estas escuelas que durante más de 90 años han sido las formadoras de maestros rurales del país.

Escudados en el prestigio histórico del normalismo rural y en un radicalismo de izquierda demencial, primitivo y abyecto los estudiantes de Ayotzinapa se han convertido no solo en una amenaza suicida; recuerden que si la gasolinera de Chilpancingo llega a estallar hubieran convertido a la sociedad de ese lugar en una hoguera en donde se hubieran dorado chicos y grandes. Sus últimas hazañas “revolucionarias”, son amenazar a las alumnas y alumnos de esos planteles para participar obligatoriamente en los plantones y bloqueos a la autopista, a centros educativos y a instituciones de gobierno, argumentando que gracias a la conciencia social y a su lucha constante, los estudiantes de otras normales del estado, gozan ahora de becas económicas, alimentos, transporte, implementos educativos, etc, se jactan al interior que sus decisiones son parecidas a las de un régimen militar en guerra. 

Cuanta razón tenía HERNAN LABORDE, líder del Partido Comunista Mexicano, cuando en la conferencia pedagógica del PC, celebrada los dias 14, 15, y 16 de febrero 1938 señalaba: “…Es preciso emprender la lucha sin cuartel contra los demagogos, los incumplidos, los perezosos, los simuladores y sobre todo contra aquellos que pretenden sustituir el cumplimiento de su deber, por frases huecas y por una actividad social efectiva y embustera. Es preciso emprender la lucha contra el abandono de las escuelas, contra la holganza, contra las pugnas intergremiales, contra la agitación innecesaria y constante, que perjudica en primer término a la niñez que da armas a la reacción para combatir al gobierno y a la escuela socialista. Es preciso comprender que si bien el trabajo social es necesario y que los maestros no deben renunciar a él, por delante y por encima de todo, hay que colocar siempre las labores pedagógicas.

Que los maestros deben ser ante todo educadores del pueblo, deben cumplir en primer lugar con su deber de maestros y enseguida atender las labores sociales que les corresponden como mentores…”.

Ojala y esas ideas expresadas hace mas de 90 años, las atendieran los estudiantes de Ayotzinapa, o bien promover cruzadas de aprendizaje y capacitación acerca del espíritu de las leyes y normas, que guiaron los objetivos de las normales rurales y que están vigentes dentro del marco de la sociedad, de los padres de familia de estos estudiantes y que solo hace falta que los gobiernos por razones conocidas se han convertido en tapadera de los delitos en que insistentemente ha incurrido el sector estudiantil en todo el país, proyectos desestabilizadores al interior de las normales  y maquinados seguramente por agentes extraños y externos a los intereses de la enseñanza.