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ABREVANDO
José Antonio Lavín Reyna

¿Y las banquetas?

Mantener la ciudad funcionando aunque sea irregularmente, es el gran desafío de las autoridades convencidas ya de que si la seguridad es prioridad, hay otras obligaciones de gobierno y de ciudadanos imposibles de postergar. Si bien, la diferencia entre sectores de la ciudad era a finales de los 70 bastante marcada (el poniente, marginación; el sur, simple cerro y terrenos de cultivo de gran valor; el oriente diferencia notable en cuanto a infraestructura y el Norte, cerros sin servicios y el caudal del río, antes de la CIVI, posterior a la CIVI, crecimiento urbano desordenado), en el presente, todos los sectores demandan lo mismo: mejores calles, mejor transporte, iluminación, parques, servicios. Todo lo que las autoridades presumen hacer pero siempre dejando a los que vienen los eternos pendientes del urbanismo.
De una a otra administración, silenciosa y paulatinamente, Iguala creció fea y mal planeada. Entre lo que queda del que quieren o debería llamarse Centro Histórico se detectan pruebas del descuido oficial, y huella de autoridades poco cuidadosas de la estética. El colmo era cuando anunciaban proyectos de pavimentación, en que por la premura del adorno político se ignoraba lo esencial de las líneas de drenaje y agua, con las consecuencias conocidas: llegado el momento la deficiencia afloraba y había que quebrar el asfalto para poner abajo lo que éste debía cubrir. Qué tiempos, y sin que nadie dijera nada.
Aunque las políticas públicas de muchos gobiernos precedentes no difieren gran cosa de las actuales, conviene hacer un poco de historia ante una obra cara y onerosa, como la mal llamada, aquaférico, que no es otra cosa que una red hidráulica con tanques, distribuidos de manera irregular e imprecisa que vendrá, cuando opere llenándose los tinacos y re bombeando a las partes altas, donde los habitantes se niegan a pagar el servicio, a descapitalizar aún más a CAPAMI.
Es   inminente que el entrante régimen municipal, de extracción eminentemente comercial, acostumbrados a trabajar en base a préstamos y con la asesoría de Antonio Jaimes y Gerardo Gamero, el Municipio empiece a invertir –con recursos contratados en préstamo pagadero a cinco o diez años– millones de pesos para mejorar calles, cubrir miles de metros lineales de alumbrado público y reconstruir miles de metros cuadrados con concreto hidráulico que mejorarán mucho el entorno.
El proyecto, se echara a andar en los próximos meses,  pronto lo  veremos y ante la enorme deuda que se heredará a las administraciones futuras, todos esperamos que las obras estén bien hechas y con resistencia bien calculada, es decir, que su utilidad y buen estado supere el quinquenio o década del endeudamiento que limitará bastante los presupuestos y obviamente, la realización de nuevas obras, pero sobre todo que su manejo sea transparente, que se aplique con toda honestidad a la obra y no se cobren los funcionarios el diezmo.
Estamos hablando de un cúmulo de necesidades difíciles de satisfacer por el ancestral rezago. La marginación en las colonias periféricas, aquellas que rodeaban el Centro, corazón latente de la ciudad, se convirtieron en zonas multiplicadas exponencialmente a ritmo acelerado y por lo mismo, imposibles de dotar de servicios básicos. Fueron y son, habitadas por personas de pocos recursos creídas de los ofrecimientos de líderes amarillos y tricolores. Iguala requiere de mucho para entrar a la categoría de moderna y funcional, además de bonita. El énfasis por tanto, no debe circunscribirse al recubrimiento asfáltico o de concreto, que quedará inconcluso si en paralelo no se arreglan esos espacios elevados a ambos lados de la calle que conocemos como banquetas o aceras, destinadas al uso peatonal y en muchas partes, invadidas por vendedores ambulantes que mandan lejos el objetivo de embellecimiento.
La regulación municipal debería hacer obligatoria la construcción y cuidado de las banquetas a los propietarios de fincas, los cuales también derecho a no verla invadida por el comercio ambulante, ya que las banquetas son y deberían siempre ser para que los transeúntes hagan uso de ellas, lamentablemente, al no haber obligación, casi todas ellos están ruinosas, correspondiendo al lamentable estado de las calles.
Rehabilitar las aceras es parte intrínseca del embellecimiento urbano y hay que tomarlo en cuenta considerando la urgente participación ciudadana en el mejoramiento de este espacio compartido que todos queremos ver.
Algo Más…
Realmente es urgente rescatar nuevamente el centro de la ciudad (Zócalo o Parque Juárez, Monumento a la consumación de la Independencia, Atrio de la Parroquia y la explanada de la Presidencia Municipal). Señalo nuevamente porque, malo o no malo, Felipe Cardona Marino lo hizo; por lo tanto, es necesario que las próximas autoridades municipales lo hagan. No podemos los ciudadanos del municipio, cerca de 85,000 con derecho a voto, tener secuestradas nuestras banquetas y plazas principales por cerca de 100 ciudadanos que ejercen su voto de manera cautiva. Basta ya de mantener a líderes sin escrúpulos que se aprovechan de la necesidad de la gente y con amenazas de bloqueos y cierre de edificios públicos han logrado apropiarse de los que es de todos. No podemos apreciar las caras y poco útiles fuentes danzarinas por estar bloqueada la plaza por vendedores, carros eléctricos y brincolines. Urge pues, rescatar los espacios que son de todos.