José Antonio Lavín Reyna
La tradición de la corrupción.
La ciudad de Iguala, al igual que muchas de nuestra República, están
entrampadas en sus problemas: las autoridades de los ayuntamiento cada día
demuestran más su ineficiencia en todos los sentidos: ineficiente servicio de
recolección de basura, congestionamientos a cualquier hora del día, hoyancos
por doquier, falta de señalamientos viales, falta de nomenclatura en las
calles, deficiente servicio de alumbrado público, mercados y parques públicos
en abandono, la inseguridad galopa con homicidios, robos con violencia,
extorsiones y para completar, la promesa de que no habría corrupción es una
farsa, pues ahora todos sabemos que se despachan con la cuchara grande, acción
que acompañan con la impunidad al tener, la mayoría de los alcaldes a sus
familiares y amigos en los puesto donde se reparten el dinero y, como ni
entienden lo que es una organización tan complicada como un ayuntamiento,
no quieren ni pueden resolver la problemática de la población.
Debemos recordar que el presidente Peña Nieto en una convención se
quejó de la corrupción, señalando que no se podría resolver por ser un asunto
de cultura de nuestra sociedad. Así de golpe y porrazo, pobres y ricos nos
encontramos y medimos con la misma vara.
Sin duda, la campaña de Peña Nieto para convocar y convencer a todas
las fuerzas políticas (izquierda, derecha, centro) para instrumentar y dar
forma a las distintas reformas estructurales: financiera, energética,
hacendaria y educativa, parecía que también podría encabezar la lucha contra la
corrupción e impunidad del país.
Yendo al grano: La corrupción en México se la debemos básicamente a las
prácticas del PRI que gobernó al país 80 años seguidos y sigue siendo
gobierno en algunos Estados por más de noventa años. La actitud
irrespetuosa del priismo a un incuestionable respeto a realizar
administraciones honestas, nunca ha sido parte del diccionario priista. Y
de ahí viene la cantaleta de que gobernar con esmero el manejo de las finanzas
públicas sólo queda para países de alta cultura política.
Nos dicen que los pueblos más civilizados tienen y mantienen gran
respecto por la honestidad, por cultura, por tradición y respeto a su
responsabilidad de gobernante.
Lo que conlleva en el decir de Peña Nieto que las corruptelas son
parte producto de la incultura, de la ignorancia de los pueblos, sin
trayectoria democrática e históricamente poco respetuoso de sus leyes y sus
normas, así que por costumbre, el pueblo mexicano arrastra consigo la
deshonestidad, el presidente Peña Nieto tiene razón.
¿Por qué es culpable el PRI? Durante sus gobiernos, se acuño la
lamentable frase o pensamiento en muchos de mis amigos priistas muy reveladora:
con cinismo enorme llegaban a expresar: “Yo sólo pido que me pongan donde hay,
de lo demás yo me encargo”. O aquel otro pensamiento de muchos priistas,
sobre todo: “Cuando yo llegue al gobierno vi que todos robaban, yo me dije: Y
yo por qué no”. ¿Te das cuenta?
Por ello, gobernar a una multitud de pobreza generalizada, a una
muchedumbre que no tiene ni tiempo ni cultura para exigir las cuentas claras al
gobierno, permite la existencia de administraciones, como la de Javier Duarte
en Veracruz, que les resulta en absoluto muy fácil manotear los fondos públicos
a su antojo. ¿Acaso México no tiene salvación al respecto?
Al escribir, los columnistas no podemos ser apolíticos, tal aberración
sería imposible.
Algo Más…
Muchas de las generaciones posteriores a la segunda guerra mundial,
sabemos que nuestros padres vivieron una etapa histórica cuando la educación
pública era la mejor y casi única forma de movilidad social que tenían los
mexicanos pobres. Como sabemos, la herencia, la cuna, es la vía para
diferenciar a las clases sociales. Para ser rico en este país, se requiere
nacer en familia pudiente. La otra vía es el dinero sucio o la corrupción. Eso
de la cultura del esfuerzo no deja de ser retórica. La herencia es la palanca
que genera la mayor desigualdad social.
Lo que sí es cierto es que hubo otros tiempos, cuando la educación era
una vía de ascenso de las clases desposeídas hacia las clases medias. Estudiar
una licenciatura permitía acceder a un empleo bien remunerado. Ser trabajador
al servicio del Estado era una garantía de una mejora social insuperable por
otras vías legales. Fueron los años cuando nuestro país crecía a tasas del 7%
anual. Todo eso terminó hacia mitad de la década de los setenta.
Sin embargo, acceder a la educación pública no era tarea fácil. Muy
pocos lo lograban. Quizás eso no ha cambiado tanto como pensamos. Pero en los
años cuarenta era una odisea terminar la instrucción básica y salir de las
comunidades alejadas e irse a estudiar a un pueblo, a una ciudad. El
crecimiento de la infraestructura educativa fue del centro a la periferia. Los
niños que lograban concluir la primaria se iban a estudiar muchas veces a los
internados que había en algunas ciudades. Era tiempos muy difíciles para los
jóvenes de aquellos años.
Pese a todos aquellos problemas, los mexicanos lograron superar
atrasos, menos el combate a la corrupción e impunidad.
CCCXXI.- Colonias sin agua, drenajes derramando sus aguas negras,
canales sucios y malolientes, colonias sin nomenclatura, con calles llenas de
lodo, jóvenes sin posibilidades de tener empleo, comerciantes extorsionados;
sin embargo Herón Delgado declara, Iguala avanza a paso firme, lo que sin duda
es una simulación de gobierno.
Por cierto, el Director de Reglamentos y Espectáculos, en aras de la
transparencia, le debería informar al pueblo cuánto dinero recibe de la empresa
de publicidad que poco a poco, sin importar la contaminación visual que
produce, ha colocado por toda la ciudad sus espectaculares. Sería lo correcto y
luego que intente regular el sonido y el horario de los bares. Lo demás vendrá
después. Hasta la vista.