Abrevando Por José Antonio Lavín Reyna

Abrevando
José Antonio Lavín Reyna
“Cuando creíamos que teníamos todas las respuestas, de repente cambiaron todas las respuestas”: Mario Benedetti.

Acaso somos un pueblo triste.
En ocasiones me da pereza, no abrir la boca para decir lo que dijeron tantos, sino escribir para seguir señalando no lo bueno que poco se cuenta, dijera Peña Nieto, sino lo malo que nos sigue persiguiendo como una soga en el cuello del ahorcado, casi como nuestro pecado original, la corrupción, que hasta parece que aquellos que la señalamos somos los equivocados, en este país  lleno de cínicos, como Duarte de Ochoa, que al preguntarle su opinión acerca de la suspensión de sus derechos como priista, solo exclamo: “ no me meto en esas grillas” o como nuestro gobernador después de espetarle a Ríos Pitter, el termino de cobarde, solo dice que “son grillas también”, que él está trabajando, repartiendo millones, para mitigar la pobreza del pobre, cuando bien lo sabe y se lo dijeron públicamente a nivel nacional: ningún empresario vendrá a invertir a Guerrero por la inseguridad, o sea que salvo la construcción de dos o tres hoteles , no veremos inversión que genere empleos de calidad para los miles de  jóvenes desempleados.
Un ejemplo mayúsculo de corrupción es que a pesar de los años  en que los distintos gobiernos de México le han destinado miles de millones de pesos, a la SEP para que ésta,  a través del INEA, combatiera el flagelo del analfabetismo, seguimos teniendo un gran número de analfabetos o sea que tal problema, no se ha logrado abatir y ¿sabe por qué?,  por la corrupción que padecemos, con Aguirre, se trajeron hasta promotores de Cuba, resultado nulo, ya que los encargados de esa área se robaron el dinero destinado a tal fin, Por lo que cualquier esfuerzo innovador de cualquier gobierno sin importar su color terminará en el fracaso, debido a los corruptos sin castigo.
Sin importar el nivel de gobierno: federal, estatal o municipal,  el éxito o  el fracaso en las políticas que quieran implementar dependerá de la contundencia con la que enfrenten al flagelo de la corrupción.
Contra la idea que tradicionalmente nos han inculcado en el imaginario colectivo, la corrupción destruye oportunidades de progreso para una comunidad. Quienes la justifican, dicen que así funciona el sistema y así es como se logra repartir la riqueza a las capas más desprotegidas de la sociedad. Lo que en realidad sucede es que se bloquean las oportunidades y el supuesto “beneficio” sólo llega a unos cuantos de manera clientelar. ¿De qué sirve implementar mejoras en los servicios de salud o de educación si la corrupción va a mermarlos y con ello reducir los verdaderos beneficios a la población? A lo mejor si reducimos la corrupción, resultaría que el gobierno no necesita incrementar impuestos para aumentar la recaudación. Pero como es rentable para muchos hacerse del dinero público, por mientras no se presenten acusaciones formales, se decomisen los bienes mal habidos y se metan a prisión a los funcionarios corruptos, la corrupción nunca terminara y seguiremos teniendo políticas fallidas.
En el tiempo de Salinas de Gortari, supuestamente con la finalidad de reducir la corrupción se propuso implementar el: servicio profesional de carrera. Cuando se implementó en la esfera federal, hubo las naturales resistencias de varios sectores. De hecho, los niveles operativos fueron excluidos del sistema como condición para que la nueva Ley del Servicio Profesional de Carrera fuera aprobada en su momento. Los propios sindicatos se opusieron hasta el final, se les acababa el negocio, lo mismo sucedió en la esfera estatal y en la municipal.
Algo Más…
En el libro “El Principito” de Saint-Exupéry, cuando el zorro se da cuenta de que el principito es capaz de distinguir a una rosa entre otras mil, da por hecho que entiende su valor y le dice: "He aquí mi secreto, que no puede ser más simple: sólo con el corazón se puede ver bien; lo esencial es invisible a los ojos".
Mi pariente Teodoro Lavín escribió acerca de él porque somos un pueblo triste y para ello cita al científico social Eduard Punset, el cual dice  que la felicidad consiste en no tener miedo; será por eso que somos un pueblo triste, por el miedo a lo que todos los días vemos y leemos en los medios de comunicación; porque ya no se puede andar en la noche en la calle; porque ya no se puede ser ni tantito ostentoso y menos tener una cuenta abultada en el banco, pues quién sabe cómo los amantes de lo ajeno se enteran y raptan a alguien de la familia para obtener el dinero ganado con trabajo mediante la extorsión; porque ya no se puede caminar por una calle segura, como le ocurrió a una amiga y compañera de viaje, que la semana pasada, al salir a pasear a su perra, la asaltaron y no sólo eso, sino que la golpeó el asaltante al ver que no dejaba de gritar. Por eso estamos y estaremos tan tristes, por eso no somos felices. Da nuestro autor mencionado aquí la receta para la felicidad: Señor Punset, estoy deprimida. ¿Qué puedo hacer?
- Si estás triste, sal de la madriguera y observa que cualquier tiempo pasado fue peor, olvídense del miedo y sean felices.
Las recetas de la felicidad de Eduard Punset:
No mires atrás.
Descubre cuál es tu elemento y contrólalo.
Aprende a compartir la alegría y el dolor de los demás.
Asume que estás en el lugar más diminuto del universo. Un día la humanidad querrá explorarlo todo.
Para ser feliz no hay que tener miedo. ¿No cree usted? Por eso aunque se enojen los fariseos que se rasgan las vestiduras porque destruyen los edificios públicos, aún y dentro de su dolor, los padres de los estudiantes de la Normal Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa viven felices porque no tienen miedo.
Para los quejumbrosos de la destrucción de los edificios públicos, una anotación, si el gobierno de Iguala dejara de pagar a medios de comunicación y a algunos periodistas, vaya si redujera en 50 % dicho gasto, el edificio del Ayuntamiento quedaría arreglado sin problema al igual que la reparación con concreto del bulevar Plan de Iguala. De ese monto es el chayote que Esteban Albarrán dedica al culto de su personalidad. Lo malo del asunto, es que nadie le cree a sus boletines.
Por cierto, llega a tanto la zalamería con su persona, que algún queda bien escribió que el orden de la marcha de los normalistas se la debemos a él, ya que los convenció que no causaran daños. Vaya estupidez, si los había convencido, para que desalojó el edificio y suspendió labores.
CCCXLI.-Que necedad la de la autoridad municipal. Sigue en su terquedad de no cumplir con las obligaciones que la Ley 207 del Estado le obliga, como la de dar a  conocer en el  portal de transparencia del municipio, entre otra información, la nómina completa de sueldos y salarios que paga, seguramente por las irregularidades de la misma, a mi como ciudadano sí me interesa saber quiénes cobran salario del municipio. 

Vuelvo a insistir, un comunicador de la radio ya se prepara para lanzar su candidatura independiente a la alcaldía de Iguala. Anda armando su equipo, hay que verlo.  Al tiempo.