Abrevando Por: José Antonio Lavín Reyna

Abrevando
José Antonio Lavín Reyna

Mando Único: ¿Panacea, Placebo, Falacia?

El gobierno del estado de Guerrero tiene como única apuesta para vencer la creciente inseguridad que se desparrama por todo al Estado,  la implantación del Mando Único, opción que junto con la privación de las libertades individuales, promueve el gobierno de Peña Nieto, puesto que para su equipo asesor, le apuesta a otorgarle al Presidente de la República, facultades metaconstitucionales como la declaración de municipios de excepción, donde suspenderá las garantías individuales, relevara a las autoridades legítimamente elegidas  y en colaboración con el Gobernador en turno como responsable de la Seguridad Pública, a través de la policía única, reestablecerá el orden constitucional.
Esta apuesta del gobierno federal,  parece no considerar el flagelo de los miembros del poder,  por ello, deberían los legisladores conocer otras visiones u opiniones, entre ellas, la de la  guatemalteca ganadora del Premio Nobel de la Paz, Rigoberta Menchú,  que señalo respecto a enfrentar al crimen organizado lo siguiente: “Cómo podemos enfrentarnos al crimen organizado. Junto con la corrupción y el narcotráfico, ha constituido una fuerza que no es paralela al Estado. Es realmente un Estado dentro de él”. Es, claramente, un “crimen organizado gubernamental” que está devorando incesantemente todo ánimo de progreso en este miserable país – se refería en su momento a Guatemala- . Lo vemos en todas partes donde exista una instancia de poder, por pequeña o grande que ésta sea.
Corrupción es la acción y efecto de corromper, depravar, echar a perder, sobornar, pervertir y dañar. Por lo tanto, puede tratarse de una depravación moral o incluso simbólica. Es la práctica que consiste en hacer abuso de poder, de funciones o de medios para sacar un provecho económico o de otra índole.
A la corrupción se encadenan otros delitos, ya que el corrupto suele incurrir en la práctica para permitir o solicitar algo ilegal. El tráfico de influencias, el soborno, la extorsión y el fraude son algunas de las prácticas de corrupción más comunes”. Dicha opinión, lamentablemente está vigente dentro de varias estructuras del Estado mexicano.
Otra visión es la que se refiere a John Edgar Hoover Washington, 1895-1972),  al cual le fue conferido un Mando Único, en el año de 1924 al nombrarlo Director del Buro de Investigación,  organismo que en 1935 se convierte en el Buró Federal de Investigación (FBI), en dicho cargo se mantuvo casi cincuenta años sobreviviendo al mandato de ocho presidentes.
Hoover constituyó una fuerza policial para perseguir a los delincuentes en todo el territorio de los Estados Unidos de Norteamérica sin limitación de fronteras estatales, convirtiéndose a la cabeza de FBI en el hombre más poderoso de los Estados Unidos, para ello, fundó una escuela de detectives y espías y organizó un banco de huellas dactilares de centenares de miles de personas.
Para poder mantenerse en el cargo amenazó con desvelar escándalos de políticos y fiscales generales, lo que lo mantuvo en el cargo más allá de la edad de la jubilación.
Afirman sus biógrafos que Hoover acumuló tanto poder como para intimidar y amenazar presidentes de los Estados Unidos, gobernadores, Senadores, Diputados,  políticos, deportistas, artistas, empresarios y a todos aquellos que por alguna razón se oponían a su continuidad o lideraban de facto de manera formal algún grupo o ideología política o social,  para este propósito, con su red de espías, policías, profesionistas de todos los perfiles y peritos  tenía acceso a todo tipo de comunicación y correspondencia de aquellos, espulgaba su vida tanto pública como privada y ocasionalmente, al sentirse amenazado deslizaba a los medios información (preferentemente de su vida íntima o privada) que para los protagonistas era perjudicial.
De 1924 a 1972, (año en que fallece Hoover), fue un personaje inamovible de la dirección del FBI  y no es sino hasta su muerte cuando se determinó limitar el tiempo máximo que una persona puede ejercer como Director del FBI.
Estas son dos visiones que deberían ser tomadas en cuenta por quienes en estos momentos, pretenden establecer en nuestro país, el mando único, es decir, depositar en un solo hombre todo el poder de mando de todas las policías  en todo el territorio nacional; es mucho poder no cabe duda;  las facultades que se le otorgarían serian muchas, tendría acceso a toda la información de los individuos así  como de las personas morales (empresas, clubs, organizaciones sociales, partidos políticos, universidades, etcétera); podrá utilizar los medios de investigación tanto tradicionales como los más innovadores, así como una gran red humana dispersa en todo el país que le permitiría desde su cúpula determinar de manera  confidencial, legal o ilegal cuál es la información que de cada gobernado desea recabar y finalmente utilizarla de manera discrecional, acorde al momento político, económico o a sus intereses personales. Definitivamente es mucho poder y es mucha más la corrupción imperante en este momento histórico en nuestro país.
El hecho de que se permita a los militares y policías, sin mandato judicial requisar a quienes consideren desde su óptica sospechosos o probables delincuentes ha violado durante estos últimos nueve años nuestras Garantías Individuales y derechos humanos. A través de los medios y redes sociales principalmente, nos enteramos de los constantes abusos que las corporaciones policiacas cometen en agravio de los ciudadanos.
La falta de una investigación sistemática, hace que quienes están a cargo de la Seguridad Pública, carezcan de estrategias efectivas que preserven nuestros  Derechos Humanos y garanticen la seguridad pública.  
La historia nos ha dado lecciones de los abusos cometidos por las personas o grupos ideológicos que concretan sobre sí un poder ilimitado, denotando lo corruptible  del ser humano. Ojalá antes de tomar una determinación definitiva se analice lo señalado por Rigoberta Menchú y por la  experiencia que nos deja J. Edgar Hoover.
Algo Más…
Se puede decir, la corrupción no es algo cultural; se origina debido a la impunidad en que se manejan los actores del poder. En nuestro municipio, se eligieron supuestamente Delegados en las colonias legales, a través de asambleas con no más de 40 personas, situación que representa una simulación de quienes llevaron a cabo esta farsa. La farsa se realizó para tener delegados afines, ya que ellos, junto con los comisarios municipales y algunas personas de la sociedad civil, son utilizados para programar, al gusto del presidente municipal en turno, las obras públicas que con dinero de la Federación -Ramo XXXIII- se ejecutarán en su municipio. De esta manera se asegura el voto a favor y que todo sea manejado con “supuesta” legalidad y transparencia.
El otro caso cloro de impunidad, es la corrupción de los agentes de Tránsito en motocicleta, los cuales tienen su cuota para pasar por Iguala; es decir, transportista que traiga mercancía a Iguala, primero no tiene acceso a la ciudad; segundo, a pesar de no entrar a ella, deben de pagar entre $ 50 y $150 al moto patrullero, por hacer carga y descarga sin permiso. Claro, solapado por el encargo de la Dirección, su segundo y el jefe de ellos: Eliseo Sánchez Bastida. Esta práctica no se denuncia por miedo y conveniencia de los operadores.

CCXCXXX.-  El lema “Transparencia y Desarrollo” lejos está de ser una realidad. El uso del poder es algo contagioso. Parece que el dinero que ingresa a las arcas municipales es propiedad del presidente municipal en turno. Por ejemplo, dispuso adquirir cerca de seis vehículos nuevos, camionetas para ser precisos, una de las cuales se la asignó a una inoperante y fantasiosa oficina: Avanzada y Logística. Si, así como lo lee, en este municipio pequeño, pobre e inseguro, para qué sirve una oficina de ese tipo. Habría que conocer el sueldo que le asignó a Nico, perdón Eliseo. Otra muestra del uso del poder con total impunidad. Por cierto, la patrulla 01, la usa de manera particular el segundo de Tránsito, un individuo taxista que tenía un servicio de lavado de carros. Duerme en su casa dicho vehículo. Vaya corrupción e impunidad.