Opinión

SIN  MIRAMIENTO

Gerardo Lagunas  Pineda

-LA IGUALA QUE SE NOS  FUE-

 

Nadie duda que poco a poco Iguala ha dejado de ser un pueblo “bicicletero”, término que así se nos ha caracterizado aunado a que nos gustan los desfiles y los toros de pueblo, es decir de jaripeos. Y es que todavía recuerdo que los domingos por la mañana el señor Villanueva, que vivía en la calle de Alvarez, tenía un camión grande de redilas y que ese día -domingo- lo manejaba haciendo un recorrido por toda la ciudad, anunciando que habría toros, valga la redundancia, por la tarde en el corral de toros. Antes así se les conocía y ahora de manera rimbombante se les llama lienzo charro. Arriba de su camión iba la banda de “chile frito” entonando canciones que a pesar de tocar desafinadamente, lo que se pretendía era hacer ruido y acaparar la atención de la gente para que después de la comida, los igualtecos se fueran a disfrutar de ‘’la corrida’’, que así se decía, a pesar de que las corridas son a base de toros de lidia y en Iguala sólo montadores de toros. Eso sí, quienes nos daba gusto ver el carro anunciando los toros, éramos los ‘’mocosos’’ que atrás del camión íbamos haciendo más el atractivo de ese anuncio publicitario. Nunca tuve la oportunidad de ir al corral de toros de nuestra ciudad que me acuerdo uno estaba ubicado en la calle de Reforma, a la vuelta de la iglesia del Sagrado Corazón, y el otro donde actualmente funciona. Y tocando los desfiles, los igualtecos por costumbre o porque nos gustan, pero sabemos que en los desfiles del 24 de Febrero, del 16 de Septiembre y del 20 de Noviembre, toda la población desde temprano llega con sus sillas para apartar el mejor lugar y de esa forma disfrutar de las paradas cívicas donde a pesar que ni gracia tienen los desfiles, pero quién sabe porqué, los igualtecos allí están presentes, dejando todo lo que tengan que hacer porque primero es el desfile y nada más. Lo mismo sucede en el desfile del “Día de los locos” que se celebra el 4 de Octubre, que su nombre lo dice, hombres vestidos de mujer y viceversa, haciendo desmán y medio, pues por costumbre, repito, allí están haciendo acto de presencia los habitantes de Iguala. Hasta la fecha, siendo reiterativo, los desfiles sin chiste y sin gracia, pero desde que tengo uso de razón, siempre hemos estado presentes, de allí que nos digan que no nos gusta, sino que nos encantan los desfiles. Todavía recuerdo y no sé si todavía persista la costumbre de que en el desfile del 24 de Febrero, al  término de éste, quienes desfilábamos nos íbamos derechito a disfrutar los juegos mecánicos de la feria, no importando la alta temperatura de esa hora -las 12 del mediodía- lo que importaba era ir aunque sea para ver porque muchos de nosotros no llevábamos ni un miserable quinto para gastar. Y ya que toco un miserable quinto, les cuento que en esa época podíamos decir que un quinto era equivalente a un centavo, ya que un peso tenía cien centavos y vaya que valía ese dinero. Por ejemplo, comprar un bolillo costaba 10 centavos. Existía una monedita de 25 centavos que las conocíamos como peseta, a lo mejor así valía la peseta española. Nunca lo supe, pero lo que sí supe era que quien tenía un peso,  podía comprar muchas cosas. A mi aunque no lo crean, a veces si mi mamá tenía dinero, nos daba a mi hermano y a mí 20 centavitos y era mucho, solo que muchas de las veces no llevábamos nada y fue tanta mi pobreza que una vez, y no se me olvida, me regaló un sandwich de jamón  un compañero de mi escuela, Lalo Martínez  Quezada (actualmente creo vive en Inglaterra). En ese tiempo se les consideraba “ricos” y gracias a él supe por primera vez a qué sabía un sandwich y lo mejor, de jamón, que tampoco en mi corta vida -7 u 8 años- lo había probado. Por eso dicen que en ese tiempo todavía se amarraban los perros con longaniza, dando a entender que no había tanta carestía. Así se decía y que el dinero valía. Hoy ese término se acabó para dar paso al término de inflación. Grandes amigos me han hecho observaciones, como por ejemplo Mario Reyes Miranda, que me ha dicho que él se considera periodista de la vieja guardia. Así también Septimio Valdez, que dice que omití a Pedro Ochoa, el popular ‘’Pellocas’’, que vive en Privada de Bernal. Moy Ocampo, que tuvo bonitos conceptos para el trabajo anterior que titulé LA IGUALA QUE SE NOS FUE, y quiero decirles que serán más trabajos sobre la Iguala de aquella época y espero les guste. Recibimos cualquier comentario….. Quieren saber todavía más de mi Iguala querida? Si no, como dice Brozo…Hay se ven!