Opinión 4

EL CUENTO”

Por: Carmelo Corripio Pineda “EL BUHO”

 

            Uriel es mi nieto. Cursa el kínder. Su maestra les dejó como tarea inventaran un cuento. Este sábado Uriel me despertó muy temprano, con la exigencia de que me dictaría la historia de Esther. Amodorrado reparé en la gracia de su ser, una alma en movimiento articulado, a su imagen corpórea que ha inundado de dulzura el lugar que habito. Lo seguí al sitio donde él sabe que escribo y con autoridad y suficiencia empezó:

            Esther es una niña como yo. Su papá es feo porque se pasa borracho. Su mamá es mala porque le pega sin razón. Son pobres porque ninguno trabaja. Su casa carece de todo: sin camas, mesas y sillas, no hay de comer, vive de la caridad, se alimenta de los mendrugos que recoge de los botes de puentes de frutas, verduras y cocinas. Poco a poco su organismo se ha ido debilitando; no alterna, ni juega con otros niños por su misma condición; por el miedo que siente de sus papás, se arrincona en una de las esquinas de su casa, y siempre está triste. Esther apenas sonríe. Ella dice que sólo siente ansias de aniquilarse, que está cansada de vivir en su eterna pobreza, y que sólo tiene y siempre estuvo como compañero inseparable el descontento y su ilusión la muerte.

            Uriel continuó: soñé que Esther, el 24 de diciembre, la navidad, salió de su casa descalza, con calentura y caminó y caminó sobre el pavimento helado de ese crudo invierno. Desfallecida se arrinconó en el quicio de una puerta; su cuerpo casi inerte vibraba por la temperatura… del cielo una estela de luz descendió hacia ella hasta compactarse en una esfera resplandeciente, en el fondo de esa claridad apareció la imagen de Jesús y le dijo: “Llegué a tiempo. Olvida los recuerdos, incorpórate a este plano. Esta noche celebraremos la navidad”. Fue la primera vez que conoció la felicidad; la alegría sustituyó a la tristeza, cantaron y comieron de los manjares divinos, y siempre estuvo al lado de Jesús, quien le transmitía su esencia. Al otro día Esther había sanado, se operó un milagro, tras otro. El estado intervino para dar en adopción a la niña. La nueva familia con recursos y costumbres aprobados por las ley, le dio una vida que no había conocido y se convirtió en un ejemplo para los demás por los éxitos alcanzados.